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‘Sicario: Día del Soldado’, una historia innecesaria
Calificación: 7.2 de diez
¿Cómo deben ser las secuelas? Algunas se hacen para seguir vendiendo una franquicia que se alarga innecesariamente, otras son parte de la historia, cuando se trata de adaptaciones de libros u otras tramas que no caben en un solo largometraje. Se debe, primero, comprender qué hizo buena a la primera y tomar esos elementos en espera de hacer algo mucho mejor con ellos, sin que sea una copia exacta. Si se trata de los mismos personajes, se debe buscar explorarlos desde otros ángulos y/o darles crecimiento dramático. ¿Cumple con esto “Sicario: Día del Soldado” (“Sicario: Day of the Soldado”)? En algunas cosas, pero en la mayoría no. Para empezar, esta segunda parte viene de “Sicario” (2015), una historia que en ningún momento pedía o necesitaba continuar de alguna forma.
Aunque se comprende eso y esta es más bien otra aventura con algunos personajes de aquella cinta, cuesta trabajo agarrarle el ritmo pues se trata de una obra sumamente inferior, aunque no por ello pésima.
En esta ocasión, Matt Graver (Josh Brolin), agente especial de la CIA, tiene la misión de desatar una guerra entre los cárteles del narcotráfico en México, luego de supuestos vínculos con el terrorismo, con la intención de acabar con ellos utilizando métodos poco ortodoxos. Así que Matt busca a su mejor aliado para este tipo de situaciones: Alejandro Gillick (Benicio del Toro). Ellos junto a un equipo de criminales-agentes especialistas secuestrarán a la hija de un líder narco, entre otras provocaciones que involucran muerte y balaceras. El plan, sin embargo, se saldrá de control y diversos elementos de organizaciones criminales, personas del gobierno y otros pintorescos personajes se verán involucrados en medio de un caos que se complica con cada paso que dan.
La historia es en realidad sencilla, aunque la película dura poco más de dos horas y tiene un sinfín de elementos y subtramas que parecen rebuscadas. Quitémosle una media hora y tendríamos una cinta de acción mucho más sólida. La razón por la que el filme se siente lento y torpe es por un conflicto que suele ocurrir a veces: falta de armonía entre guión y dirección. Además del elenco, otro regreso de la película anterior es el guionista Taylor Sheridan. En la cinta de 2015 ocurrió una especie de milagro: un gran guionista se juntó con un fantástico director, Denis Villeneuve. Ambos hicieron magia, pues la precisión de Sheridan en el papel, se tradujo de forma espectacular a la pantalla grande gracias a Villeneuve. El director de “Sicario 2” es Stefano Sollima, quien no supo conseguir el mismo resultado.
¿Pero que tal si el nuevo guión de Sheridan tampoco era tan bueno? Puede ser, pero noto destellos de buenas ideas a lo largo del filme y la historia, en sí, no es mala. Son decisiones de la dirección las que le quitan el mérito. Por ejemplo, hay una idea sobre los niños involucrados, por diversas circunstancias, dentro de toda esta violenta historia. Uno de ellos, un joven que empieza a trabajar para un cartel, parece que no tiene absolutamente nada que ver con todo lo demás. Lo vemos de vez en cuando, pasa un rato y luego regresa y al final su función en el conflicto central se utiliza para el beneficio de uno de los personajes principales. Del otro niño, la hija secuestrada del narco, sabemos poco, si bien había varias oportunidades para ahondar más en este personaje. Las intenciones de hacerlo son claras, desde la primera escena donde aparece.
Este es un ejemplo, hay otros. Es decir, lo que parece ser un conjunto casi aleatorio de situaciones de violencia y muerte, tenía una estructura mucho más sólida. En la película parecen escenas pegadas con parches, sin ton ni son, casi como si de un problema de edición se tratara. Hay una historia grande, pero hay otras pequeñas subtramas dentro de ella, las que, según alcanzo a ver, eran el corazón de todo el asunto, el meollo, el mensaje o más bien la crítica, aunque no se perciben como tal. Recordemos que tratando del narco y todo lo que lo rodea, hay cierto mensaje socio-político. Por otro lado, también es una cinta de acción. Volviendo al milagro fílmico que fue la predecesora, aquella equilibró a la perfección fantasía y realidad, acción y drama. Si bien trata del narco, al final es un conflicto exagerado, quizá alejado de la realidad y es ahí donde se vuelve una cinta de acción. No es fácil manejar el ritmo de ambos elementos.
“Sicario 2” busca hacer algo similar, pero no le sale. Hay secuencias muy crudas y de balazos, pero no son tan emocionantes. En pocas palabras, el nuevo filme falla en casi todo lo que se propone y que hacía a la anterior buena. Ahora bien, como nadie (quizá sólo el éxito taquillero), ni la trama, pedía una segunda parte, esta se trata de una historia aparte, que tiene poca o nula conexión con la anterior. Si le cambiaran el nombre, se entendería a la perfección y eso es algo bueno. Otra cosa buena que hace es que intenta conservar la manufactura, dentro de sus límites. Josh Brolin y Benicio del Toro, son excelentes y profesionales y aquí lo demuestran. Y aunque no está ya Roger Deakins en la fotografía, Dariusz Wolski (quien trabajó en filmes de Ridley Scott), hace un trabajo bastante decente.
Pero claro que las comparaciones con la primera le restan muchos puntos a favor. Con otro nombre y en un universo donde no existiera la anterior, creo que el trabajo sería más meritorio. El punto es que tiene unos enormes zapatos que llenar y no lo consigue. Es como “El Padrino III” (1990) o “El Exorcista II” (1977). Por sí sola es un inofensivo thriller de acción, que no tiene nada sobresaliente, pero guarda un par de ideas interesantes y tiene buenos personajes aquí y allá. Hay pocos momentos memorables, si bien los busca con desesperación y hace un gran esfuerzo por ser mucho más relevante. Grandes ambiciones que se quedan en el intento.
El dato
Director: Stefano Sollima.
Elenco: Benicio del Toro, Josh Brolin, Isabela Moner, Jeffrey Donovan, Manuel Garcia-Rulfo, Catherine Keener.
Género: Acción / Drama
Clasificación: B15
Duración: 122 minutos