¿San Valentín está ‘en crisis’?
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¿San Valentín está ‘en crisis’?
De acuerdo con cifras del Registro Civil en el Estado, el número de parejas que decide formalizar sus relaciones sentimentales mediante la figura del matrimonio disminuyó en alrededor del 22 por ciento entre 2015 y 2016, lo cual implica unos 3 mil 700 matrimonios menos entre un año y otro.
Según las estadísticas proporcionadas por la dependencia, durante los 12 meses de 2015 fueron 16 mil 663 parejas las que acudieron a las distintas oficialías a solicitar que se les uniera en matrimonio. El año pasado dicha cifra descendió a 12 mil 955.
No se trata de un dato menor, sobre todo si se toma en cuenta que la población de Coahuila no está disminuyendo, sino al contrario: de acuerdo con las proyecciones del Consejo Nacional de Población, los habitantes de la entidad crecen a un ritmo cercano a las 40 mil personas por año.
Dado que la disminución en el número de matrimonios en Coahuila no puede explicarse a partir de un descenso en la población, entonces la causa debe ser otra y valdría la pena que alguien considerara la posibilidad de investigarla, pues más allá de lo anecdótico, el fenómeno tiene repercusiones de muy diverso tipo y de orden práctico.
Que se casen menos personas en territorio estatal no solamente implica que “las flechas de Cupido” podrían estar perdiendo su histórica potencia, sino que un número creciente de menores de edad podrían no contar con la presencia de sus dos padres para hacerse cargo de su crianza.
Hará falta que se proporcione evidencia empírica al respecto, por supuesto, pero en tanto eso ocurre las cifras con las cuales se cuenta dan para inferir que la población sigue creciendo, pero hay menos parejas que se casan, o las parejas existentes están teniendo más hijos, o el número de nacimientos entre individuos que no están casados está creciendo.
Casarse no es, desde luego, una obligación. Lo que sí lo es, son las responsabilidades paternas, pues por encima de los intereses de los padres, la ley protege el interés superior del menor.
Y más allá de los convencionalismos a los cuales cada quien desee suscribirse, respecto de la idea del matrimonio, lo que es importante es que la sociedad proteja y resguarde adecuadamente a uno de los segmentos más vulnerables: los niños.
Por otro lado, valdría la pena averiguar si estamos ante una tendencia que termine por instalarnos en una realidad en la cual el amor, cualquiera que sea la idea que tengamos de él, no se demuestre más con la firma de un acuerdo para concebir y desarrollar un proyecto común de vida.
El matrimonio podría estar “pasando de moda” y bien puede ocurrir que la sociedad del Siglo 21 termine decidiendo que no desea más dicha figura. Pero entonces haríamos bien en ir pensando con cuál la vamos a sustituir, a fin de garantizar que bienes jurídicos trascendentes, como el interés superior del menor, se encuentren debidamente resguardados.