SEMANARIO | Esperanza y pandemia: Y de la aridez del sufrimiento florece la rosa roja del amor

En medio del caos, rodeados como estamos de malos augurios y realidades amargas, los seres humanos buscamos crear un lugar habitable
Dentro del caos y lo efímero, ellos, los amorosos, reconocieron que la vida es apenas un soplo. ESPECIAL

El día que Pamela viajaría a Alemania para reunirse con su esposo y cumplir el sueño de vivir juntos en el extranjero, la Unión Europea cerró las fronteras por el COVID-19. Selene y su novio mantuvieron citas virtuales porque él vivía en Los Ángeles, y cuando quisieron encontrarse, Estados Unidos hizo lo mismo que Europa. Helen empezó a trabajar en un hospital de Torreón como enfermera en el área COVID y el primer día conoció al hombre con quién decidió unir su vida.

La vida es insensata y azarosa. Y el amor es un demonio ¿o es una divinidad? ¿Un sentimiento? ¿Es una palabra para soportar abusos? ¿El amor es pasión y sacrificio? ¿Una frase hueca para tener sexo? Desde hace más de 5 mil 500 años la humanidad se ha preguntado qué es el amor, y han consagrado un sinnúmero de dioses para celebrarlo, entenderlo, definirlo y vivirlo.

El amor es un demonio, contestó Platón en “El Banquete”, una obra escrita a principios del siglo 4 a.C. No debe entenderse como un personaje diabólico o satánico, como pensarían las religiones cristianas. Para los griegos, un demonio es el intérprete o el vínculo que comunica a las personas con los dioses. Y su característica es que inspira el deseo de lo bueno y lo bello.

Cuando Eros inspira, trascendemos la naturaleza humana: finita y minúscula; enriquecemos la existencia, nos desbordamos.

FLORECER EN LA INCERTIDUMBRE

Nadie esperaba que una emergencia de salud global provocara separaciones de familias, muertes, incertidumbre, desempleo. Tampoco ninguno esperó que en medio de este caos, el amor fuera posible: las estadísticas muestran más violencia en casa contra la pareja, más agresiones en todos los rincones de la vida pública, más delitos de alto impacto. Y mientras corporaciones multinacionales y nacionales aumentan su riqueza millonaria, la cantidad de pobreza crece y se dispersa. No hay un pacto entre derrotados. El corazón es solo una víscera que escupe sangre para un cuerpo que será devorado por las llamas de un horno crematorio o por los gusanos.

Nadie dijo que amar sería fácil. La vida es insensata. Las tres historias de amorosos que compartieron su experiencia durante la pandemia nos muestran que hay gozo y misterio en el amor: siempre somos principiantes, buscamos libertad, sabiduría y hacer de este mundo enloquecido un lugar habitable.

Helen y Eduardo están juntos y se inspiran el uno al otro, en medio de la terrible pandemia.

‘NUESTRA RELACIÓN ES UN FESTEJO A LA VIDA’

Helen Berlanga llegó a trabajar como enfermera en el área COVID-19 del Hospital Andalucía en julio del año pasado. El primer día conoció al doctor Eduardo Martínez Balderas. Lo siguiente fue un torbellino exhaustivo de emergencias, casos positivos, decesos y tiempo concentrado: meses espesos de experiencias y emociones, y, a la par, como un simple giro del destino: una conexión profunda entre los dos. Su boda está planeada para julio de este año.

“Muchas personas podrían decir que se dio muy rápido, pero nosotros vimos que estaba concentrado todo para darse, como si el universo dentro de la tragedia pusiera semillas de esperanza”, reflexiona Eduardo, de 34 años, en videollamada desde la clínica. A su lado, Helen dijo que son una pareja anormal: no han podido salir a fiestas, reuniones debido a la emergencia sanitaria, la cual los dos enfrentan en la primera línea de batalla.

