Sueldos y salarios a la baja

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Sueldos y salarios a la baja

El salario real de los trabajadores ha caído de manera constante en los últimos 25 años, esto es prácticamente desde la crisis de 1995. El confinamiento sanitario ha traído un mayor daño económico al ingreso laboral que según diversos expertos, será este año en promedio un 20% de reducción nominal y hasta un 3.5% real. Esto es, asumiendo que un trabajador ganaba en enero 200 pesos por día, lo que está pudiendo comprar en este momento será el equivalente a 160 pesos nada más (para simplificar el análisis). Lo anterior tampoco toma en cuenta que la inflación reportada ya por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) para septiembre fue de 4% anual.

No hay que olvidar que los salarios mínimos fueron aumentados por decreto presidencial en 2019 y 2020 muy por arriba de la inflación. Si bien la respuesta de los mercados laborales no fue el desempleo porque había una demanda que se incrementaba de manera constante y por lo tanto, la producción aumentaba cada mes, asimilando más empleados. Así las cosas, los empresarios absorbieron los incrementos sin aumentar precios, porque los volúmenes de venta aumentaron. Sin embargo, la inviolable teoría económica establece que los aumentos salariales sin incrementos en la productividad, generan inflación y desempleo. Y así fue como desde el año pasado se manifestó en el sistema económico una leve baja en el crecimiento económico, en el desempleo y por desgracia en los sueldos de los trabajadores de ingresos medios y altos. Se dio un efecto de subsidio cruzado; los trabajadores en la parte media y alta de los tabuladores salariales no tuvieron aumentos y los de salarios mínimos se quedaron con jugosos incrementos. Esto podría ser bueno porque reduce la desigualdad económica, pero por desgracia, deprime el consumo cuando no hay ganancia productiva.

La crisis sanitaria no ha ocasionado problemas económicos, más bien ha puesto de manifiesto las debilidades estructurales que en términos del mercado laboral se tenían, porque ahora ya son claras y se están viviendo. El 74% de los trabajadores formales que cotizan en el IMSS gana tres salarios mínimos o menos, y sólo el tres por ciento gana más de 5 salarios mínimos, lo triste es que este último porcentaje representaba el 10% en 2010. En pocas palabras, la precarización del empleo y los salarios han cobrado su cuota a un precio elevado y la actual crisis no hará más que hundir a mayor profundidad al trabajador en dos frentes; reduciendo su salario y sus oportunidades laborales. Está claro que en este momento las plazas disponibles para trabajar son pocas, como se había mencionado desde inicios del año, pero lo que no se había dicho es que estas plazas vienen con salarios mucho menores.

El trabajo informal tampoco la pasa bien ya que los datos son aterradores; sólo el 1.7% de los trabajadores en la informalidad recibe más de cinco salarios mínimos, y el 32% gana un salario mínimo o menos. El análisis económico de BBVA de octubre argumenta que “cada vez más una mayor proporción del ingreso nacional va al capital y una menor al trabajo”. Se vislumbra un uso abundante de tecnología en lugar de mano de obra. El gobierno necesita combatir la informalidad, pero por otro lado no hay capacidad para que el mercado de la formalidad absorba un 52% del total de los trabajadores que hoy en día no tienen beneficios sociales o no pagan impuestos.

El cierre del 2020 tiene dos retos principales aparte de la recuperación económica. El primero es hacer que los salarios recuperen su poder adquisitivo a través de la productividad. El segundo es que los trabajadores se capaciten para una transición a sectores del mercado laboral con potencial de mejora salarial. Sin embargo, en el primer caso hay un problema, si hay crecimiento de la productividad, el número de empleos disponible disminuye, al menos así ha sido en el caso mexicano de los últimos 40 años. Transitar a sectores con mejores salarios implica que los trabajadores se capaciten y aprendan, situación que en el confinamiento sanitario, se podría pensar muy adecuada. Sin embargo, los trabajadores han optado por “pasarla bien” viendo series o haciendo cosas que no les agregarán valor para volverse más productivos.

En conclusión, los sueldos tienen dos enemigos en este momento; las deudas que tendrán los trabajadores al estar desempleados o al tener pagos salariales reducidos y la inflación. A medida que la situación económica no mejore, y como el gobierno no pidió prestado para ayudar a las empresas y a la economía, los trabajadores absorberán ese shock a través de contratación de más deuda que significa menos dinero disponible para el gasto corriente del hogar. Por si esto fuera poco, la inflación empieza merodear, la reportada por Inegi está por arriba del objetivo de 3% que el Banco de México había establecido. La inflación real, la que se vive por comprar los alimentos y otros productos del día con día, ya rebasó más del 30%.

Los datos son unánimes, y no se puede decir que en estos momentos no sea necesario medir el crecimiento económico. Ahora más que nunca la felicidad no está presente. No es que “íbamos muy bien” y la pandemia generó está problemática. El país tiene una crisis económica desde hace 25 años que se acentuó este 2020. Esto dicen los otros datos.

Profesor de Tiempo Completo, UAdeC