El Atlético de Madrid se instaló en la realeza europea. Lejos de ser una apreciación subjetiva, la afirmación se sustenta con un dato relevante: sólo Real Madrid, Barcelona, Bayern Múnich y el equipo rojiblanco entraron en las últimas cuatro ediciones de los cuartos de final de la Liga de Campeones.

Queda ya muy lejos el estigma de "perdedor" que tradicionalmente se asoció al club madrileño. "El Pupas", se le llamó para definir su infortunio. Ahora nadie se acuerda de semejante calificativo y ya sólo le falta coronar su ascensión con su primer título de Liga de Campeones. ¿Será este año tras disputar y perder dos de las últimas tres finales?

"Las sensaciones son increíbles. Que nosotros, siendo el Atleti, estemos por cuarto año consecutivo en cuartos es un mérito increíble. Es una competición que nos gusta y nos ilusiona. Sólo nos falta levantarla", aseguró el miércoles el central Lucas Hernández tras eliminar el Bayer Leverkusen.

Lo que es seguro es que el Atlético ya es capaz de jugar de igual a igual ante cualquier coloso europeo y su margen de fiabilidad es más que amplio. Sin ir más lejos, en la presente edición quedó primero de grupo por delante del Bayern Múnich, al que ya eliminó en semifinales hace un año.

"El 'Atleti' está siendo un grande de Europa los últimos años. Estar en dos finales, cuatro cuartos de final seguidos, claro que es un grande de Europa. Quiere decir mucho de este club", opinó Lucas Hernández.

El momento de inflexión del Atlético tiene fecha. Fue el 23 de enero de 2013, cuando Diego Simeone firmó como entrenador del club rojiblanco, que por entonces viajaba a la deriva. El estadio Vicente Calderón era un hervidero y cada tarde se llenaba de abucheos a directivos y jugadores.

Ídolo de su hinchada tras años de servicio al club como jugador, Simeone fue la tabla de salvación de los dirigentes rojiblancos. Cualquier previsión optimista quedó ampliamente superada por los registros del entrenador durante su primera aventura en Europa.

Por el camino fueron cayendo una Liga española, una Supercopa de Europa, una Supercopa de España, una Liga Europa y una Copa del Rey. Simeone se reveló no sólo como un entrenador capaz de motivar a un grupo, sino como un técnico de amplia preparación táctica, capaz de intimidar a cualquier rival. "Molestamos", fue una de las palabras más pronunciadas por el argentino.

Al tiempo, los éxitos en la Liga de Campeones propiciaron un saneamiento económico que le vino muy bien a la entidad. Con los ingresos procedentes de UEFA y la atracción de nuevos patrocinios, pudo fichar y ya no se tuvo que ocupar de vender a sus estrellas, como hacía hasta hace bien poco.

Precisamente, de la estabilidad del club es de lo que más satisfecho se siente Simeone. "Muy contento por el club, por el futbolista. Un año más han logrado el pase en una eliminatoria muy compleja. Es un gran esfuerzo de los futbolistas, un gran trabajo del club", dijo.

Quienes conocen a Simeone aseguran que no se olvida de la última final de la Liga de Campeones, en la que cayó ante el Real Madrid por penales. El argentino recibió críticas y hasta dudó sobre si seguir o no en el Atlético. Decidió quedarse, quizá en busca de una oportunidad de revancha.

Fuera de la pelea por el título de la Liga española y eliminado prematuramente de la Copa del Rey, al Atlético sólo le queda la Liga de Campeones. Sus hinchas piensan que esta vez sí, que esta vez es la oportunidad de ajustar cuentas con la historia.

"Todos han dado su trabajo para estar entre los ocho mejores de Europa. Es un paso importante, pero sólo un paso. Siempre hay entusiasmo, ilusión. Esté uno mejor o peor, la Champions es especial y este paso, para el club, es muy importante", razonó Simeone tras convertir en rutina lo excepcional.