Síndrome del tamal; la naturaleza humana es ser negativos como mecanismo natural de defensa
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Síndrome del tamal; la naturaleza humana es ser negativos como mecanismo natural de defensa
Suena el despertador y antes de que pueda sentirme completamente despierto ya revisé los mensajes que llegaron durante la noche. Lo que antes se sentía como una diversidad de mensajes casuales, simplones, graciosos y alguna que otra noticia “relevante”, ahora parece haberse convertido en una avalancha imparable de malas noticias, pesimismo, críticas, “análisis” que busca y encuentra el peor ángulo sin importar los datos duros. Hasta los chistes se vuelven de humor negro y fatalistas. Queda poco ancho de banda para lo casual, lo gracioso que también es simple, las buenas noticias de familiares y amigos, señales de esperanza o de mejora, así sea en el cotidiano pronóstico del clima.
Especialmente en redes sociales existe una plaga de verdades a la medida de quien empuja cualquier tipo de ángulo sobre la realidad. No son solamente las fake news, es un aparente apetito insaciable por no sólo moldear la realidad a nuestro antojo, armados de cualquier “dato” que nos hayamos topado en internet, sino por darle un ángulo negativo a cualquier evento, noticia o rumor. Parecería que el barco se hunde sin remedio, no hay nada por hacer, el meteorito viene de nuevo a acabar con la vida en el planeta. Casi nadie tiene ánimo de buscar desengañarse, la corriente es demasiado fuerte y arrastra todo lo que se encuentra; pocos logran nadar a la orilla para poder pararse, desaturdirse, levantar la cabeza y ver más allá de las aguas turbulentas de esta sección del río para darse cuenta de que hay calma en el horizonte. Es esa sensación de turbulencia permanente la que probablemente nos tiene tan ciclados como a un hámster en su jaula, simplemente no avanzamos y seguimos atorados en la negatividad que nos es alimentada, sí, por líderes ineptos, funcionarios corruptos y noticias malas que son reales, pero principalmente por familiares y amigos que inexplicablemente se sienten satisfechos de señalar todo lo que está mal, como si no fuéramos capaces de darnos cuenta por nosotros mismos. Y aquí es donde aplica la famosa y profunda frase: “No todo lo que está mal, es tamal”.
Tal vez existe una explicación razonable a este pesimismo y negatividad tan fuerte. Hay un estudio académico publicado en 2001 que sostiene que lo malo es más fuerte que lo bueno (“Bad is Stronger than Good”; Baumeister, Bratslavsky, Finkenauer y Vohs). Ahí los autores sostienen que diversos fenómenos psicológicos parecen comprobar el principio de que lo malo es más fuerte que lo bueno. Dicen que eventos cotidianos negativos tienen consecuencias más duraderas y fuertes que los positivos. Que hay patrones de aprendizaje que sugieren que las cosas malas se aprenden más rápida y efectivamente. Hay investigaciones que indican que comportamientos negativos y conflictivos en nuestro círculo social (social network le llamaron ellos en 2001, tres años antes de que existiera Facebook) tienen efectos más fuertes que comportamientos positivos o de apoyo. Que las cosas malas reciben más atención que las buenas. Que los estereotipos o reputaciones malas son más fáciles de adquirir, y difíciles de borrar, que las reputaciones o estereotipos buenos. Que la retroalimentación negativa tiene efectos más fuertes que la positiva. Que la mala salud tiene un mayor impacto en la felicidad que la buena salud y que la misma salud es más afectada por el pesimismo que por el optimismo. Y sostienen que el mayor impacto de lo malo sobre lo bueno es extremadamente generalizado. Entre sus conclusiones me llamó la atención el párrafo que dice: “cuando las personas están tomando decisiones sobre eventos específicos inminentes, parecen más motivadas a evitar un resultado negativo que a buscar un resultado positivo”. Sin embargo, los autores encuentran tal vez el lado positivo de ser negativos. Dicen que el hecho de que las personas tengan una propensión a que lo malo sea más fuerte que lo bueno les da una ventaja de adaptación que nos da una mejor probabilidad de sobrevivir. Por ejemplo, humanos que nacen insensibles al dolor tienden a morir mucho antes que quienes sí sienten dolor. Y así, los autores sugieren que tal vez está bien que lo malo sea más fuerte que lo bueno, a nivel personal y a nivel evolutivo.
Aunque me rehúso a aceptar que todo está mal y me gustaría ver más noticias y señales positivas a mi alrededor, me suena atinada esta teoría; parece que es un mecanismo de defensa humano el ser negativos. Si somos suficientemente pesimistas, cualquiera que sea el resultado de un evento nos será neutral o hasta positivo y lo que necesitamos es encontrar muchas pequeñas victorias de lo bueno sobre lo malo para enderezar el marcador global. Ahí está el reto, encontrar puntos brillantes para contrarrestar el sentimiento negativo que nos envuelve. Creo que sí es posible.