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Sexo en 2018
Por: OMNIA
Este listado de resoluciones está destinado a descubrir el tipo de animal erótico que llevamos dentro y a satisfacerlo de la manera adecuada.
El trabajo, las obligaciones cotidianas, el estrés, el gimnasio, los niños, la compra, las redes sociales, la serie de televisión del momento… Todo va antes que la sexualidad, esa maravillosa y gratuita capacidad de pasarla bien que empezamos a explorar cada vez menos, aunque la evocamos con verdadero fervor.
Dejar los encuentros sexuales en manos de la espontaneidad, es como esperar que nuestro jefe nos llame para decirnos que nos va a subir el sueldo. Por lo tanto, planear y reservar momentos de lascivia, ya sea solo/a o acompañado/a, y convertirlos en citas de alto valor placentero es una buena manera de que el sexo no pase a ser un recuerdo del pasado.
Por ejemplo, fumar y beber de forma habitual son dos de las prácticas que más afectan a la vida sexual.
El tabaco es el enemigo número uno, ya que repercute en los problemas respiratorios y cardiovasculares típicos del fumador crónico, muy nocivos para el desempeño sexual.
El sedentarismo es otro elemento a evitar. Y la panza no solo es antiestética, sino que a menudo es la parte visible de una vida y una alimentación que tiene repercusiones negativas en nuestro cuerpo y estado de ánimo”.
A nivel mental, lo que va muy bien para el sexo es estar motivado, tener ilusiones, proyectos de vida, sentirse vital y activo.
Una de las cualidades más eróticas que existen para activar el deseo, es pensar en el sexo. Y no solo me refiero a cultivar las fantasías sexuales, sino a reservar momentos para echar a volar la imaginación y dejar que la mente divague en modo erótico.
Pero los niños parecen tener sus propias reglas alimentarias: lo que les apetece, lo que no y lo que todavía está pendiente de ser probado. “¿Te gusta el bacalao, Carlitos?”, “No sé, nunca lo he comido”. “¿Quieres un poquito?”. “No, gracias”.
La vida sexual debería asemejarse a la etapa infantil en la que estamos en permanente fase de experimentación.
En otras palabras, deberíamos ser más propensos a dejarnos sorprender por los distintos sabores de la sexualidad, pero por alguna razón nos abstenemos.
Ideas preconcebidas, estereotipos y reglas autoimpuestas son algunos de los principales obstáculos para probar cosas nuevas. Y ‘el sentido del ridículo’, es también un gran inhibidor sexual que nos impide hacer muchas cosas.
Todos tenemos fantasías que nos gustaría probar y que no nos atrevemos. Pues bien, ha llegado el momento de hacerlas realidad.
En materia de sexo habita en nosotros un perfecto desconocido. Se debe a las escasas enseñanzas sexuales que hemos recibido.
¿Es nuestra historia erótica un reflejo fiel de nuestros gustos y preferencias, o de imposiciones para seguir determinadas ideologías, tendencias o doctrinas morales?
¿Qué cosas habríamos hecho que aún tenemos pendientes y a cuáles le hubiéramos dicho ‘no’? ¿Cumple nuestra pareja con nuestras expectativas o más bien nos dedicamos nosotros a cumplir las suyas? ¿Cómo somos realmente cuando nos quitamos no solo la ropa sino la máscara?
El mundo del sexo cuenta con muchos manuales y materiales audiovisuales en el que podemos ver cómo se ejecutan todo tipo de prácticas eróticas, pero definir cuáles son las que nos gustan o nos interesan es más difícil porque la filosofía y la psicología sexual es una materia todavía pendiente.
Un fluido y grato intercambio de ideas, preocupaciones y anhelos es una de las características de las uniones felices, fuera y dentro de la cama. Lo que ocurre es que no siempre nos atrevemos a expresar nuestros deseos eróticos con claridad ni en el momento indicado.
A menudo esperamos que el otro adivine nuestras preferencias sexuales, nuestras zonas erógenas favoritas, los tiempos y las fantasías… Y adivinar todo eso es imposible. Y hasta podemos enfadarnos o tachar al otro de mal amante.
Es posible también que para muchas personas resulte difícil dar instrucciones más claras sobre lo que les gustaría probar en la cama, por temor a que un día le echen en cara la falta de pericia para convencer y probar.
En el mejor de los casos, se lo dirán de buenas maneras, pero durante el acto sexual, lo que tampoco es muy aconsejable. Es preferible aprovechar un momento tranquilo para comunicar, de forma amable, lo que nos gusta y lo que no.
En el sexo todo debe ser ahora en gran cantidad y con gran perfección, lo que provoca que mucha gente se bloquee y aparezcan las disfunciones sexuales, incluso en los jóvenes.
Hay tanta oferta de encuentros esporádicos diseñadas para el fuck & go, que la gente no pierde tiempo intentando conocerse ni gustarse.
Todos están atareados haciendo sus deberes sexuales, comprando juguetes y accesorios eróticos para amplificar las ya débiles sensaciones naturales, con la idea de mantener a sus genitales como lo exige la moda del momento.
Pero no me interpreten mal, mi intención no va a favor del sexo convencional y ordenado; sino a favor del sexo que le guste a cada quien, no al sexo que el sistema o la moda nos imponga.
(La autora Rita Abundancia, escribe sobre sexo para el diario El País)