Soberanía salvadora

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Soberanía salvadora

Especial

Nuevo León tiene todo lo necesario para ser primer mundo. Nos frenan y jalan hacia abajo dos cosas: gobernantes timoratos y un pacto federal desventajoso.

Una gran parte del entusiasmo que en su momento generó la elección de Jaime Rodríguez “El Bronco” fue sin duda que capturaba el espíritu de rebeldía de los neoleoneses frente a la federación. No quiero hablar de la oportunidad entonces desperdiciada, sino de la que ahora se vuelve a presentar.

Con el Presidente de la República haciendo comentarios y regaños cada vez más ridículos, la suerte del país está echada. El señor está demostrando que ni sabe, ni puede y lo que quiere no nos sirve.

No digo que Andrés Manuel López Obrador le quedó muy chiquito a la crisis del COVID-19, sino que para lo demás tampoco sirve gran cosa, es un inútil. Nos lleva a un posible desastre por la vía de las malas decisiones y su inquebrantable terquedad.

En esas circunstancias, varios gobernadores de diversos estados han planteado como solución la necesidad de revisar el convenio de coordinación fiscal que hace el reparto de los dineros de impuestos captados. Es tan ridículo este convenio que 80 por ciento se lo queda el gobierno federal y a los estados y municipios les dan un mísero 15 y 5 por ciento, respectivamente.

A Nuevo León le va peor. Nuestro reparto es tan solo un 17 por ciento de lo que aportamos a la canasta nacional. Estoy seguro que ello se debe a beneficios escondidos para la Ciudad de México que recibe fondos federales para educación y para subsidiar el Metro que nosotros no. En suma Nuevo León es el patito feo de mamá federación.

Revisar el convenio de reparto de impuestos suena bien, pero sería tardado y requiere de mucha labor política para armar consensos y mayorías. El horno no está para bollos, ni el sartén para papitas. Necesitamos una solución más unilateral y radical.

Lo que “El Bronco” no gestionó al inicio de su sexenio debería armarlo ahora. Y si le faltan sesos o tripas entonces la responsabilidad recae en el Congreso del Estado. Me refiero a que Nuevo León invoque su soberanía original y rompa con el pacto federal para recuperar sus finanzas sanas y poder sortear la crisis que nos viene por doble partida.

Sobran abogados talentosos que armen la declaración respectiva. El pueblo de Nuevo León, se volcaría en apoyo a este pronunciamiento. No es que queramos dejar de ser mexicanos ni unirnos a los Estados Unidos como lo alegaba Manuel Bartlett para justificar el robo de votos durante los años ochenta.

Nuestra invocación de la soberanía es un acto de defensa propia. Insisto, tenemos el peor presidente para el peor momento de la historia. Hay que reconocer que le quedó muy grande la silla. Y Nuevo León le hará un bien a todo el país porque estoy seguro que otros estados estarían emulando este acto valiente. Habría júbilo nacional. Quizá solo los chilangos pondrían el grito en el cielo, pero ni modo, al fin que ellos encumbraron al susodicho.

Nuevo León ha sido despojado de sus legítimos ingresos y por esta razón es que debe tanto dinero. Los gastos no se pueden recortar a placer y con la crisis actual, el crecimiento de la deuda será insostenible. La única solución es armarse de valor y dejar el pacto federal por un rato, mientras enderezamos el rumbo.

Este tema me recuerda el libro de un exdirector de El Norte llamado “Nuevo León: un estado sin impuestos”. Sugería tomar la recaudación de varios años, invertirla en la industria y el comercio regios. Con los intereses generados por ese torrente financiero podríamos vivir sin cobrar impuestos para el resto de nuestros días.

Estaremos obligados a quedarnos en casa por un rato, pero de ninguna de manera acobardados. Andrés no entiende ni entenderá así que nos toca actuar en defensa propia. Que Jalisco, Tamaulipas, Querétaro, Coahuila y Chihuahua se unan en su momento. Hay que poner un hasta aquí al imperio de la Gran Tenochtitlán. Nunca habrá mejor momento que ahora.

javierlivas@mac.com