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Ser ‘millenial’… y ganarse la vida bajo un semáforo
POR: Armando Ríos / FOTOS: Luis Salcedo
A falta de oportunidades, dicen estos jóvenes malabaristas; la pasión. Con eso contrarrestan la “mala racha” que pasan.
Esa es la razón de que en Saltillo, las principales calles y bulevares no se quedan sin espectáculo. Jóvenes que dominan un balón, lanzan pelotas o varas, dan maromas y saltos, convierten las esquinas en centro de recreación y asombro, momentáneo quizá, pero memorable.
Bajo los semáforos, miles de jóvenes en el país viven de presentar espectáculos callejeros, mediante rutinas con pelotas, acrobacias, y llamas de fuego; que inician y acaban entre un rojo y otro.
Las horas consumen la energía de los automovilistas, que mientras esperan el “siga”, observan, entre el asombro y la admiración, los trucos que llevan a cabo jóvenes de entre 20 y 28 años de edad, que terminan ganando un sueldo que probablemente no ganarían en una fábrica.
Basta menos de un minuto, para presenciar un show que empezó para algunos como un hobbie y terminó forjándose como una verdadera disciplina.
Hoy en día es una realidad, que la generación “millennial” de entre 20 y 30 años, se caracteriza por generar una corriente que, ante la falta de oportunidades y la gran demanda laboral de los últimos años, crea sus propias fuentes de ingreso; cada vez hay más jóvenes que deciden salir a las calles a conseguir dinero de diferentes maneras, sin depender de grandes empresas o instituciones.
Hay quienes crean sus propias micro empresas, otros que comercializan desde la web con su talento y productos, existen video bloggers a la espera de ser patrocinados, cantantes de ruta urbana, mucha artesanía y otros más que dan un show callejero.
UN TÉCNICO BAJO EL SOL
Saltillo no se quedó atrás. Cuando se notó la presencia de artistas de semáforo, se pagaba sólo por el riesgo que corrían y era de manera esporádica encontrar un show como estos, tendido sobre el pavimento. A últimas fechas, la ciudad creció y los semaforistas con ella.
Christian, técnico en soldadura, expone su rutina bajo el semáforo de Coss y Acuña. Lleva tres años dedicándose a los malabares con “golos” en distintos cruceros, presentando rutinas de 30 segundos. Se requiere destreza, concentración, condición física, disciplina y valor para estar bajo el sol, entre los coches.
La dinámica consiste en estar atentos al cambio de luz en el semáforo; al ponerse el amarillo, indica, debes estar listo para correr y pararte justo en el paso de cebra que anuncia la rutina que dura en promedio de 30 a 40 segundos, los siguientes 15, hay que sortear los coches que pueden dar desde 1 peso, 5, 10 o hasta 20 pesos. En una ocasión, una mujer le dio a Christian 200 pesos.
Un truco tras otro, dando vueltas y lanzando al aire los “golos” (vara con motitas en cada uno de los extremos, lanzado al aire por dos baquetas), Christian gana por hora, entre 50 y 80 pesos. Dice, que aprendió sobre la marcha gracias a unos compañeros suyos que se dedicaban a lo mismo. Le mostraron un par de trucos y de pronto salió a los semáforos, se plantó, hizo su rutina y de ahí han pasado tres años que en sus ratos libres sale a ganarse un dinero extra. Cuenta, que esta fuente de empleo hasta ahora le ha ayudado a solventar los gastos del diario, además, tiene dos hijos pequeños y: ‘’no quiero que les falte nada’’, dice.
TENER ASPIRACIONES
Entre un rojo y otro, comenta, que es cierto que le gustaría realizar otras cosas. Aspira a estudiar Ingeniería Industrial en el Tecnológico de Saltillo, además de por gusto, probablemente, para callar a quienes lo juzgan por no estar dentro de la formalidad que exige el sistema.
Dice que, si bien no desea estar en “los rojos” toda la vida, tampoco se queja, porque con ello solventa de buena manera sus gastos y las necesidades de sus hijos de 2 y 5 años.
HACER MALABARES CON LA LEY EN CONTRA
A Christian Aguirre, sus padres le dicen que no hay necesidad que haga malabares en los cruceros, que podría hacer otras cosas en lugar de correr los peligros de los que han tenido que sacarlo en distintas ocasiones.
Porque no todo es color de rosa en esta vida que parece ejemplificar la libertad.
La parte difícil viene cuando los policías municipales los presionan para llevárselos, sin decirles el delito o la falta administrativa por la que los suben a la patrulla.
“Me ha pasado en tres ocasiones, te llevan por no hacer nada. No existe un permiso para esto, hubo un permiso como comerciante, pero lo retiraron. Me han llevado a los separos varias veces, donde me cobran 600 pesos por salir”.
MATA Y SUS PROBLEMAS CON LA ESCUELA
Jaime Mata, de Piedras Negras, otro de los malabaristas que anteriormente se dedicaban al show en los semáforos, comenta que empezó a dedicarse a esto desde que estudiaba en la universidad de Coahuila la licenciatura de Ciencias de la Comunicación. Fue tan fácil como juntarse con otros compañeros que, por hobbie hacían malabares entre clase y clase, para seguirles el ritmo y aprender.
