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Soy de barrio
Tal vez no soy de tu barrio, pero sí soy de barrio. Viví los primeros años de mi vida en un barrio de la etnia polaca, a pesar de que esa sangre solo es la cuarta parte de la que corre por mis venas. El resto de mi sangre es irlandesa, escocesa, y alemana. Mi apellido es escocés. Viví a temprana edad en un lugar de costumbres europeos y economía de clase media trabajadora, de cuello azul. Mi padre trabajó en la construcción. Mi padrastro era obrero de fábrica. Un tío manejaba un camión que entregaba bloques de hielo a restaurantes, tiendas familiares, y casas que aún tenían hieleras en vez de refrigeradores. Tuve parientes maestros y secretarias y uno que otro militar. Teníamos coches de los modelos que hacían las grandes fábricas automotrices para la “gente de clase media”.
En casa había comida común. Cada semana salíamos o pedíamos para llevar en algún lado. Íbamos de vacaciones una vez al año. Íbamos al circo y al rodeo, a los fuegos artificiales el 4 de julio y al beisbol, una vez al año. Adoro el beisbol. Fui a escuelas públicas, a pie. Visitaba el centro comercial a ver tiendas y a comprar, tal vez un disco de 45 revoluciones. Trabajé desde los 13 años, como niñera y limpiando casas.
En estos días he estado recordando la película Gran Torino de Clint Eastwood. Si alguien quiere saber de mi barrio, en esa película sale. Y en la última escena se ve uno de mis paseos favoritos, la calle que pasa junto al lago Santa Clara, con sus vestigios de ambiente marítimo tierra adentro.