Sobre el cuadrilátero

Usted está aquí

Sobre el cuadrilátero

Allí, sobre el cuadrilátero, se reunió un grupo de hombres, todos en personaje.  Luchadores. Vestuarios de colores, algunos enmascarados, todos conocidos entre el público por sus nombres artísticos (la lucha libre es un arte). Por un momento rudos y técnicos se quedaron al pendiente mientras el anunciador llamaba a una chica que estaba presente en las gradas, pidiéndole que se subiera al “ring”. Frente a ella, uno de los luchadores (enmascarado, de traje azul y dorado) se puso sobre una rodilla y sacó un cartelito. “¿Te quieres casar conmigo?” Con la otra mano sacó un anillo. Ella dijo que sí.  

Podría escribir sobre la fantasía patriarcal que constituye el amor romántico, o sobre estadísticas de matrimonios y divorcios, o sobre lo que significa construir una relación de pareja. Podría recordar tantas propuestas de matrimonio más que menos creativas y divertidas, o podría hasta ponerme nostálgica y pensar en cómo me hubiera gustado que a mí me propusieran matrimonio, o siquiera una relación (ya sé que he estado casada y he tenido otra relación muy larga, pero eso no significa mucho en el sentido de declaraciones ni fantasías románticas).

Pero por ahora prefiero admitir que me puso muy feliz ser testigo de lo que espero sea una relación hermosa. Por ahora prefiero apreciar lo apropiado y lo poético de una declaración de amor hecha dentro de un espacio amado, en un momento en que parece que la vida vuelve a tomar un poco de fuerza y nos aporta la esperanza de poder navegar el futuro, tal vez hasta de la mano de otro. ¡Bendiciones, chicos!