Sentires de féminas

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Sentires de féminas

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Lo que las mujeres no quieren ver ni oír de un hombre en la cama. Ellas revelan lo que no les gusta cuando están haciendo el amor.

Uno está con una chica y piensa que todo va sobre ruedas, y que los rictus que se ven en su cara son fruto de una excitación imposible de controlar. De hecho, uno cree que no hay mujer que pueda permanecer impasible ante las dotes amatorias de un hombre que sabe lo que tiene que hacer en la cama. 

Si de verdad le intriga conocer lo que pasa por la cabeza de las mujeres durante el sexo, y quiere saber si eso que pensaba que la volvía loca de placer en realidad funcionaba, siga leyendo y le mostraremos los detalles que muchas mujeres no soportan que un varón les haga o diga cuando están haciendo del amor.

El primer obstáculo con el que nos encontramos es con el de la comunicación: las mujeres no suelen expresar cómo quieren ser estimuladas, dando por hecho que el hombre que no lo hace adecuadamente es porque no se esfuerza, no sabe o es ‘malo en la cama’. 

Una terapeuta sexual dice al respecto: “Para disfrutar del sexo debemos tener presente que cada quien encuentra placer de una forma diferente. En este sentido debemos esperar poca ayuda de parte de la otra persona. Y así no es posible comunicarnos de forma asertiva, para que nuestra pareja sepa qué queremos, sin necesidad de estarlo gritando a los cuatro vientos.

“La falta de conexión que se genera al no decir o insinuar lo que nos excita, hace que muchos encuentros sexuales acaben en un desastre. Más aún, se debilita nuestra autoestima y perdemos las ganas o el deseo de seguir haciéndolo.

“De hecho, en lo que al sexo se refiere, siempre es mejor enfocarse en un buen desenpeño, que preguntarle al otro lo que quiere”.

Valore la prudencia
El encuentro íntimo con alguien es un escenario de absoluta vulnerabilidad. Una sexóloga explica: “Durante el sexo las palabras adquieren mucho poder: una frase puede llevarnos a la excitación en cinco segundos o ‘sacarnos del juego’ con la misma rapidez”. 

Meter prisas o juzgar lo que el otro hace, son otras de las prácticas prohibidas durante el sexo. Frases como “¡¿ya vas a terminar?!”, pueden romper la magia e incomodar mucho. 

Y preguntar reiteradamente si algo está gustando, también puede desconcentrarnos. De hecho, no hace falta poner en palabras lo que se expresa de forma evidente con el propio cuerpo. 

Dicho esto, no perdamos un segundo más. Lo que viene a continuación son los testimonios de mujeres que confiesan experiencias sexuales que para ellas no fueron satisfactorias. Quizá algunos se sientan aludidos y aprendan la lección.

Se ha omitido el apellido de las entrevistadas por expreso deseo de cada una de las damas.

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Lo que ellas no quieren oír
-Ana Paula (24 años, estudiante): “Odio que un chico al que acabo de conocer me diga groserías, usando diminutivos del tipo ¿‘ya te sientes mojadita’? Cuando las oigo me dan ganas de salir corriendo”.

-Rosa Itzia (39 años, vendedora): “Cuando estaba intentado quedar embarazada, mi marido se obsesionó con que fuera niña, por eso cada vez que eyaculaba gritaba: ‘¡Niña, niña, niña!’. Me daban ganas de pedir el divorcio. Después de aguantar tanta tontería, tuvimos niño”.

-Beatriz (36 años, abogada): “El reiterado ‘¿te gusta?’ me parece de lo peor. Eso se nota y no hace falta preguntarlo cada minuto”.

-Ana María (24 años, estudiante): “Algo que me parece de lo más antiestético del mundo es el sexo con calcetines. Si hace frío prefiero que mi pareja se deje puesto un suéter a que se quede sólo en calcetines”.

-Silvia (45 años, vendedora): “Me resulta incómodo y desagradable que después de haber disfrutado de buen sexo con un hombre que parece inteligente, éste se quede dormido como un tonto, mientras emite unos ronquidos de muerte”.

-María José (34 años, contadora): “Que te llamen por un nombre que no es el tuyo le corta el rollo a cualquiera, y aunque parezca un mito, doy fe de que sucede”.

-Rosa Elena (31 años, publicista): “Un chico comparaba lo que hacíamos con lo que hacía él con una ex. Me parecía de muy mal gusto y me hacía sentir muy insegura”.

-Noemí (52 años, educadora): “Siempre que mi marido quiere hacer el amor me dice: ‘Mira como me tienes’, señalándose la entrepierna. Sabe que no me hace ninguna gracia pero él sigue con la misma cantinela todo el tiempo”.

