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Hace seis años vagaba en las calles de Saltillo; hoy ya juega con los Saraperos
En el 2009 y 2010, los Saraperos gozaban las mieles del éxito, el equipo había logrado el Bicampeonato en la LMB, pero en las calles de Saltillo, el pequeño Javier Mireles, nunca imaginó jugar en el Estadio Madero, él era un chavo banda.
Mireles tenía 15 años y le gustaba la calle. "Me gustaba andar en la calle con todos los de la cuadra haciendo desorden, era chavo banda, me juntaba en la Zaragoza, en una esquina. No tenía nombre la banda, como dos años anduve en la calle haciendo desastres. Después se molestaron mis papás, me dijeron que ya no iba a salir, que iba a jugar beis. Yo no quería, andaba también criando perros pitbull, siempre he tenido de esos, yo los compraba, después tenían sus cachorros, los vendía y me quedaba con algunos para seguir la crianza", dijo.
La vida le estaba dando una nueva oportunidad. En el 2011, "Nacho" llegó al campamento de los Saraperos y su vida cambiaría drásticamente.
Su picardía, carácter y las enseñanzas de la calle hicieron que el gerente de scouteo y desarrollo de talentos lo tuviera en la mira hasta que firmó con el equipo.
Pero el beisbol no era algo nuevo para "Nacho", desde pequeño jugó en la ligas de Saltillo, antes de que la "vagancia" fuera parte de su vida.
“Empecé a jugar como a los 7 u 8 años, en el equipo Rangers en la Aurora, jugaba de todas las posiciones, ahí duré poquito. Después me fui a la Liga del Ojo de Agua con el equipo de Diablos, con el manager Narcizo Benítez. A los 11 con los Diamantes en el parque ecológico, dirigido por Jonathan y Samuel López. Luego me salí de jugar hasta que regresé a los 15 a la Liga LUBIS, a las dos semanas fuimos a Mazatlán, en todo ese tiempo pude jugar varios nacionales y una Olimpiada Nacional”, explicó.
Su familia siempre ha sido beisbolera, ellos le inculcaron jugar este deporte, “mi familia la integran mis papás Alejandro Mireles Aguilar, mi mamá Rita Alvarado Olivares y tengo tres hermanos Yazmín Alejandra, Jorge Alejandro y Jonathan Orlando, yo que soy el más chico de la familia, pero mis dos hermanos, mi papá y yo hemos jugado toda la vida béisbol, lo traemos en la sangre”.
Un giro de 180°
Uno de los culpables de que Mireles prefiriera el beisbol fue su entrenador Gustavo Acuña, que lo invitó a un campamento de Saraperos.
“Mi entrenador era Gustavo Acuña (QEPD), estuve tres semanas entrenando con él. Me llevó a Mazatlán a un nacional, regresamos y me comentó que había un campamento de Saraperos de muchachos del 96, que si quería ir. Fui un día y no me gustó y me aburrí. Me volvieron a invitar, ahí fue que el Gerente que estaba, José Luis "Gato" García, me firmó a los 16 años. A los 17 me fui a la Academia para jugar ya con la organización de Saraperos”.
Primero estuvo en la Academia El Carmen, Nuevo León, pasó a jugar en el invierno a Puerto Vallarta, hasta que fue ascendido a la Liga Norte de Méixco un par de campañas hasta que llegó el llamado al primer equipo.
El 2 de julio, jugando conlos Tiburones de Puerto Peñasco, en la Liga del norte de México, se enteró que saldría del equipo para ir a Saltillo. Creyó que su sueño había terminado, pero la vida le tenía una sorpresa, ser profeta en su tierra.
“Estoy muy contento, no me la esperaba, me dijeron antes de irnos de gira a Mexicali, me dijo el entrenador (Pony Valdez) que me llevara mis cosas que venía para Saltillo, pensé que iba para mi casa, no pensé que me iban a subir, por fin la oportunidad, ya hace unos años atrás la esperaba, ahora me llegó y la tengo que aprovechar”.
“A mi familia no le había comentado, pero están muy contentos, mi mamá me felicitó, me dijo que si era verdad que me habían subido, le dije que sí. Mi papá que fue el que me entrenó de niño, con el que empecé a jugar, me dijo que estaba muy orgulloso, que esperaba que ya llegara para irme a ver”,
Su debut con Saraperos ocurrió el 15 de Julio contra Pericos en Puebla. En su casa, Saltillo, se apuntó su primera carrera anotada en la LMB el pasado 21 de Julio también contra los poblanos.
“Soy rebelde, no me gusta que me digan las cosas, pero siempre ando contento, siempre ando feliz, siempre me ando riendo de todo, primero Dios quiero demostrar y establecerme, también durar bastante tiempo jugando. El camino ha sido largo, pero ahora que se me la oportunidad espero aprovecharla y ahí quedarme. El béisbol me ha ayudado bastante en mi casa, cómo ayudar a mi familia, la forma de pensar, de ser, ahora he hecho muchos ajustes”, reconoció.
“Mis éxitos se los dedico a mi familia, les di mucha lata. Mi primer sueldo se lo dí a mi mamá, la tarjeta la tiene mi mamá, pues no salí en la liga norte, hasta ahorita les sigo ayudando, espero que Dios me ayude y que me vaya bien con Saraperos”.
El beisbol sacó de la calle a Javier Mireles, un niño que pasó de ser un vago que se la vivía en las calles, a formar parte de un equipo profesional de beisbol.
Con información de Saraperos