Someten al escrutinio un dibujo para determinar si la obra salió del pincel de Da Vinci
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Someten al escrutinio un dibujo para determinar si la obra salió del pincel de Da Vinci
Protegido durante años en un museo al norte de París, un delicado carboncillo sobre papel que representa a una Gioconda desnuda ha abandonado su hogar para someterse al escrutinio de especialistas, que tratan de determinar si la obra salió del pincel de Leonardo da Vinci.
Serán necesarios meses de observación para determinar si el cuadro, que guarda un gran parecido con el icono del museo del Louvre, fue pintado por el maestro florentino, por alumnos suyos o por alguno de sus talentosos discípulos.
De confirmarse la autoría de Leonardo, sería la única Gioconda desnuda conservada atribuida al autor.
Las primeras conclusiones reveladas por los expertos permiten ser concluyentes, según explica a Efe el conservador del Museo Condé, Mathieu Deldicque, en cuyos fondos del Palacio de Chantilly, al norte de París, se encuentra el cuadro.
Los especialistas del Centro de Investigación y Restauración de Francia, que se encuentra en los sótanos del Louvre, a pocos metros de su hermana mayor, han determinado ya que el papel que contiene la Gioconda desnuda es de entre 1485 y 1538, un periodo que abarca la vida del artista toscano (1452-1519).
Y también que fue comercializado en Italia, país en el que nació y donde vivió muchos años Leonardo.
La sonrisa de la Gioconda desnuda recuerda a la enigmática de su precursora; el gesto de las manos y el estilo de las mismas también invita a pensar a las del cuadro de Louvre.
Pero todavía es pronto para sacar conclusiones definitivas sobre el cuadro.
Deldicque espera tener un veredicto antes de que en 2019 abra en su museo una gran retrospectiva sobre Da Vinci, coincidiendo con el 500 aniversario de su fallecimiento.
Fue por ese motivo por el que los responsables del Museo Condé, que alberga el rico legado del duque de Aumale, el mayor coleccionista de Francia del siglo XIX, se decidieron a dejar salir de sus fondos un papel cuyo delicado estado había condenado al inmovilismo durante años.
El misterio ha rodeado a la obra y ha instalado la controversia sobre la autoría del cuadro.
Deldicque no tiene dudas de que el tema de la Gioconda desnuda "procede de la órbita" del maestro toscano.
"El motivo lo ideó él y se reprodujo en muchas ocasiones. Pero no es descartable que ésta sea obra de uno de sus más destacados discípulos", indicó Deldicque.
Los peritos del Louvre, una decena que han trabajado ya sobre el delicado papel, no han podido ir todavía más lejos y es posible que no lleguen a concluir de forma taxativa que la mano de Leonardo intervino en su factura.
En la siguiente fase apelarán a especialistas de todo el mundo en la obra de Leonardo en busca de detalles en los trazos de carboncillo que contiene la doble hoja, de 72 por 54 centímetros.
El maestro pintaba con la zurda y albergan la esperanza de poder determinar con qué mano fue pintada la Gioconda desnuda.
Junto al rostro, en el fondo pintado de blanco que cubre totalmente el original e impide apreciar lo que contenía, se han determinado trazos pintados por una mano derecha, pero no es concluyente ya que esa parte fue pintada mucho después del dibujo.
Los rastros de agujeros que rodean el papel invitan a pensar que el dibujo era una obra preparatoria de una gran tela o de un panel de madera, pegado junto a otros por su autor.
Deldicque cree que, de ser de Leonardo, la obra correspondería a los últimos años de su vida, posterior a la original del Louvre, en la que el maestro trabajó durante años.
"Leonardo no daba nunca por terminada una obra, era muy perfeccionista, por eso será difícil determinar si en algún momento pudo trabajó en paralelo en ambas", señala.
El museo Condé quiere reagrupar en sus salas el mayor número posible de las Giocondas desnudas que hay en el mundo, entre ellas, la que adorna los muros del museo Hermitage de San Petesburgo, que sus responsables consideran la de mejor calidad.
La guinda del pastel sería poder presentar una Gioconda desnudada por el propio Leonardo. O, en su defecto, alimentar el misterio que rodea al icono de la pintura de Da Vinci.