“El amor es decisión”, dijo Helen, de 25 años, y recordó su primera guardia nocturna, cuando Eduardo le llevó un café de tamaño gigantesco, luego él procuró entregarle notitas y regalos. Y como sostuvo San Agustín de Hipona entre los siglos 4 y 5 d.C.: “ama y haz lo que quieras”, porque el amor es una inspiración divina que impulsa al bien y la belleza.

Y es que hablar de divinidad, destino, ciencia, misterio, vida y muerte dentro de un hospital es algo que el personal de salud ve a diario, y más en estos meses cuando los pasillos y quirófanos de clínicas en Torreón lucieron abarrotadas: “somos testigos de la desesperación, el miedo y también somos testigos y partícipes de las ganas de vivir, de ese contubernio entre Eros y Thanatos”, dijo Eduardo.

Dentro del caos y lo efímero, ellos, los amorosos, reconocieron que la vida es apenas un soplo, que durante años llenaron de pesos inútiles, y ahora decidieron vivir lo prioritario, trascender, amar con madurez y sabiduría.

“Creo en la divinidad, en el aspecto espiritual, más allá de toda ciencia y todo concepto y precepto. Sobre todo en este tipo de actividad vemos el aspecto humano muy de frente, más a los ojos, podemos llegar a ver a Dios a los ojos y Dios nos voltea a ver a nosotros, por un breve momento”, señaló Eduardo. Helen asintió.

Obstáculo. Pamela Molina y Gess Gallardo vivieron separados por miles de kilómetros a causa de un virus. CORTESÍA

NI EL CIERRE DE EUROPA DISMINUYÓ SU ESPERANZA

Pamela y Gess le apostaron a cambiar de vida y Continente sin pensar que un microscópico enemigo los haría tropezar; pero eso ya quedó en el pasado

Pamela Molina tenía boleto para viajar a Alemania el 18 de marzo y reunirse con su esposo Gess Gallardo. Ella vendió el carro, se hizo cargo de la mudanza y desocupó el departamento de ambos hasta quedarse con dos maletas de ropa de invierno para estar en Berlín. Pero el 17 de marzo la Unión Europea anunció el cierre de fronteras para el día siguiente. Ella se quedó a la deriva: con trabajo en la Ciudad de México pero sin hogar y sus pertenencias en Chihuahua con su familia.

El amor se manifestó en forma de amigas y amigos que ofrecieron su casa para que Pamela se quedara unas semanas que se convirtieron en meses porque nadie sabía cuándo se reanudarían los viajes a Europa, la Embajada no tenía respuestas, y por el tipo de visa que tenía Gess, la reunificación familiar con su esposa era improcedente. Apechugaron. Casi un año después volvieron a estar juntos, en territorio alemán, entre lágrimas de felicidad, como un sueño, realizando sus metas en el extranjero.

La verdad es que fue como bien irreal, los días pasaban y no pasaban.
Pamela Molina

VIVÍAN ESCENARIO IRREAL

“La verdad es que fue como bien irreal, los días pasaban y no pasaban, ¿sabes?, yo no podía creer que podía pasar tanto tiempo sin verlo, no podía comprender lo que estaba pasando, obviamente nos escribíamos y hablábamos, pero no podía creer que no podía verlo. Mi cabeza no lo entendía, no sabía lo que estaba pasando”, dijo Pamela, de 35 años, por llamada desde Berlín, en un hogar que sabía que era suyo desde antes de ir pero que no conocía, era como si los meses de incertidumbre en la Ciudad de México hubieran perdido su cadencia.

¿Crees que es fácil conocer al amor de tu vida desde hace ocho años, cuatro de matrimonio, y que de pronto un virus microscópico te impida verlo? ¿Tiene sentido? ¿Cómo puedes dormir en la cama bajo un techo desconocido mientras el reencuentro no depende de ti, ni de él, sino de restricciones y problemas mundiales? El amor inspira. ¿O qué es lo que une dos personas al otro lado del mundo?

“Ocho años de cuatro ciudades, dos países, nos ha ayudado a entender cosas de nosotros mismos, separados y como pareja”.

Superan. Ya unidos, pasados los peores meses de la pandemia, Pamela y Gess ven todo con optimismo.

