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Se me despeinó el día
Desperté con la vida despeinada. Iba a decir “amanecí”, pero yo no amanezco. Mientras sale el sol, sigo en estado onírico intentando casi conscientemente alargar las horas. Esta mañana la vida está particularmente despeinada, o desorganizada. Seamos honestas, ¡Caray! La vida últimamente está hecha un caos. Hoy es solsticio de verano y en 3 días será luna llena.
Hay señales obvias de días despeinados. Preparé mi café y luego olvidé dónde lo dejé. Me tardé más de la cuenta en “organizar” la agenda (término técnico que significa mirarla y tener que volverlo a hacer lo mismo 3 minutos después porque no me fijé en lo que realmente necesito saber). No recuerdo si tomé el medicamento de la mañana o no. Quisiera no haber salido de la cama, o haberme dormido a una hora decente anoche, pero no lo hice. Hay tantas cosas que hacer en las noches. Columnas, formatos, apuntes, series…
Soñé. Definitivamente soñé. Pero ahora parece que la vida requiere una peinada. Ya encontré el café. Ya sé que mi primera sesión es a las 10. Por ahora con eso me conformo. Comida de perros y gatos. ¿Tendré comida para mí? ¿Hoy toca ropa de gimnasio o jeans? ¿Hay algo en la noche? Despierto y entro a este proceso sola, como lo he hecho tal vez toda la vida. ¿Cómo se entiende una agenda que incluye trabajo y cuatro hijos? No recuerdo.
¿Cómo empiezas tus días? Tal vez tienes un sistema más eficiente, o más simple, o más radical, o más normal, o más noséqué, o menos… Como sea que sea, ¡qué tengas un buen día!