T4: elogio de la incompetencia

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T4: elogio de la incompetencia

El centenario escritor español Francisco Ayala solía decir: “La incompetencia es tanto más dañina cuanto mayor sea el poder del incompetente”. La frase le calza perfecto, por desgracia, a casi cualquier político mexicano encumbrado en el poder, pero sin duda retrata de cuerpo entero a la transformación de cuarta a la cual debemos tolerar hoy todos los mexicanos.

Y esto es así porque la densidad de incompetencia por metro cuadrado se ha incrementado de forma alarmante en nuestro país desde el arribo de Andrés Manuel López Obrador al poder, pues de su mano ha llegado al gobierno, a no dudarlo, la generación de funcionarios más ineptos jamás padecida por los mexicanos.

Preocupados en colgarse medallas antes de en correr la milla para merecerlas, y dotados como su líder supremo con apenas un puñado de ocurrencias, los cardenales de la religión “pejelagartiana” se han dedicado sistemáticamente a cometer todas las pifias a su alcance.

Al mismo tiempo, y haciendo gala de su incompetencia, recurren al pasado para excusarse de sus fracasos confiando en la ignorancia de su feligresía y en la escasa memoria del resto de la sociedad.

El más reciente de sus yerros, como tenemos a la vista todos, está representado por la crisis del sistema eléctrico del país. El colapso de éste se debe a la escasez de gas y, como sabemos, esta deriva de problemas estructurales en el país, pero también de la inacción de la transformación de cuarta frente a la realidad.

No toda la culpa, al menos en este terreno, es del actual gobierno, pero sí una parte de ella. ¿De cuál reproche es merecedora esta administración? De no haber hecho nada, ¡absolutamente nada!, en los últimos dos años, para corregir los errores cometidos en el pasado, de los cuales deriva la dependencia mexicana del gas natural del extranjero.

-¡Pero cómo osas culpar a este gobierno impoluto! -bramará sin dilación cualquiera de los acólitos del Sumo Pontífice Mañanero.

Pues muy fácil: si la actual administración federal pretende ser exonerada de cualquier responsabilidad en este terreno, primero debería explicarnos las razones por las cuales no se ha ocupado de las causas estructurales del problema en los más de dos años y medio anteriores.

-¿Dos años y medio? -refutará, sin dejarnos siquiera tomar aire, cualquiera de los acólitos de la T4- ¿Dos años y medio? ¡Pero si nuestro Líder Supremo apenas lleva dos años y dos meses en el poder!

En estricto sentido lo anterior es cierto: el Perseo de Pantano tomó posesión -formal- del cargo apenas el primer día de diciembre de 2018 y eso implica, en estricta contabilidad sexenal, apenas dos años, dos meses y 19 días.

Pero hagamos una síntesis apretada de la historia reciente para darle sentido a nuestra contabilidad. Y para hacer dicha síntesis, recordemos la cadena de promesas (incumplidas, por cierto) proferidas por el Mesías Tropical:

Desde el inicio, el ofrecimiento fue contundente: tan sólo poner un pie en Palacio Nacional el Iluminado de Macuspana, la realidad se transformaría como por arte de magia porque, al ser él un semidios, un individuo impoluto, su aura inundaría hasta el último rincón de las oficinas públicas y todo mundo se vería impelido a seguir su ejemplo de honestidad, con lo cual la corrupción desaparecería del ámbito público. Por eso, se nos repitió por casi dos décadas, debíamos elegirlo Presidente.

Luego, ya con el triunfo en la mano, se nos dijo sin titubear: este gobierno, a diferencia de cualquier otro, no perdería ni un segundo y haría ver lento a Usain Bolt. Comenzarían a trabajar desde el día posterior a la jornada electoral para preparar su plan de acción, con la finalidad de arrancar a la velocidad de la luz la transformación del país el 1 de diciembre de 2018.

Después, ya con el timón de la nave en la mano, rectificaron un poco. Tal vez no se habían fijado bien -o les habían engañado- y en lugar de un veloz galgo les habían entregado un elefante reumático al cual no lograban convencer de avanzar. ¡Pero no debíamos desesperar!: en el primer año le repararían todas las articulaciones y ni lo íbamos a reconocer.

Más adelante, cuando los fracasos comenzaron a formar una montaña inocultable, pidieron más tiempo: nada más necesitaban dos años, dijeron, para establecer las bases de la transformación y entonces sí: todos beberíamos maná del cielo.

Ahora, con múltiples crisis creciendo en forma simultánea como hongos después de la lluvia, han inventado un nuevo pretexto: el problema de fondo es la perversión del pasado. Todos los días boicotea sus planes para transformar la realidad y no les permite construir el paraíso largamente prometido.

A estas alturas, está claro, hemos visto suficiente para tenerlo claro: la única explicación a la situación actual es tener a cargo del navío nacional a un atajo de incompetentes. Y, como decía Francisco Ayala, “la incompetencia es tanto más dañina cuanto mayor es el poder del incompetente”. Y para incompetentes: ¡los de la T4!

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3

carredondo@vanguardia.com.mx