RESPETO Y ADMIRACIÓN MUTUA

“Hay algo que tenemos y me gusta mucho: ambos nos admiramos mutuamente, sentimos mucha admiración, y nos ayuda mucho. Siento que si no puedo hacer algo o me siento atorada, es un espejo; me dice: te he visto de lo que eres capaz…

“El hecho de que la otra persona te tenga en tan alta estima o admiración, sí es un recordatorio personal de que tienes que llegar, no hay de otra; y es viceversa, lo admiro muchísimo, me parece una persona inteligente e increíble, y cuando él empieza a dudar de sus capacidades, le recuerdo lo que ha hecho, qué ha pasado desde hace ocho años”, dijo Pamela, mientras afuera el invierno alemán deja una sensación térmica de -12 grados y la nieve continuó cayendo sobre los aprendices de Eros, inspirados para hacer que suceda lo bueno y lo bello en sus vidas.

Compromiso. El amor que se fue cultivando en redes sociales se concretó en una sorpresiva petición de mano de Christian a Selene. CORTESÍA

Selene Reyes abrazó a su novio Christian en febrero del año pasado pensando que pronto se volverían a ver: él podría viajar de Los Ángeles, California, a Saltillo; ella tramitó su visa para visitarlo en Estados Unidos. Mantener una relación a distancia con ayuda de dispositivos digitales no era nuevo para ellos. Entonces llegó la pandemia, el cierre de fronteras y la suspensión de viajes turísticos.

Las citas continuaron frente a la pantalla y buscando más cosas por hacer, porque en el amor siempre somos principiantes: ella se vestía como si fuera a salir, se arreglaba el cabello, se maquillaba, incluso a veces los dos pedían la misma comida. Hasta que el viernes 29 de enero, Christian no se conectó.

El cantante australiano Nick Cave sostiene que “la canción de amor nunca es realmente feliz. Debe en primer lugar tener potencial para el dolor”. Pasan los minutos y Selene se impacienta.

Hace algunos años te habría dicho que el amor es un invento de la mercadotecnia y la industria del cine para hacernos comprar cosas”.
Selene Reyes.

Durante un año y cinco meses de relación, ella y Christian han respetado las horas para verse y platicar. Algo debe pasar por su mente: ¿la primera vez que vio a Christian hace 10 años, en los viajes que realizaban con sus familias en la iglesia?, ¿que durante esa década solo hablaron un par de ocasiones?, ¿que cuando se enteró que él ya no tenía novia, pensó: “aquí voy, con toda la intención”?, ¿se acordó de cuando le escribió “hola”, así seco, sin emojis, y él respondió, y una semana después hablaron por teléfono, conectados, sincronizados, como si se hubieran elegido previamente?

ENTONCES LLEGÓ LA HERMOSA SORPRESA

Escuchó las notas de un mariachi acercándose y un toquido en la puerta. Su hermana le pidió que saliera. Selene respondió que no podía, que esperaba una videollamada. Su hermana insistió. Selene vio a Christian con un ramo de rosas, frente a los músicos y sus papás. Al terminar la primera canción, él le entregó un anillo de compromiso y ella aceptó.

“Hace algunos años te habría dicho que el amor es un invento de la mercadotecnia y la industria del cine para hacernos comprar cosas”, escribió Selene antes de la entrevista.

Unión. La joven pareja comparte sueños e ilusiones, y trabajarán para concretarlas.

A sus 26 años consideró que su concepción del amor no es sabia y madura, pero hay algo que sabe, “cuando conoces a alguien y no tienes ninguna duda de que esa es la persona que quieres tener a tu lado. Incluso rencores que tenía con otras personas, se me han ido olvidando, entonces creo que eso es el amor. Soy más feliz, sonrío más”.

Tramitó su visa, pero la frontera de Estados Unidos no está abierta para turistas, solo para viajes urgentes. Se volverán a encontrar y a sentir la presencia del otro.

Compromiso. El amor que se fue cultivando en redes sociales se concretó en una sorpresiva petición de mano de Christian a Selene.