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Tapar el sol

Los fenómenos naturales extraordinarios, como los eclipses de sol, siempre nos llaman la atención, y de acuerdo con la mitología prehispánica era el anuncio del final y el principio de una nueva era. Se derivaban por lo tanto todo tipo de creencias, mitos que tenían que ver con la concepción, el alumbramiento en animales y humanos. Incluso creencias de poderes extraordinarios. Hay un pasaje en las Cartas de Relación de la época de la Conquista, en el que se cuenta que Hernán Cortés amenazó a los dirigentes aztecas con tapar el sol si no se rendían a sus demandas, y esto porque sabía el navegante que en el horizonte se preveía un eclipse solar. Y como para los mexicas, como todos sabemos, el sol era un dios, la amenaza era una maldición contundente y ¡sucedió! Ahí han de haber dicho los guerreros mexicanos, “¡está bien, me doy!”

Por supuesto que aquí exagero, pero algo hay de cierto. Ahora que en nuestros días el gobernante Rubén Moreira también quiso tapar el sol, y dio instrucciones para que un juez mandara a hacer cateos con la fuerza policíaca a las sedes del PAN, acto por demás condenable por la prepotencia y el olímpico desprecio al Estado de Derecho. Intimidar y amenazar siempre fue el expediente de los gobiernos despóticos y dictatoriales. El eclipse solar, dicen, trae muchas consecuencias, a mí me activó la memoria.

No recuerdo mucho de aquel eclipse solar de 1952, pero decían mis amigos, infantes como yo, que en el día iba a hacerse de noche. Por entonces vivía con mis padres en la ciudad de Ojinaga Chihuahua, lo que sí recuerdo, porque sucedió cuatro años después y por lo traumático del suceso, que una noche me despertaron mis padres para esconderme debajo de la cama porque se escuchaban balazos y gritos de auxilio en la calle. Por la mañana no nos mandaron a clases, estaba el pueblo sitiado por el ejército, y a una cuantas calles de mi casa los soldados tenían retenidos a los dirigentes del PAN. Los comicios de 1956 para elegir gobernador recién habían tenido lugar hacía pocos días, y en ellos supuestamente el priista Teófilo Borunda se alzó con el “triunfo”. A los reclamos de fraude por parte de Acción Nacional, el Partido más fuerte de Chihuahua en aquella época, el gobierno respondió con arrestos. Fue traumático para mis infantiles días, porque mis padres eran compadres del dirigente del PAN, ¡y mis padrinos estaban en la cárcel! Supe después que esa noche de los balazos habían “cateado” las casas de los dirigentes panistas y realizado los arrestos.

La historia registra ahora que aquellos sucesos marcaron el inicio de unos de los movimientos políticos más importantes del país, porque la represión se presentó en varios municipios. La caravana  Chihuahua-México fue parteaguas político de aquella década. Desde entonces Luis H. Álvarez, que era el candidato del PAN a la gubernatura, se convirtió en uno de los políticos más respetados dentro y fuera del panismo, y dos años después fue candidato a la Presidencia de la República.

La última y nos vamos

En ascuas seguimos los coahuilenses ante el reclamo de anulación de los comicios del pasado 4 de junio, lo único que no puede permitirse es la represión a quienes reclaman respeto a las leyes y a los votos. Los llamados cateos a las sedes del PAN son una respuesta equivocada y peligrosa; podría ser, como en mis años infantiles, el preludio de una represión más infame. Que los Moreira no caigan en la tentación de todos los dictadores de “Querer tapar el sol”.  

La querella infinita
Mario Valencia Hernández
mvalehe@yahoo.com.mx