Si lo construyes, él vendrá
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Si lo construyes, él vendrá
Quitzé Fernández es un reportero de VANGUARDIA que cuenta historias como pocos. Cuenta lo que la gente le dice, lo que la gente hace, lo que la gente piensa. Sus relatos que hemos disfrutado en las páginas de este diario, son de tal calidad que uno de sus reportajes que se tituló “La mujer que encontró dinosaurios en el patio de su casa”, fue reconocido con el Premio Nacional de Periodismo y Divulgación Científica 2013, que le otorgó el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
Antes ya nos había narrado la historia de “El periodista gay que escribía cuentos de terror”, un periodista transgénero que se transformó en “Glenda”. Esta crónica le valió obtener el premio “Rostros de la Discriminación”, un reconocimiento que otorga la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación y la oficina en México del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.
Pero hace unos días, Quitzé Fernández nos contó la historia de Mundo Corona, un campesino que, buscando su lugar en el cosmos, le narró al reportero que un extraterrestre le había pedido construir una pirámide de piedra en medio de la aridez del desierto coahuilenese… Y lo hizó, construyó una de siete metros de altura en el ejido Pozuelos de Arriba, ubicado en el municipio de Frontera. El extraterrestre, le habría dicho a Mundo Corona: “Así quiero que sea tu fe, que esté siempre hacia lo alto. El templo tendrá forma de pirámide, y será de piedra. Por eso quiero que tu fe jamás se vaya a quebrantar”.
El extraterrestre le confesó su nombre y el significado del mismo, Herulayka: El que ama libremente, El que ama en libertad. Herulayka era una persona normal, cabello largo, barba, túnica y espada. Le dijo venía de un lugar llamado Nefilin, en la constelación de Orión.
Los estudios de los astronómos nos dicen que esta constelación destaca en el Cosmos por tener las estrellas más brillantes. Los griegos en su mitología la habían llamado así en honor del cazador Orión, muerto a causa de la picadura de un escorpión. Repleta de estrellas y soles, esta constelación puede ser vista en un cielo despejado. La más cercana de sus estrellas estaría a 243 años luz y la más lejana se ubica a mil 360 años luz. En la enorme imaginación de Mundo Corona, el extraterrestre se habría desplazado a una velocidad de 300 mil kilómetros por segundo, durante 243 años luz. Las leyes de la naturaleza confirmadas hasta ahora por la ciencia nos dicen que nada ni nadie viaja más rápido que la luz.
Así son las historias y así es la fe y lo increíble y alucinante en todo esto, es que Mundo Corona, un campesino humilde del desierto de Coahuila intente entender cuál es nuestro lugar y propósito en esta vida, en este planeta. Muchos al igual que él, intentamos descubrir si existe alguien parecido a nosotros y señalamos astros e imaginarias naves preguntándonos si estamos solos en el Universo. Esa obsesión por entender el Cosmos nos ha permitido adquirir un mayor conocimiento, el único medio conocido para derrumbar muros y viajar con nuestra imaginación en los misterios de la vida y en la búsqueda de inteligencia en otros mundos, más como una forma de humanizarnos y respetar a nuestro planeta y semejantes.
Usted seguramente vio la película “El Campo de los Sueños” que esteralizó el actor Kevin Costner, que interpreta el papel de Ray Kinsella, un agricultor de un pequeño poblado de Iowa que, empujado por una fuerza invisible, construye un campo de beisbol en medio de un plantío de maíz esperando que viniera no se sabe quién. En esta popular película se hizo famosa la frase: “Si lo construyes, él vendrá”. Se trataba de un acto de fe, la creencia de que al hacerlo, alcanzaría una meta superior.
Ese parece ser el deseo de Mundo Corona, quien nos ha contado su historia que yo anhelaría fuera cierta, pues significaría que como civilización, no estamos envueltos en esta inconmensurable oscuridad que nos devora.
Lamentablemente y en palabras de cosmológo Carl Sagan, “nuestro planeta no es más que una solitaria mota de polvo en la gran envoltura de la oscuridad cósmica. Y en nuestra oscuridad, en medio de esa inmensidad, no hay ningún indicio de que vaya a llegar ayuda de algún lugar capaz de salvarnos de nosotros mismos”.
@marcosduranf