Usted está aquí
Tarantino tiene historia que contar
Quentin Tarantino, que este año celebra los 25 años del estreno en Estados Unidos de Perros de la calle, su primera película como director amenazó con retirarse cuando hubiera rodado solo 10 películas porque no quería ser un director "viejo", y llegada a esa cifra aseguró que solo filmaría dos más. Pero, ahora se supo que está preparando la número 11. Según informó la semana pasada The Hollywood Reporter, Tarantino está preparando una película sobre Charles Manson y los asesinatos cometidos a finales de de la década de 1960 por sus fanáticos seguidores en California, conocidos como La Familia.
De llegar a buen puerto, esta sería la primera película del director, de 54 años, basada en hechos reales. Hasta ahora, Tarantino se había especializado en explotar sus estilos favoritos, como las películas de gánsteres, westerns y artes marciales. También es el creador de papeles femeninos memorables, como Jackie Brown y la novia en Kill Bill, a las que puede sumarse ahora Sharon Tate, la esposa de Roman Polanski que fue asesinada por los seguidores de Manson.
Perros de la calle —que en Uruguay recién se estrenó en enero de 1995, precediendo el boom mundial que generó su segunda película, Tiempos violentos— fue el descubrimiento de uno de los últimos ingresos al canon de grandes directores estadounidenses. Tarantino demostraba un pulso en la narración y en el guión que lleno de referencias cinéfilas construía un universo creativo y ficcional muy personal.
Su carrera continuaría con un ejercicio policial con tonos de la década de 1970 (Jackie Brown), un díptico de artes marciales (Kill Bill), una película de guerra (Bastardos sin glorias), dos disímiles ejemplos de western (Django sin cadenas y Los ocho más odiados y la mitad de un capricho de fanático (Deathproof).
Ahora por primera vez, Tarantino basará su guion en hechos reales. En 1969, Charles Manson y un grupo de sus seguidores de la secta La Familia asesinaron en Los Ángeles a siete personas, unos crímenes que conmocionaron a la sociedad estadounidense y que marcaron a la contracultura de la década de 1960 y al movimiento hippie. Entre las víctimas estaba la actriz Sharon Tate, esposa del director Roman Polanski y embarazada de ocho meses cuando fue asesinada. Manson fue condenado a cadena perpetua y, en la actualidad, continúa entre rejas.
Aunque por el momento se trata de un proyecto en una fase muy embrionaria, el cineasta estadounidense, que firmó su último trabajo en 2015, será el guionista y director de la película, para la que ya ha contactado con los actores Brad Pitt y Jennifer Lawrence.
Pitt ya trabajó con Tarantino en Bastardos sin gloria, mientras que para Lawrence sería la primera vez. Cuando el director buscaba al elenco de Los ocho más odiados ya intentó ficharla, pero la actriz, con una agenda muy apretada, tuvo que rechazar el papel. A finales de junio se fotografió a la actriz comiendo con el director.
Parece que Pitt no sería Manson, sino el detective que investiga el caso. La actriz de Los Juegos del hambre, que ganó el Oscar por El lado luminoso de la vida, tiene 26 años, la misma edad que tenía Tate cuando fue asesinada, aunque otro medio especializado en Hoollywood, Deadline, sostiene que Margot Robbie (Escuadrón Suicida), con la que también está en negociaciones el director, encarnará a la actriz asesinada. Tarantino tampoco ha colaborado nunca con Robbie, que acaba de cumplir 27. Este medio añade una pieza más en el elenco, Samuel L. Jackson, un habitual en el cine tarantinesco pero cuyo papel sería todo un misterio.
Tarantino está terminando el guion, que aún no tiene título y que contará en la producción con los hermanos Harvey y Bob Weinstein, sus colaboradores habituales. El objetivo más inmediato de Tarantino es buscar un estudio que quiera participar en la financiación y distribución del filme que, de recibir luz verde, se espera que empiece a rodarse en verano de 2018.
Tarantino está muy familiarizado con la violencia y con Los Angeles, dos motivos destacados en su filmografía. Habría que ver cómo el tono desaforado que incluso saber ser barroco en diálogos y presencia, se adapta a una historia tan real, tan dura y que poco acepta la parodia a la que el director suele ser tan afín.