Si compro es que existo

Usted está aquí

Si compro es que existo

Se ofrece una feria de necesidades.

El sistema económico funciona con oferta y demanda. “Yo te ofrezco lo que tú pides. Dame tu dinero y te doy tu satisfactor”. La persona humana es vista como un ser unidimensional. No existe si no tiene. No existe si no gasta. No existe si no consume. Tanto tienes, tanto vales.

Se ve más importante lo que entra al bolsillo que lo que sale del corazón. Se prefiere la plenitud vacía de la opulencia a la vaciedad plena de la gratuidad que da y se da. 

Se presenta la mercancía como indispensable, como deseable, como adorable. No hay felicidad sin obtención, sin adquisición, sin posesión. Se fomenta la adicción por gastar y comprar y se inventa el disfraz de baratura, de ganga, de oportunidad. 

Aquel hombre era feliz porque se paseaba delante de los escaparates y llegaba a su casa feliz de ver cuántas cosas no necesitaba. Lo actual, lo reciente, lo de moda, lo que está en la cresta de la ola, lo moderno es el imán para atraer al consumidor manipulado.

Lo obsoleto, lo pasado de moda, lo anticuado se ve con actitud alérgica. Úselo y tírelo. Hay consumidores que buscan lo caro y los hay que andan detrás de lo que tiene menos costo. Y la marca, sí la marca es lo que da no solo seguridad y confianza, sino también distinción, categoría y hasta esa elegancia frustrada que se llama cursilería.

La famosa cartera vencida viene de los tarjetazos  de plástico despilfarrador que encoge la cobija y estira los pies. Se da entonces el mal fin de los ahorros y el pésimo comienzo de las deudas. Compre ahora y pague después. Altos porcentajes de descuento (se ha ofrecido hasta el 80%) y meses sin intereses son los lobos con piel de oveja que vacían carteras y estrenan créditos de generación espontánea.

El “pienso, luego existo” de Descartes se ha convertido ahora en el “No pienso y luego compro”. “Gozo ahora aunque llore después”. “Hay que tener lo que se debe aunque se deba lo que se tiene”, “Si compro es que existo aunque deje de existir mi solvencia, mi suficiencia, mi sencillez y austeridad de vida y mi tranquilidad”.

El fin del buen fin hace finalizar lo disponible sin afinar los gastos y prever el porvenir. Pierde su bondad el fin y se convierte en comienzo del pago sin fin. Quien exista porque piensa es el que compra solo lo que necesita y suprime lo superfluo. Hacer lista, buscar oferta cierta y mejor sacarle la vuelta a los créditos y seguir disfrutando lo que ha durado... Así cualquier fin de semana es bueno... y ni compras para seguir existiendo ni existes para seguir comprando... ¡ja!