Sherlock Holmes, un personaje "sin matices" para su autor, Arthur Conan Doyle

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Sherlock Holmes, un personaje "sin matices" para su autor, Arthur Conan Doyle

El escritor y médico británico Arthur Conan Doyle. Foto: Internet
Fue en 1893 cuando, harto de Holmes, decidió darle muerte en la ficción pero a causa de la presión de sus lectores tuvo que resucitarlo en 1902 con "El sabueso de los Baskerville”.
Las buenas obras literarias son las que hacen que tras haberlas leído el lector se sienta alguien mejor. Pero nadie puede mejorar -en el sentido elevado al que me refiero- por leer a Sherlock Holmes, aunque puede haber disfrutado de una hora agradable al hacerlo"...
Arthur Conan Doyle, escritor y médico británico

Sherlock Holmes fue un personaje tan real para los contemporáneos de su creador, Arthur Conan Doyle, que a veces confundían sus identidades y pedían al escritor que resolviera casos reales. Una anécdota reunida junto con otras curiosidades y ensayos en un libro del escritor británico que se publica ahora.

"Las buenas obras literarias son las que hacen que tras haberlas leído el lector se sienta alguien mejor. Pero nadie puede mejorar -en el sentido elevado al que me refiero- por leer a Sherlock Holmes, aunque puede haber disfrutado de una hora agradable al hacerlo", aseguró Doyle (1859-1930) sobre este personaje de su creación, uno de los más famosos detectives, si no el que más, de la literatura.

Estas consideraciones, junto a muchas cuestiones relacionadas con sus lecturas y su literatura, componen el volumen "Mis libros. Ensayos sobre escritura y lectura" de Arthur Conan Doyle, una obra que se editará en español el próximo 4 de octubre.

El volumen descubre así una de las facetas más desconocidas del autor de "La compañía blanca" o "El sabueso de los Baskerville", un escritor que fue antes médico y que para redondear sus ingresos publicó la novela de intriga "Estudio en escarlata", que sería el primero de los 68 relatos protagonizados por Sherlock Holmes.

Pero la labor literaria de Doyle es mucho más amplia, como explica en estos ensayos: "He escrito entre veinte y treinta obras de ficción, libros de historia sobre dos guerras, varios títulos de ciencia paranormal, tres de viajes, uno sobre literatura, varias obras de teatro, dos libros de criminología, dos panfletos políticos, tres poemarios, un libro sobre la infancia y una autobiografía”.

Sherlock Holmes fue un personaje tan real para los contemporáneos de su creador, Arthur Conan Doyle, que a veces confundían sus identidades y pedían al escritor que resolviera casos reales. Fotos: Internet

Por eso diferencia entre sus métodos a la hora de escribir según sea el género, como explica en alguno de los ensayos recogidos en este libro.

"En el caso de los relatos breves siempre me ha parecido que mientras seas capaz de producir el efecto dramático la exactitud de los detalles importa poco. ¿Qué importancia tiene si consigo atrapar al lector?. Me he tomado libertades en algunas de las historias de Sherlock Holmes", confiesa el autor, que considera que la cuestión es otra si la temática es histórica.

En ese caso, incluso en un relato corto hay que ser exacto, y la exactitud ha de ser incluso mayor en el caso de una novela histórica porque, si no, "se convierte en nada mas que un libro de aventuras para niños”.

A su personaje más famoso, el "celebérrimo" detective Sherlock Homes, dedica varios textos en los que explica que fue alguien tan real para sus lectores que cuando se pensó que lo había matado llovieron sobre él cartas insultantes: "'Animal' fue el prometedor arranque de la carta" que le dirigió una señora, recuerda el autor.

Fue en 1893 cuando, harto de Holmes, decidió darle muerte en la ficción pero a causa de la presión de sus lectores tuvo que resucitarlo en 1902 con "El sabueso de los Baskerville”.

El escritor recibió libros de autógrafos para que Holmes plasmara su firma y hubo lectores que le pedían su contacto para que les resolviera cuestiones privadas.

Pero Doyle consideraba que las historias de detectives solo permitían el uso de una faceta de la imaginación del autor, la invención de la trama y por eso, aseguraba tras su decisión de acabar con Holmes, que si hubiera seguido escribiendo sobre él, además de estar agotado "también habría agotado la paciencia del publico" y no habría escrito obras como "Rodney Stone" (1896).

"No quiero ser desagradecido con Holmes, a quien considero un buen amigo. Si alguna vez me he cansado un poco de él es porque es un personaje sin matices, una máquina de calcular", sostenía el autor.