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"Sorolla y la moda”, un homenaje a la mujer, al siglo XX y a la belleza
Cuando hace tres años nació la idea de la exposición "Sorolla y la moda", nadie se imaginaba que evolucionaría hasta convertirse en una muestra que "no tiene nada que ver ni con Sorolla ni con la moda", cuenta el comisario, Eloy Martínez de la Pera.
Este recorrido por los retratos del célebre pintor español Joaquín Sorolla (1863-1923) y la moda de finales del siglo XIX y principios del XX, que presentaron hoy en Madrid de forma conjunta el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza y el Museo Sorolla, va mucho más allá. "Es un homenaje a la mujer, a la Europa del 1900 y a lo bello", resume el comisario.
La exposición, que estará abierta al público desde mañana y hasta el 27 de mayo, muestra la modernidad de Sorolla, "la magnificencia de sus retratos" y "habla del cambio que se produce en la moda y en la mujer", explica Martínez de la Pera.
"(Sorolla) era un moderno, pero moderno de verdad", insiste el comisario. Esto se refleja en cuadros como "Elena con túnica amarilla", en el que el pintor retrató a su hija vestida con un Delphos del diseñador Mariano Fortuny Madrazo comprado por el propio Sorolla para ella. Se trataba un vestido que rompía con el encorsetamiento de la época y reflejaba la evolución de la mujer.
Era un momento en el que las sufragistas en Reino Unido luchaban por adquirir un papel más importante en la sociedad, en el que las mujeres empezaban a querer salir a las calles solas sin tener que estar acompañadas por un hombre y en el que se abren los grandes almacenes a los que pueden ir con sus amigas, cuenta Martínez de la Pera.
"La mujer empieza a vestirse para sí misma, no solamente para su marido", añade. "Esta es una exposición que en el fondo es un cuento que nos va a trasladar a la Europa de finales del siglo XIX", concluye. "Y Sorolla es el narrador".
La muestra dividida en dos sedes se centra en determinados retratos realizados por Sorolla entre 1890 y 1920, en los que aparecen tanto miembros de su familia como personalidades de la época. Junto a ellos se exponen vestidos y trajes exquisitos -de ateliers y diseñadores como Fortuny y Madrazos o Charles Frederick Worth- que encajan a la perfección con los de los cuadros y con la época en que fueron pintados.
También se muestran complementos e incluso muebles, en ocasiones los originales, que aparecen en las imágenes, de modo que los retratos quedan totalmente contextualizados y se logra un efecto espejo. "Lo de fuera y lo de dentro, lo que aquí y lo de allí, lo de ahora y lo de entonces se responde", describe Guillermo Solana, director artístico del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.
Al recorrer las dos partes de la exposición, el visitante se adentra en "una máquina del tiempo", como dice Solana, que le traslada al pasado y que le permite no solo disfrutar de la belleza de la obra de Sorolla y su calidad, sino de la historia que hay detrás.
La exposición presenta a un Sorolla observador y curioso, amante de la moda. A través de las cartas escritas por el propio pintor valenciano, expuestas en la muestra, se descubre a un hombre que disfrutaba comprando vestidos y zapatos para su mujer, Clotilde, y sus hijas.
Por otro lado, obras como "Clotilde vestida de blanco", prestada por el Metropólitan de Nueva York, desvelan la maestría con el negro del artista conocido por sus blancos, destaca el comisario de la exposición.
Pero por encima de todo, los retratos demuestran la importancia que daba Sorolla a la mujer. Por eso Martínez de la Pera solo desea que, tras recorrer las salas de la exposición, el visitante sienta "orgullo de un momento histórico: un momento en el que realmente empezó a amarse cien por cien a la mujer”.