Tamaulipas bajo fuego
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Tamaulipas bajo fuego
“Aspiro a encabezar un movimiento de cambio para el estado; hacer una gran alianza con la sociedad. Mi aspiración va más allá de una Gubernatura; es poder lograr un cambio, una alternancia, un Gobierno diferente; poder resolver los serios y graves problemas que hoy en día tiene la entidad. Que se restablezca el Estado de derecho, que regrese la paz y la tranquilidad”. Esta frase pudo haber sido obtenida de alguna de las piezas discursivas pronunciadas recurrentemente por el candidato albiazul a la Gubernatura de Coahuila, el derechista y conservador (cuando le conviene) José Guillermo “Memoches” Anaya. Sin embargo, la oración arriba transcrita fue declarada por el entonces candidato a Gobernador de Tamaulipas por el PAN, Francisco Javier García Cabeza de Vaca. Lo mismo, cual si se tratase de una copia fiel, fue mencionado como parte de sus campañas por los candidatos azules en Chihuahua y Durango.
A poco menos de siete meses de la toma de protesta del Gobernador Cabeza de Vaca en Tamaulipas, la conmovedora arenga que pasó varias veces por el copy-paste quedó totalmente superada por la realidad. La incapacidad para gobernar, la improvisación y las presuntas “relaciones peligrosas” del hoy titular del Ejecutivo, cobraron muy cara la factura a los tamaulipecos.
Balaceras, ejecuciones a plena luz del día y a la vista de todos, secuestros, levantones y bloqueos son parte del entorno en el que ahora tienen que vivir las familias del fronterizo estado. Mujeres y hombres, jóvenes, niñas y niños –sin importar condición social– se encuentran amenazados por la ola de inseguridad que les llegó cual tsunami con el Gobierno del “cambio”.
El pasado fin de semana, los tamaulipecos fueron los protagonistas de una verdadera película de terror. Con enfrentamientos que parecían interminables y, en hechos diferentes, fueron abatidos los líderes del Cártel del Golfo y de los Zetas que operaban en aquella entidad. Tras estos acontecimientos, los miembros del crimen organizado realizaron 32 bloqueos, incendiaron vehículos particulares, saquearon comercios y gasolineras. Se detonaron varias granadas y la sede de la delegación de la PGR recibió ráfagas de disparos por parte de comandos armados. El caos imperó en Reynosa; los delincuentes paralizaron la ciudad. Las imágenes difundidas en noticieros y redes sociales son verdaderamente escalofriantes. Y como si esto fuera poco, de acuerdo a fuentes oficiales, se ha previsto la llegada a esa ciudad de un ejército de sicarios provenientes de Matamoros, Nuevo Laredo, Tampico y Monterrey.
Tan sólo durante el primer mes en funciones del Gobernador del “cambio”, las ejecuciones se duplicaron. En marzo de este año se registró una fuga de reos en el Centro de Readaptación Social de Ciudad Victoria, y esa capital es ahora considerada la quinta ciudad más violenta de todo el mundo, de acuerdo al Consejo Ciudadano de Seguridad Pública y Justicia Penal. Nadie está a salvo en Tamaulipas, absolutamente nadie.
Ante esta lamentable situación de inseguridad, y en un hecho inédito, el Gobierno de Coahuila emitió un comunicado recomendando a la población no viajar a Reynosa. Ésta es la primera vez que una autoridad local formula una alerta de viaje al interior del País. Y es que, aquí en confianza, la cosa no está para menos. Tamaulipas está bajo fuego, ésta es una terrible realidad. Su población decidió darle una oportunidad a los azules y, como también sucedió en Chihuahua y Durango, demostraron que no saben gobernar. Un botón basta de muestra: ante la inminente amenaza del retorno de la delincuencia, Cabeza de Vaca declaró que el Ejército debía salir de las calles y que no estaba dispuesto a destinar recursos estatales para mantener a las tropas en la entidad.
¿Y aquél discurso, apá? Quedó sólo en eso, en discurso; en huecas palabras que contrastan tremendamente con su desempeño.
Dicen los que saben que la palabra Tamaulipas es de origen huasteco y significa “lugar donde se reza mucho”. Tal parece que el Gobernador panista pretende hacerle honor al nombre de su entidad. Nuestros vecinos tamaulipecos hoy tienen miedo y seguramente no pocos se encuentran rezando. Ahí se los dejo para la reflexión.