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Si sientes que eres mala madre, este artículo es para ti
Es inevitable ver todas las alusiones a lo que significa ser madre y, sobre todo, lo que una buena madre debiera hacer. Imágenes de mujeres perfectamente arregladas, con una casa impecable, la mesa lista con suculentos platillos para la familia y una enorme sonrisa que no muestra rasgo alguno de cansancio físico o agotamiento. Madres capaces de realizar todas estas labores y, además, siempre prestas para escuchar, jugar, ayudar en las tareas escolares, hacer las compras y terminar el día sin haberse enojado nunca.
Si bien muchas de quienes somos madres debemos solucionar éstas y muchas otras cosas más día con día, me pregunto cuántas de nosotras nos identificamos con estas escenas y nos reconocemos con aquellas mujeres perfectas, que logran tener todo bajo control. La verdad es que muchas de las madres reales —quienes estamos fuera de las pantallas de televisión, las revistas o los anuncios espectaculares— distamos en muchas cosas de aquellos modelos. Sí, corremos de un lado a otro a resolver los pendientes de casa, hacer compras, llevar a los niños a la escuela, ir al trabajo, preparar la comida lo suficientemente saludable para los hijos… y todo el resto de esa abrumante y agotadora que parece no tener fin.
Y al final del día hemos hecho todo esto, sí, pero también nos cansamos, nos enojamos, nos aburrimos de esa rutina, nos desesperamos y además hay veces que incluso no tenemos tiempo siquiera de maquillarnos. Al terminar el día, exhaustas, ¿cuántas veces nos hemos preguntado si en realidad seremos unas buenas madres y estaremos haciendo lo suficiente?
No hay una madre perfecta, sino diversas madres reales
Considero que para salir de las exigencias que nos han sido impuestas y reconocer el valor de lo que hacemos, es preciso reconocer que no existe una sola forma de ejercer la maternidad, por lo que deberíamos pensar en “maternidades”. Así, en plural. Por ejemplo, no es lo mismo ser madre en una metrópoli, que en un pequeño pueblo; es distinto ser madre soltera, que una madre que cuenta con el apoyo de su pareja, y por supuesto, es muy diferente ser una madre que trabaja fuera de casa, a una que dedica su tiempo al cuidado y atención de sus hijos. Incluso, hay quienes realizan funciones maternales compartidas con las abuelas, las tías o las amigas.
En una sociedad cada día más complicada, es claro que cada vez hay más maneras de ser madre. Así, es necesario reconocer en la diversidad de maternidades, el valor que cada una de ellas tiene. Y sobre todo, al valorar cada variante, hay que hacerlo en función de las condiciones y contextos que cada una de las madres debe enfrentar, y no en relación al cumplimiento de los estereotipos que como sociedad hemos aprendido.
Considero que una buena forma de celebrar a las Madres podría ser reflexionar sobre las formas en que calificamos si una mujer es una buena madre o no, así como esforzarnos por reconocer y valorar nuestros esfuerzos y los de otras tantas madres, como nosotras.
A continuación te comparto cinco preguntas que te invito a hacerte respecto a tu propia maternidad o la de otras mujeres, quizá esto nos pueda ayudar a construir nuevas formas de maternidad y reconocerlas de manera más justa y respetuosa.
- ¿Cuál es el contexto social, económico y familiar en que yo y otras mujeres somos madres?
- ¿Qué me han enseñado sobre lo que significa ser una buena madre? ¿De quiénes o de dónde lo he aprendido?
- Si soy mamá, ¿me identifico con esos estereotipos? Si aún no lo soy, ¿estos estereotipos guían mi forma de valorar la maternidad de otras mujeres?
- De acuerdo a mi experiencia como madre o hija, ¿qué significa la maternidad?
- ¿Cómo puedo construir nuevas formas de ser madre y reconocer el valor de mi propia maternidad y la de otras mujeres?
No existe la madre perfecta, sino muchas madres reales, que en sus circunstancias particulares hacen cuanto pueden, y a veces un poco más, para ser la mejor mamá posible. No permitas que los estereotipos sociales limiten, fuercen o hagan menos placentera tu maternidad: no hay una sola mamá igual a otra y, quizá, esa es la mejor parte de ser madre.