Se llama calma
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Se llama calma
Calma las aguas de tu mente, y el Universo y las estrellas se verán reflejadas en tu alma…” Rumi Squella decía que el alma de los lugares nunca se entrega a las personas apresuradas. Y es que hemos dejado de disfrutar los lugares, la sobremesa, los momentos, el silencio. Hemos dejado de abrazar las circunstancias. Desconocemos la calma y cuando estamos en calma vivimos en la angustia del no hacer nada, pues no sabemos como manejarla. Corremos, nos movemos en el tráfico, en el acelere, en la era de la agenda, la generación del “no tengo tiempo y al mismo tiempo no hago nada”. Lo que en general desconocemos es que el estado de calma nos ayuda a atenuar nuestra naturaleza mental y emocional para lograr una forma más razonable y efectiva para responder ante cada situación que la vida nos presenta.
Estoy segura que todos tenemos a una persona cerca que nos irradia calma y paz, que nos ayuda a serenarnos en alguna dificultad y que admiramos por su resiliencia y asertividad al manejar sus emociones. Y es que un hombre en calma es como un árbol que da sombra. Las personas que necesitan refugio se acercan a él. ¿Tú cómo eres? Hace unos días me enviaron este mensaje maravilloso y deseo compartírselos… “Se llama calma y me costó muchas tormentas. Se llama calma y cuando desaparece.... salgo otra vez a su búsqueda Se llama calma y me enseña a respirar, a pensar y repensar. Se llama calma y cuando la locura la tienta se desatan vientos bravos que cuestan dominar. Se llama calma y llega con los años cuando la ambición de joven, la lengua suelta y la panza fría dan lugar a más silencios y más sabiduría. Se llama calma cuando se aprende bien a amar, cuando el egoísmo da lugar al dar y el inconformismo se desvanece para abrir corazón y alma entregándose enteros a quien quiera recibir y dar. Se llama calma cuando la amistad es tan sincera que se caen todas las máscaras y todo se puede contar.
Se llama calma y el mundo la evade, la ignora, inventando guerras que nunca nadie va a ganar. Se llama calma cuando el silencio se disfruta, cuando los ruidos no son solo música y locura sino el viento, los pájaros, la buena compañía o el ruido del mar. Se llama calma y con nada se paga, no hay moneda de ningún color que pueda cubrir su valor cuando se hace realidad. Se llama calma y me costó muchas tormentas y las transitaría mil veces más hasta volverla a encontrar. Se llama calma, la disfruto, la respeto y no la quiero soltar…” Dalai Lama. Se llama calma el modo de vivir despacio, en calidad, aprendiendo de los sinsabores y dejándolos ir. Calma no es solo aprender a vivir con paz, es también transitar en paz en el caos y la crisis, aprendiendo que, eventualmente, todo pasa. Qué razón tenía Goethe al afirmar que “El talento se educa en la calma y el carácter en la tempestad.” El trabajo personal, el educar nuestro carácter, controlar y aprender a manejar nuestro temperamento, es parte fundamental para nuestro desarrollo.
Pero aprender a afrontar las adversidades manteniendo la calma, gozando de la calma, es también una habilidad. Sin desconocer ninguna emoción, al contrario, abrazando todo lo que sucede, sentimos y atravesamos; pero buscando resolverlo y manejarlo con paz mental y paz interior. “La calma en medio de la quietud no es verdadera calma; mantenerse tranquilo en medio de la turbulencia, esa es la verdadera calma. La felicidad en medio del bienestar no es verdadera felicidad, Mantenerse feliz al enfrentar la adversidad, ese es el verdadero potencial de tu mente.”