Si le diéramos voz a la naturaleza que destruimos, ¿qué nos diría?

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Si le diéramos voz a la naturaleza que destruimos, ¿qué nos diría?

La petición de los Amigos del Río San Rodrigo, al norte de Coahuila, para que se erradique la extracción de grava del río me parece inmejorable. La petición, que se puede ver en la plataforma Change.org y que lleva más de 51 mil firmas, habla desde las entrañas. Le da voz al río, al ecosistema, a la naturaleza:

“…Están abusando de mí. Han carcomido mis entrañas al sacarme las piedras que por millones de años acaricié y redondeé con mis aguas para deleite de mis amigos. Les estoy pidiendo auxilio, me estoy muriendo; por favor les pido que ya no permitan que me sigan matando, que detengan la mutilación que me están haciendo con la extracción de piedra, con la contaminación de mi lecho y la destrucción de mis árboles, pues mis aguas y los paisajes se van a perder para siempre sin ellas, y todo va a pasar a la historia, sólo van a ser un recuerdo. Necesito una terapia de rehabilitación intensiva y urgente”.

El 14 de marzo es el Día Internacional de Acción por los Ríos. Cada año, miles de personas en todo el mundo levantan sus voces para celebrar a los ríos del mundo y los que luchan por protegerlos. En el río San Rodrigo, como lo explican en la petición, los bancos de grava son elementos vitales del ecosistema, su función es retener y conservar el agua para la sostenibilidad del corredor por el que se mueven las especies silvestres, proteger contra las avenidas al disipar la energía de la corriente, reteniéndola, facilitando la infiltración y protección al acuífero.

Sin embargo, el cauce ha sido durante años la fuente de grava para la actividad de la construcción en la zona norte de Coahuila y a cambio de eso la destrucción del río, paradójicamente, avanza como el agua y contrasta con el compromiso de campaña 75 del presidente Andrés Manuel López Obrador: no destruir la naturaleza para lograr un crecimiento económico.

La actividad y destrucción del río San Rodrigo se contrapone con el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, donde se señala que los ríos, arroyos y lagunas estarán recuperados y saneados.

Pero los intereses económicos son muy grandes. Tanto así que las cuatro empresas o personas físicas que poseen las cinco concesiones para explotar el río (Juan Martínez Rodríguez, Juan Martínez Talamantes, Agregados de Calidad S.A. DE C.V –dos concesiones– y Materiales San Rodrigo S. A. DE C. V.) se ampararon luego del decreto del 9 de abril del año pasado, donde la Secretaría del Medio Ambiente en Coahuila decretó zona de restauración la cuenca baja del río. Con el amparo han logrado detener las actividades de restauración.

Entre las cinco concesiones tienen permitido extraer anualmente un volumen de 3 millones 894 mil 707.72 metros cúbicos de grava, arena y piedra, según una respuesta de la Comisión Nacional del Agua a una solicitud de transparencia hecha para esta columna. Sin embargo, la extracción puede ser mayor pues no existe una verificación de lo que se hace.

AL TIRO

Waldo Terry, incansable defensor del río San Rodrigo, asegura que los últimos 12 kilómetros de la cuenca baja del río, desde la desembocadura en el río Bravo hasta 12 kilómetros arriba, se destruyó todo el bosque y la morfología del río. Además que la destrucción del afluente está poniendo en peligro de extinción al menos a 16 especies como el castor, la tortuga blanca o la nutria.

Hace unos días, el Congreso de Coahuila avaló un punto de acuerdo de la fracción parlamentaria de la Unidad Democrática de Coahuila (UDC) para solicitar a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) que se brinde información sobre la explotación los recursos pétreos del río.

Creo que bastaría que la Profepa leyera el mensaje del río San Rodrigo, escrito en la plataforma Change.org. Si esas palabras no llegan a quienes tienen la obligación de cuidar al medio ambiente, difícilmente se logrará cambiar.

¿Qué pasaría si le diéramos voz a la naturaleza que cada día depredamos? ¿Qué nos diría? ¿Qué nos dirían las pozas en Cuatro Ciénegas? ¿Qué nos diría la lagartija Uma exsul en Viesca, única en el mundo y en peligro de extinción? ¿Qué nos diría la Terrapene Coahuila, la tortuga endémica Cuatro Ciénegas o la Gopherus flavomarginatus, la tortuga de Mapimí en Durango? ¿Qué nos diría el Cañón de Fernández cada que las horribles racers pasan por sus tierras y destruyen sus animales?

Seguramente sería algo parecido a lo que nos escribieron los Amigos del Río San Rodrigo.