San Judas, ¿santo de los Zetas?
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San Judas, ¿santo de los Zetas?
El santo de los malos
Hay un tema que de plano, este año, se me quedó en el tintero porque, ni modo, no lo pude hacer.
Mi deseo era tenerlo acabado para antes o poquito después del día de San Judas Tadeo.
Y es la historia del barrio de San Judas Tadeo, en Piedras Negras, la cuna, se dice, de los Zetas más sanguinarios de aquella región.
Lo estuve reporteando durante algunas semanas, pero no quedó.
Tenga en cuenta que no es nada fácil que la gente hable sobre cuestiones tan peliagudas y sórdidas
Total, que no lo terminé y no me quedé ni a la mitad.
Lo único que le puedo adelantar es que el barrio de San Judas, con su iglesia de San Judas, es un barrio de casas bajas y angostas, la antigua cuartería de lo que antes fue la zona de tolerancia en la colonia Mundo Nuevo, de Piedras Negras.
Este barrio, como le decía, era el bastión de los narcos más despiadados, se dice, hoy algunos están muertos y otros encarcelados.
Un barrio donde, a decir de sus habitantes, la delincuencia anduvo recio, levantando, desapareciendo y matando gente, todavía hace apenas unos tres o cuatro años.
Los malandros solían andar en caravanas de toda clase de trocas, armados, por las calles de este barrio.
Eran los amos y señores.
La gente, que los conocía de toda la vida, porque aquí se criaron, como ya dije, no dejaba de temerles.
Pero lo que más llamó mi atención sobre este asunto eran las pachangas que los malos organizaban para el día del Santo Patrono del barrio: San Judas.
Eran unos fiestones locos, con grupos musicales, menudo, barbacoa, tamales, juegos mecánicos gratis y toda la cosa.
Los Chicos de Barrio y Pesado llegaron a amenizar las fiestas en honor al “abogado de las causas difíciles”, platica la gente de este barrio.
Y algunas otras revelaciones que prefiero guardarme para después, para el otro año, para la próxima celebración de San Judas Tadeo.
Lo que todavía no he podido averiguar es por qué diablos fue que los malandros agarraron de su santo a Judas y le colgaron sus milagritos.
En una de mis visitas a Piedras interrogué sobre esto a un sacerdote y me respondió: ”pos estaría bien que les preguntaras a ellos”.
N’ombre, me dije, ¿usté cree?