Sin música baila el trompo ...y con él sus ilusiones: Jovencitos del oriente de Saltillo sobreviven pese a generación gamer

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Sin música baila el trompo ...y con él sus ilusiones: Jovencitos del oriente de Saltillo sobreviven pese a generación gamer

Desafío. “Échate ese trompo a la uña”, la frase repetida hasta el cansancio en el siglo pasado casi está muerta, aunque la práctica de hacer bailar este artilugio sigue vive. Fotos: ANA LUISA CASAS
Ellos transforman patios y banquetas en espacio propicio para el juego y le dan vida a una tradición mexicana

La adrenalina de bailar un trompo sobrevive. Los niños enredan un lienzo como carrete, lo lanzan sobre el aire con fuerza y logran que gire con velocidad. Entusiasmados, compiten por ser el mejor.

Pese a la generación de videojuegos que actualmente entretiene más de cinco horas a niños y jóvenes, este juego tradicional mexicano permanece en colonias de la periferia como uno de los juegos que todavía se observa en la terracería de sus barrios.

Niños de entre 8 y 15 años de edad convierten este tradicional juguete en un festín con el viento, volando desde su propia altura trompos de colores, brillantes, de madera o metal, todas las tardes.

Entusiastas. Un grupo de jovencitos decidió dejar la sala de su casa para salir a darle vida a un tradicional juego mexicano.

La nula posibilidad de rentar películas, ver televisión de paga, entretenerse con videojuegos, celulares o tablets, lleva a los niños que radican en las colonias Privada de La Torre, Zaragoza, Fundadores y Mirasierra a convertir sus patios y banquetas en una pista para bailar los trompos.

UN PRODUCTO QUE SE VENDE BIEN

Papelerías como “La Torre”, promueven las competencias, juegos y venta de este juguete con el propósito de que este tipo de actividades al aire libre no desvanezcan con el tiempo, como ha ocurrido con otros juegos típicos mexicanos.

Persistentes. Los habituales jugadores practican suertes hasta el cansancio para dominarlas.

 “Los niños se ven sorprendidos cuando los ven, algunos no los conocen, los compran y sus padres, que son de generaciones que sí los usaban, les enseñan, uniendo también, de algún modo, a las familias”, expresó David Ilizaliturri, propietario de la papelería.

TIENEN TEMPORADA ALTA Y COMPETENCIAS PROPIAS

Al menos una vez al año, se realizan competencias con la participación de 15 a 20 niños en los meses de agosto y septiembre, siendo la temporada en que más auge tiene la venta de los trompos con un costo de entre 10 y 20 pesos.

“Invitamos a los niños a separarse de los monitores un rato e intentar girar un trompo como lo hacían sus padres, en parte como un rescate a esos tradicionales juegos que antes hicieron reír a sus padres, pero también como una actividad que requiere de destreza y paciencia”, agregó David Ilizaliturri.