Sanders, el socialista que busca rescatar a EU "de la clase multimillonaria"
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Sanders, el socialista que busca rescatar a EU "de la clase multimillonaria"
Nueva York. ¿Un socialista podría llegar a ocupar la Casa Blanca? Hasta muy recientemente a nadie se le ocurría ni hacer la pregunta, y esa posibilidad ni se contemplaba entre los sueños de la izquierda estadunidense.
Pero el senador independiente Bernie Sanders, el precandidato demócrata que se define como "socialista democrático", convoca a lo que llama "una revolución política en Estados Unidos" para "rescatar" a esta democracia de "la clase millonaria y multimillonaria", o sea, ese famoso 1 por ciento más rico, para retornarla a manos del pueblo. Y ha encontrado una respuesta popular imprevista por las cúpulas políticas y económicas, y sus expertos, que al inicio descartaban su campaña como algo marginal. Ya no.
Aunque hasta ahora el enfoque, si no es que obsesión, de la clase política, los analistas expertos y los medios ha sido sobre Donald Trump, el precandidato republicano con tintes fascistas, por mantener su inesperada posición al frente de la contienda dentro de su partido, resulta que Sanders goza de mayor apoyo que Trump.
En las encuestas sobre el nivel de apoyo dentro de cada uno de los dos partidos nacionales, Trump continúa con el índice más amplio de apoyo, 35.3 por ciento en promedio en las principales encuestas calculado por Real Clear Politics, entre las filas republicanas y los que se inclinan por ese partido a nivel nacional. Pero aunque Sanders, entre las filas demócratas y progresistas, tiene un promedio de 32 por ciento de apoyo, el universo del voto demócrata es mayor que el republicano y por lo tanto goza de mayor simpatía popular que Trump tanto en porcentaje como en números absolutos, señalan analistas.
Y aunque la reina del Partido Demócrata Hillary Clinton mantiene amplia ventaja sobre Sanders entre el electorado de ese partido –con un promedio de 53.3 por ciento–, las dinámicas de la campaña de Sanders no dejan de preocupar a la de Clinton.
Hay razones: Sanders acaba de batir el récord de la campaña de Barack Obama, establecido en 2011, al superar el número de contribuciones pequeñas (con un promedio de 27 dólares) de ciudadanos a su campaña, con 2.5 millones de aportaciones provenientes de más de un millón de simpatizantes. Con ello, recaudó un extraordinario monto de 33 millones en los últimos tres meses del año pasado, sólo 4 millones menos que la masiva maquinaria de Clinton (y ella tiene un universo mucho más reducido de contribuyentes individuales, pues depende más de recaudadores profesionales y donaciones de ricos).
Más aún, al aproximarse los primeros dos comicios estatales en el maratón de elecciones primarias a principios de febrero, en Iowa y Nueva Hampshire, Sanders sigue gozando de ventaja en este último estado y se acerca, incómodamente para Clinton, en Iowa.
Pocos de los profesionales que dicen saber de estas cosas se atreven a apostar a que Sanders logrará derrotar a la favorita de la cúpula de su partido, dada la masiva maquinaria política que ésta tiene, junto con el respaldo de amplia parte de la cúpula económica del país. Pero el equipo de Clinton aún tiene pesadillas desde la campaña presidencial de 2008 contra un político casi novato (era senador en su primer periodo), relativamente desconocido, con talento que muchos reconocían pero que al principio casi todos descontaban como posible retador a la casi predeterminada coronación de Clinton como candidata presidencial de su partido. Su nombre era Barack Obama.
Sanders ha empezado a despertar lo que podría ser un gigante hasta ahora medio dormido y que fue clave en los triunfos de Obama: la juventud. Si logra despertarla, junto con sectores de trabajadores que se sienten engañados y desamparados en un sistema en el que, en los hechos, los ricos se han hecho mucho más ricos mientras amplias mayorías se han quedado, si les va bien, estancadas, pero millones están peor, esta contienda podría volverse cada vez más difícil de pronosticar.
Algunos expertos señalan que hasta ahora el sentir más claro del electorado es contra las cúpulas políticas establecidas y a favor de "insurgentes", y que esto alimenta tanto la candidatura de Trump como la de Sanders, ya que ambos son percibidos como figuras que no están atadas a los intereses de esa clase política permanente, o sea, justo lo que representan Clinton o Jeb Bush.
Por cierto, Sanders ha indicado que él podría atraer a parte de los simpatizantes de Trump, ya que son gente de clase trabajadora que ha visto desaparecer su calidad de vida, y su ira ha sido canalizada por el magnate, quien usa a mexicanos y musulmanes como chivos expiatorios para la situación de esta gente.
"Podemos argumentar que si de verdad deseamos abordar los temas que preocupan a esas personas... Necesitamos políticas que nos unan para enfrentar la avaricia de Wall Street, la avaricia empresarial estadunidense, y crear una clase media que funcione para todos nosotros en lugar de una economía que funciona sólo para unos cuantos", declaró Sanders en entrevista reciente con CBS News.
De hecho, según indican los sondeos, por ahora la figura que se atreve a declararse "socialista" le está ganando en nivel de apoyo al que está jugando al populismo derechista y xenófobo.
Por cierto, en los enfrentamientos hipotéticos entre posibles candidatos presidenciales en la elección general de noviembre, por ahora Sanders le ganó por margen más amplio a Trump que Clinton (es un poco de alivio que ambos le ganan a Trump, por ahora). En un sondeo reciente, Sanders ganaría contra Trump por 51 contra 38 en una elección general, Clinton sólo por 47 a 40.
No cabe duda que sus posibilidades de llegar a la Casa Blanca son algo remotas, pero Sanders es un candidato que de cierta manera ya ha ganado aun antes de la elección, al obligar a que el tema de la desigualdad económica y la concentración del poder esté al centro del debate político nacional. "La avaricia de Wall Street y el empresariado estadunidense está destruyendo el tejido mismo de nuestra nación", reiteró en un discurso en Nueva York esta semana. Acusó que "la realidad es que el fraude es el modelo de negocios de Wall Street. No es la excepción, es la regla". Afirmó que "la realidad es que el Congreso no regula a Wall Street. Wall Street y sus cabilderos regulan al Congreso. Tenemos que cambiar esa realidad, y como presidente, lo haré".
Su impacto se manifiesta no sólo en un creciente movimiento de apoyo a nivel nacional, sino hasta en el vocabulario del gran debate nacional. Según el sitio de la editorial de diccionarios Merriam-Webster, la palabra más buscada en 2015 es "socialismo".