Poco tiempo después, Jaime o “Leko”, como le llaman, se vio en aprietos financieros para solventar sus gastos como foráneo, pagar una renta, ir a la escuela y comprar libros y copias, que posiblemente un trabajo de ochos horas al día con un salario mínimo no podría brindarle, pero ambos malabaristas, presentan la misma problemática con las autoridades.
La discusión entra cuando los jóvenes se rehúsan a subir a una patrulla, preguntando a los policías ¿Cuál es el problema?
“Nos quitan el dinero, el material de trabajo y además nos cobran una fianza”, comenta Jaime Mata, uno de los antiguos malabaristas de los semáforos de Saltillo.
Pese a que hasta ahora, no hay un delito o falta administrativa por la cual detener a los malabaristas o artistas de las calles, estos comentan que la situación es muy recurrente.
“Es fácil que te atrapen. Se dan el pitazo”, dicen.
Sus compañeros argumentan que estas son detenciones arbitrarias, de las cuales no se podrían zafar fácilmente, saben que el truco es estar siempre alertas a que cualquier patrulla se acerque.
¿Y QUÉ DICE LA LEY?
Ante la búsqueda de una ley que lo prohíba, los miembros del ministerio público comentaron a VANGUARDIA, que no existe un delito y no hay motivos para sancionarlos, mientras no alteren el orden público.
Javier Mata comenta que en una ocasión los persiguieron, les quitaron el dinero, el material y posteriormente, al llegar a la comandancia, el juez calificador les dijo que tenía que haber un motivo por el cual llegaron hasta ahí, y aunque no supieron darle razón, el juez los puso bajo una detención durante 36 horas o pagar una multa por “alteración al orden”, con un costo de 637 pesos.
SÍNTOMA DE UNA GRAN CIUDAD
La disciplina semaforera se volvió más fuerte en la Ciudad de México, a inicios de los 90’s cuando la crisis llegó y la urbe sufrió una considerable sobrepoblación.
Las tasas de desempleo subieron y la gente optó por regresar a los oficios o bien, emplearse a sí mismos en mercados ambulantes, vendiendo discos piratas o bien, haciendo “dominadas” con un balón de futbol frente a un semáforo.
Posteriormente, la disciplina de los malabares con juegos, se volvió además, una picardía que pronto adornó cientos de los enormes y transitados cruceros de la ciudad, para volverse una fuente de empleo informal de la que vivían inicialmente gente que habita en las propias calles o debajo de ellas en las alcantarillas.
Payasos tristes, malabares con naranjas y flamas con gasolina, era lo que pagaban por ver, durante 45 segundos, los automovilistas de la desquiciada ciudad, por ayudarlos a distraerse un poco del tráfico, y les brindaban, por el riesgo a los artistas, una moneda.
DA PARA VIVIR Y ES UN ARTE CALLEJERO
Nehuana Mendoza, joven de 26 años que actualmente practica la disciplina de hula-hula y bola de cristal en diferentes cruceros de Luis Echeverría, defiende la práctica considerándola en parte disciplina y otra más de deporte.
Ha tenido la oportunidad de ir a varios de los congresos que se realizan en el país, donde ha representado en Saltillo, como la ‘’Circunvención’’, en Guadalajara, donde asisten aproximadamente mil personas.
También tuvo la oportunidad de llevar su exposición acrobática de los semáforos a Playa del Carmen, en distintos eventos circenses a nivel profesional que se realizan periódicamente.
APARECE LA CROC Y SE APROVECHA
El arte callejero es tan sustancial económicamente, que el sindicato de la CROC también ha hecho su participación de manera burocrática, otorgado al pagar una cuota, un permiso de ‘’Puestos y Semifijos de Saltillo’’, que según ayudaría a ejercer la disciplina con la seguridad de que nadie puede detenerlos arbitrariamente.
Sin embargo, los cuerpos de policía de la comandancia municipal argumentan que la CROC no tiene la facultad para otorgar permisos oficiales.
TRABAJO EN LOS SEMÁFOROS SE DEBERÁ REGULAR: DIF
Iván Guerra, del DIF municipal, comenta que este tipo de actos deberían ser regulados. Comenta que una opción sería crear espacios para que los artistas urbanos expongan la disciplina, formar convenciones o eventos, además de emplearse en parques de reciente estreno.
Una de las cosas que más llaman la atención a los “semaforeros”, es la libertad económica y de expresión que dan las calles. ‘’Es arte callejero, porque sale de los museos, de los espacios cerrados’’, dicen.
DESVENTAJAS DE LO INFORMAL
Dijo Bueno que la economía de la que dependen los shows callejeros, es muy sustanciosa, y que esto en lugar de ayudar, podría perjudicar el futuro de los jóvenes a medida que decidan quedarse ahí, por la cantidad de dinero que ganan al día, en lugar de buscar un trabajo estable.
NO ES UN ARTE
Para otras ramas del arte local, esta disciplina no está considerada como arte, porque no conjunta en su sistema, la serie de requisitos que exponen las Bellas Artes, no entra en la plástica, pero tampoco en las artes escénicas, ni es considerado actualmente por la comisión del deporte, una disciplina oficial. ‘’No es algo que puede llevarse casa’’, es el argumento.