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Sepultan a cantante urbano de Saltillo
El barrio está triste.
Ayer en la tarde toda la bandita de los “Wong” de la Centenario se reunió en el Panteón Los Pinos pa despedirse de su compa, Juan Francisco López López, mejor conocido como “El Tigre de la Pala” o “El Johnny”.
Seguro que toda la flota se ha de acordar de él: era el que subía a la ruta Ramos, con su pala y su guante, y se agarraba a cantar rolas de Los Tigres del Norte a cambio de unas monedas.
La voz de Hernán y de Jorge Hernández, pero en versión saltillense.
Sus compas de la pandilla lo evocaron como uno de los iniciadores del movimiento colombiano en la Centenario, en la obra “De la calle”, del director de teatro Alejandro Santiex”, y como el mejor timbalero de su barrio, el timbalero mayor.
Pero sobre todo su banda lo recordó por ser un bato chidote, machín, buen hijo, buen amigo y que hizo lo posible por ser un buen padre, dijeron de él sus camaradas de la Cente.
Apenas llegó al panteón la carroza con los restos del “Tigre”, salió de un tambor una cumbia colombiana y de volada cundió la tristeza, los lamentos, el llanto de su gente.
“El día que yo me muera que me toquen esta cumbia, que me llevan flores frescas, flores frescas a mi tumba”.
Al entierro se dejaron venir también sus vecinos de la calle Jacaranda, de la colonia Zaragoza donde vivía “El Tigre y en la que dejó buenos amigos.
El sol ya se había sordeado detrás de unas nubes negras, cuando un bato que estaba entre la banda, debajo de un toldo y junto al cajón de “El Tigre”, leyó un párrafo de la Biblia y luego pidió por el eterno descanso del alma de “El Johnny”.
“Que el señor lo haya recibido en su presencia y esté gozando de los bienes eternos que nuestro señor Jesús nos ha prometido”, dijo.
Y en la bocina que fue de “El Johnny”, se oyó su voz, acompañada de su pala, con la rola “Tiempos de mayo”, que interpretan sus ídolos “Los Tigres del Norte”.
Sus familiares quisieron que se llevara a la tumba esa pala y el guante con el que tocaba en los camiones y también su bocina, que se quedó sonando sus canciones favoritas cuando colocaron las lozas y pusieron las flores encima del sepulcro.
Al final todos le aplaudieron y gritaron su nombre bien machín.
Hoy la banda está de luto, pero se conforma, porque sabe que el Johnny, se fue a cantar allá, con Dios.