-Lorena (31 años, informática): “Una vez un chico al que acababa de conocer me dijo que llevaba mucho tiempo sin hacerlo y quería que yo le enseñara. Puede que a mucha gente le guste la idea de llevar la escuela a la cama, pero a mí no me hace ninguna gracia”.

-Raquel (33 años, periodista): “Odio que me muerdan las orejas. Mi pareja empezó con mordisquitos suaves, y hasta algo cucos, pero ya no los soporto,  de hecho, me arruinan la noche”.

-Martha Elena (37 años, farmacéutica): “Lo más desagradable que me ha pasado sucedió en un encuentro de una noche. Aquel amigo nada más terminar de hacerlo me dio las gracias. Sólo le faltó dejarme un billete de 500 en la mesita junto a la cama”.

-Noelia (31 años, ingeniera): “Me agotan los hombres que siempre salen con el  rollo de ‘primero juguemos un poco, y en un ratito me pongo el condón’. Estoy harta de tener que andar cuidando de algo tan básico como eso”.

-Teresa (55 años, psicóloga): “Nunca me ha gustado que durante el sexo oral me agarren la cabeza para guiar mis movimientos. Sé perfectamente lo que tengo que hacer, pero con esa insistencia lo único que consiguen es que se me quiten las ganas”.

-Marina (34, profesora): “La primera vez que me acosté con mi novio me dijo que era la chica con las bubis más pequeñas con la que había estado. Quise matarle… pero aquí estamos cinco años después”.

-Alba Celeste (37, esteticista): “Estuve saliendo con un chico que me acuciaba para que terminara rápido. Su frase más recurrente en la cama era: ‘¿Te puedes dar prisa?’. Así no había quien disfrutara ni quien se concentrase”.

-Laura (27 años, psicóloga): “Que alguien tenga la necesidad de preguntarte si eres el mejor con el que has estado me parece patético”.

-María del Alba (28, administrativa): “Recuerdo un día que compartía con un chico. Estábamos a punto de hacerlo, y que me dice: ‘¡Ay, tengo que llamar a mi hermana, espérame un segundo!’. La verdad, no sé que hacía pensando en su hermana en un momento como ese”.

-Camila (29 años, locutora): “No me gusta que hablen continuamente como si fuesen narradores de un partido de beisbol. Y sobre todo que me hablen en el momento menos indicado.Eso me corta la inspiración y me saca de control”.

-Leticia (29 años, dependienta): “Me parece superdesagradable que me toquen suavemente el pezón. No me gusta nada”.

-Dulce María (55 años, psicóloga): “No me gustan los ególatras, me hacen sentir incómoda. Me refiero a los hombres que sólo piensan en ellos a la hora de estar con una mujer en la cama”.

-Isabel (42 años, publicista): “Es muy desagradable darte cuenta de que no tienes ninguna conexión con la persona que está a tu lado, y que lo único que estás deseando es que sea rápido y se acabe cuanto antes”.

-Sonia (26 años, estudiante): “Recuerdo a un chico que la primera vez que nos liamos me preguntó si mis bubis eran de verdad. Me pareció que la pregunta no venía al caso. Me fastidió el momento”.

-María de Jesús (48 años, enfermera): “Me parece humillante que después de terminar se den la vuelta en la cama y no quieran saber nada más”.

-Belén (27 años, terapista): “Me tacharán de poco sensible, pero me parece que está fuera de lugar que te digan ‘estás preciosa’ o cosas romanticonas cuando lo que estás haciendo en esos momentos es de todo menos romántico”.

-Carmen (52 años, enfermera): “Me siento muy mal cuando mi pareja me tira del pelo. Lo hace con fuerza y me da la sensación de que me va a dejar calva. ES muy desagradable”.

-Adriana (30 años, profesora): “Me choca que un hombre al que acabas de conocer insista en que le digas cosas lascivas. Eso sale natural y depende del momento, no se puede forzar”.

-Rosa María (25 años, estudiante): “La situación más surrealista que he vivido fue con un chico que, mientras lo estábamos haciendo, se puso a cantar a gritos una canción que sonaba en la radio en ese momento”.

-María Cristina (53 años, ama de casa): “En uno de nuestros primeros encuentros después de la boda mi marido decidió arrancarme la lencería como hacen en las películas. Aparte de que acababa de estrenarla esa noche, me había costado un dineral. Le pegué tal berrido que nunca más se le ha ocurrido volver a hacer semejante cosa”.

-Maritza (37 años, peluquera):“Las primeras veces que lo hice con mi ex marido él nunca le atinaba a la entrada correcta. Él decía que no se daba cuenta. Yo pienso que lo hacía adrede. Pero durante varias noches siguió haciéndolo de esa manera, hasta que se dio cuenta de que por ahí no iba a conseguir nada”.