'Somoza me dejó sin niñez': Ligia Urroz

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'Somoza me dejó sin niñez': Ligia Urroz

Ligia Urroz, autora nicaragüense radicada en México dedica su novela reciente a Anastasio Somoza Debayle./Foto:Cortesía Editorial Planeta
En su reciente novela, “Somoza, La novela del hombre que robó los sueños de una nación”, la escritora reflexiona sobre su cercanía con el que fuera una figura dictatorial de latinoamérica

Ligia Urroz tenía 11 años cuando llegó exiliada a nuestro país. Originaria de Managua, Nicaragua; la suya era una familia cercana al general Anastasio Somoza Debayle, su abuelo era cónsul de aquel país en México durante la dictadura, por eso tenían una estrecha relación. Y tuvo que madurar de golpe, “es una cosa que le puedo reclamar a Somoza, 'me dejaste sin niñez', que era una niñez feliz y de pronto se cortó de tajo, de esa niñez salté a una madurez con los impactos de la guerra”.

“Somoza, La novela del hombre que robó los sueños de una nación” es su más reciente libro, en donde, a través de una narración ficcionada, muestra una versión amplia, de matices, del dictador que marcó a Nicaragua y a aquella niña de 11 años que dejó su país a los 11 años.

Cuando converso con Ligia, ella relata como su vida en Nicaragua era la de una “niña normal”, es decir, iba al colegio, a clases de guitarra, a ballet, junto con su hermana. “Los fines de semana íbamos a la casa de Somoza, a su finca que tenía en el mar. Yo lo veía a él como una persona común y corriente, no tenía un aparato de seguridad impresionante como pueden tener los presidentes ahora”, describe.

En el momento en que llegó la guerra, llegó también el estado de sitio. La gente tuvo que quedarse en su casa, “no podías salir más allá de las seis de la tarde y empieza esta guerra tan terrible. Puedes ver a los bombarderos como dejaban caer las bombas, veía a los francotiradores. No había agua, no había teléfono”, relata.

Entre las cosas que más la impactaron fue ver pasar a los “camiones que llevaban los cuerpos y que los iban apilando. Ver los rostros de la muerte, estas caras de encontrar la muerte en un momento terrible. Ver los miembros superiores e inferiores de las personas salidos, eso fue lo que más me impresionó”.

Con esta novela Urroz se reconcilió consigo misma y con aquella niña que de un día para otro tuvo que aprender a vivir otra realidad.

“Quería llenar huecos en mi historia, armar este rompecabezas de qué era lo que estaba pasando y lo hice a través de la figura de Somoza y también la muestro desde estos lentes del todo”.

El libro de Ligia Urroz está dividido en dos partes, en la primera cuenta cómo se planeó y se logró el asesinato de Anastasio Somoza Debayle y en la segunda le da voz a la niña que ella fue.

Dice que decidió novelar esta historia, “por que era la manera en que podía contar desde dentro de Ligia niña y desde dentro de Ligia adulta. Y además no quería dejar un testimonio histórico, quería dejar una novela”. Y aunque los personajes se llaman como realmente eran, Ligia reitera, “es novela, hay ficción en ella”.

Al llegar a México se dio cuenta de que aquella persona que con ella era amable y a quien apreciaba, en nuestro país era considerado un dictador, “un asesino”.

La autora reconoce que su novela habla también de poder y de la condición humana, “si tu hablas de una persona, te das cuenta que no somos ni buenos ni malos, te das cuenta que oscilamos entre uno y otro. Tenemos nuestros momentos de oscuridad y nuestros momentos luminosos. Y eso fue lo que quise poner en la novela”.

Gracias a este libro, Ligia Urroz vivió una catársis pues durante mucho tiempo tuvo que callar todo lo vivido, desde su llegada a México sus padres le dijeron que no podía decir nada porque Somoza era repudiado por la gente en nuestro país. “Hasta ahora que ya lo escribí, que pude revelar todas estas vivencias, hice un ejercicio de soltar peso, de soltar cuestiones que traes adentro, que no se las has dicho a nadie”.

Pregunto que tras las 240 páginas del libro, qué es lo que ella considera que genera la guerra y responde con certeza, “división, a mi me duele que haya profundas divisiones entre hermanos. En vez de dividir deberíamos de conciliar, si conciliáramos nos pondríamos de acuerdo. Creo que la guerra se cimenta en odios de diferencias, que se perciben cada vez más profundas”.

En una parte de la novela, ella cuestiona que se haya derramado tanta sangre si las cosas siguen igual. “El presidente ahora instauró otra dictadura y él fue uno de los que quitó al gobierno de Somoza, por que él era un revolucionario. Y la gente que llegó con la revolución se quedó con la casas de los ricos, las casas de la clase media alta y se instaló en ellas. Hicieron lo que supuestamente iban a quitar, la dictadura se replica, no hay libertad de prensa, que era por lo que pelearon”, concluye.

Foto: Cortesía Editorial Planeta