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The Sconek-T: Hablar sin voz
Seguro que los cuatro muchachos que estudiaron música clásica en la Escuela Superior de Música del Instituto Nacional de Bellas Artes, no imaginaron que unos años después iban a estar en uno de los escenarios del Vive Latino. Armados de dos violines, un chelo y percusiones, tocaron “Las Flores”. Cuando hicieron este cover por primera vez, no tenían voz, nunca la han tenido. Sin embargo, en el Vive Latino se apareció nada menos que Rubén Alabrrán, vocalista de Café Tacvba, para acompañarlos con esta melodía.
Desconecte, estilizado como The Sconek-T, hoy estrena su tercer álbum, más cerca de la música original que del homenaje, pero todavía sin cantante. Ellos están determinados a que sus cuerdas hablen por sí solas, así lo cuenta Israel Torres, violinista, en entrevista con VANGUARDIA.
A él lo acompañan Juan Luis Matuz, también en violín, Omar Sánchez en el chelo y Adrían Molina en el cajón peruano y la percusión. Su nuevo álbum se llama “Quasimodo”, pues salió luego de que la Cineteca Nacional los invitara a musicalizar la película muda “El Jorobado de Notre Dame” de 1923. Su anterior producción se llamó “Corriente Alterna” y la grabaron en Londres, gracias a una beca. El primero lo hicieron con los recursos que tenían e incluyeron covers como el mencionado de Café Tacvba, “El Satánico Dr. Cadillac” de Los Fabulosos, “Pachucho” de La Maldita y “Bésame Mucho”. Eran temas que tocaban en las plazas, por puro gusto, mientras estudiaban. Hoy han tocado en Nueva York, Alemania y próximamente estarán en el Teatro Simón Bolívar de la Ciudad de México.
“Podemos ponerlo en un festival como el Vive Latino, pero también puede estar en un escenario de música de cámara. Se atrapa a todo el público, tratamos de ser muy inclusivos, no tenemos etiquetas, no podrías clasificar Desconecte como tal o cuál género.
Ese es el objetivo que tenemos”, platica Israel.
-¿Cómo ves la recepción del público mexicano con la música instrumental de cuerdas?-
“Fue algo que rebasó un poco nuestra expectativa, porque no teníamos ni idea de cómo iba a reaccionar la gente, si le iba a gustar. Mucho menos que tuviera una recepción tan cálida, porque se entenderá que no tenemos voz, nadie canta, nadie dice nada. En los grupos la gente se hace también fan porque hay voz, cantantes, pero aquí todo lo tratamos de decir con sonidos, con la música y es un reto que todo sea instrumental y que a la gente le guste. Siempre hay una aceptación bastante amplia, tanto de público joven como de gente mayor. Se abarca bastante rango de público por eso mismo, porque hay gente que le gusta la música clásica pero también le gusta la música actual, esa combinación nos ha podido sacara a distintos tipos de audiencia. La ventaja de no tener cantante es que nos ha abierto escenarios internacionales, donde la barrera del idioma no existe. El sonido es universal y ahí podemos decir cosas sin siquiera decir una sola palabra”.
-¿Es más fácil aportarle a algo que está hecho ya, como sus covers o en películas, que hacer algo original?- “Son dos situaciones distintas, pero también muy interesantes y enriquecedoras. Cuando uno crea música por alguna experiencia, la inspiración viene de algo que tú quieres narrar, una situación que te gustaría plasmar con música, algo que viviste, algo que le quieres decir a cierta persona. Sobre esa sensación primaria, humana, sobre ese sentimiento, vas trabajando. La otra parte, es tener la capacidad de adaptarse a ver cómo está esa situación y tratar, con el poco o mucho conocimiento, la intuición sonora, tratar de que sea congruente eso que tú vas a hacer con lo que ya está establecido”.
-¿Cómo es tu relación con tu instrumento?, ¿qué tantas horas tocas al día?- “Es bastante ardua, en general los cuatro estamos metidos por completo en la música y eso requiere cierto tiempo para estudiar, practicar las piezas que vas a montar y aparte ensayar en ensamble. Prácticamente estás todo el día con el instrumento. De repente sí tienes algunos días de descanso, pero en realidad es una relación cotidiana y diaria”.
-¿Te llegas a cansar o aburrir de tanto tocar?- “Siempre hay crestas. Cuando hay mucho trabajo quieres descansar y tomar pausas. Porque también es una cuestión de salud, el oído se cansa, los músculos, las articulaciones, hay que tomarse sus periodos de pausa”.
-¿Alguna vez han pensado tener un vocalista y volverse una banda más convencional?- “Siento que cuando hemos tenido las colaboraciones, por ejemplo, con Fernando Rivera Calderón de Monocordio, con Pascual Reyes de San Pascualito Rey o lo de Rubén Albarrán, al final sí lo hemos considerado, pero justo en este tenor de las colaboraciones.
Finalmente a nosotros nos gusta la cuestión instrumental, operística, camerística. Omar el año pasado realizó una misa, como un réquiem, dedicada a un amigo bailarín que falleció algunos años, y utilizaron voces”.
-¿Ha sido difícil vivir de la música, de lo que de verdad estudiaste, como suelen decir los padres?- “Creo que todos en el grupo tenemos la fortuna de que los padres siempre nos apoyaron, aunque no hayan tenido que ver con la música, no tenían ni idea. Creo que es una cosa fundamental en la carrera de alguien que quiere dedicarse a la música, el apoyo familiar. Creo que el acierto de nuestros padres fue, al principio, ver que es lo que nos gustaba y bajo esa idea cualquier carrera debe apoyarse. Apoyar siempre la pasión que tenga cada quien, más allá de la cuestión social o económica, eso es una consecuencia.
Afortunadamente todos vivimos de la música. Desconecte es nuestro proyecto principal, pero también el chelista trabaja en la Orquesta Sinfónica del Politécnico, el percusionista y yo también tocamos flamenco, el otro violinista es profesor de la Escuela Nacional de Música y otras escuelas. Finalmente es perseguir lo que más le gusta a cada quien y la verdad no nos hemos podido quejar de esta profesión, que además nos ha llevado a tener experiencias inolvidables, conocer muchos países, culturas y otros artistas. Eso no tiene ninguna comparativa, al final, como dicen, nuestro trabajo es muy afortunado. Aunque ha requerido y sigue requiriendo de mucha disciplina, perseverancia, constancia”.
Conócelos
Sconek-T se formó en 2007 con músicos egresados de la Escuela Superior de Música del Centro Nacional de las Artes. El ensamble se conforma por dos violines (Israel Torres y Eliasib Morán), chelo eléctrico (Omar Sánchez) y percusión (Adrián Molina).