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Sobre la corrupción; en el filo de la navaja, entre la justicia y lo justo
El tema es problemático porque se sitúa en el filo de la navaja: entre la justicia y lo justo. La justicia se refiere a un órgano externo de cada sociedad que implica juicios y castigos, aun cuando éstos sean de tipo anímico: infamar a quien violó las leyes. Ahora estamos estrenando una revisión de delitos que cometieron algunas personas aprovechando el sitio de poder que tenían en puestos de gobierno para hacerse de fortunas que jamás habrían ganado trabajando honestamente. Por supuesto que no debemos reservar el concepto únicamente al enriquecimiento, puede aplicarse al acoso sexual o a venganzas personales en que el poder se usa para fines que no tienen qué ver con las obligaciones del cargo.
Mencioné “lo justo” porque puede ayudar a entender que, si la justicia implica juicio y castigo o declaración de inocencia, lo justo conduce al derecho más inalienable de las personas y que no siempre está incorporado a las leyes y reglamentos. Es lo que alguien merece independientemente de que le aseguren una protección social. El caso de George Floyd es, sin lugar a dudas, muy instructivo: un señor negro es acusado de haber pagado algo en una tienda con un billete falso. Es perseguido y asesinado por un policía. No sabemos si era culpable, sólo que pidió piedad: “¡no puedo respirar!”. Negro y pobre fueron dos “rasgos” que permitieron su muerte. Y la gente inició un movimiento contra el racismo que se extendió en la práctica al mundo entero: europeos, rusos, chinos, judíos, árabes, chilenos. Floyd jamás averiguará lo que originó. Su asesinato tan gratuito, tan torpe suscitó una rebelión casi mundial misma que puede costarle la presidencia a Donald Trump.
Regreso al concepto de justicia; dejo lo justo para luego (me ilumina el libro de Paul Ricoeur, “Lo Justo”, una pequeña obra maestra). Y me preocupa la justicia por el momento que vivimos. Emilio Lozoya se arregla con el poder para salvar el pellejo y entrega datos, nombres, fechas, videos y cuentas a cambio de un trato misericordioso. Tiene ese derecho, pero invade (él o sus oyentes) un campo delicado.
El concepto justicia emerge de muy lejos en el tiempo. El gran lingüista Emile Benveniste dice que su raíz proviene del antiguo Irán y que significa y ha significado siempre equilibrio, emparejamiento, igualación. Aseguraría que la ley, la justicia esté por encima de la situación personal o grupal. Un pobre y un rico tienen los mismos derechos, aunque en la realidad jamás sean iguales.
Lozoya declara nuevos nombres cada día. El fiscal, el aparato judicial deberían tener la obligación de estudiar sus dichos y testimonios hasta lograr ese equilibrio y luego castigar a quien lo desemparejó.
Tengo claro que se ha abusado al pasar a los medios los datos que ahí aparecen; no es un buen proceder porque con uno sólo que fuese inocente se vendría abajo el aparato. Ahora bien, la corrupción ha sido tan constante y evidente que uno se pregunta si lo que vemos no es la medida que el pueblo esperaba. No es lo justo, pero es lo que sucede.
Todo mundo afirma que somos un País corrupto y esta definición en sí es injusta y vergonzosa. Ante lo evidente no hay donde refugiarse. El recurso al pasado es igualmente denostador: se dice que después de la revolución no ha habido más que un presidente honesto, Adolfo Ruiz Cortines. Recuento tristísimo. ¿Y antes?, se nombran tres: Porfirio Díaz, Francisco Madero y Adolfo de la Huerta. ¿Y antes?, uno sólo en el siglo 19.
Puede ser que los lectores piensen que me voy a contradecir con lo afirmado arriba cuando diga lo que sigue. No creo que haya un sexenio tan perverso como el de Enrique Peña Nieto, lo cual no es aprobación de los demás. Fue tan evidente, desde su primer día, y antes, que ni siquiera tuvo el cuidado de esconder nada. La Casa Blanca de su amante, la casa que su exesposa compró en Suiza (misma persona).
¿Y los gobernadores?, me refiero a muchos, no sólo a los de Coahuila, ¿qué opino? La gente habla, y dice, y se enoja, y refiere hechos. Los dos Duarte, Veracruz y Chihuahua, se llevaron el premio a las ratas más cínicas del mundo. No fueron los únicos, la lista podría crecer desmesuradamente. Haga usted la suya y creo que coincidiremos en varios.