Samuel y el soberano absoluto

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Samuel y el soberano absoluto

Todos sabemos que aquí en Coahuila los emisarios del pasado siguen presentes, que aún tienen la capacidad suficiente para seguir mandando, para seguir sosteniendo la influencia y los privilegios del antiguo régimen, los que aún tienen el poder para seguirnos jodiendo.

Y el mejor ejemplo de los emisarios del pasado lo tenemos con el diputado Samuel Rodríguez Martínez, cuña moreirista en este sexenio, gobierno del que muchos esperamos su pronta emancipación, que jale de la cadena para eliminar la inmundicia acumulada en las cañerías del sistema, para que todos podamos percibir que Riquelme es Riquelme y nadie más.

Porque todo apunta a que Samuel Rodríguez es el protector del también moreirista Evaristo Madero Marcos, soberano absoluto de Parras, el cacique que pisotea la Constitución, que sigue gozando de total impunidad.

Y aquí vale la pena decir que el único santo que nos queda a los parrenses para rogar por justicia es a don Armando Guadiana, de quien muchos esperamos que no se convierta en un santo que cuide de los leprosos corruptos sino todo lo contrario, que sea un santo que mantenga a raya esa lepra que ha carcomido a Coahuila hasta los huesos y que, en el caso de Parras, pedirle que gestione una auditoría federal de los recursos fiscales que nadie sabe dónde están, cosa que nunca hará Rodríguez en el Congreso local.

Y es que el cacique de Parras aún se siente protegido, por encima de los poderes del Estado, muy superior a los diputados del Congreso local. Lo vimos la semana pasada por la forma en que humilló a los legisladores Claudia Ramírez, Édgar Sánchez y Benito Ramírez, que acudieron a una sesión de Cabildo, asunto que enardeció al soberano absoluto de Parras, recibiendo de él y del regidor Juan Morales agresiones verbales y amenazas, un acto bochornoso, fuera del cause republicano, que debilita el espíritu público, que degrada las instituciones del Estado. ¿Acaso tenemos en Coahuila un Congreso de geishas que no responderá a este atentado al Poder Legislativo?

Atentado digno de un déspota que ejerce el poder absoluto en este municipio. Con decir que este sátrapa analfabeta ni siquiera se asemeja al soberano ilustrado descrito por el Montesquieu de Joly (“Diálogo en el Infierno”, Cap. 22), que ya quisiéramos en Parras para un trienio: “más aún se han visto –dice Montesquieu– soberanos absolutos que se preocuparon por dictar buenas leyes, por mejorar las costumbres, por introducir en ellas la sencillez y la decencia. Los hubo que se preocuparon por el orden en las finanzas, en la economía; quienes procuraron dejar tras de sí instituciones perdurables, paz y tranquilidad, y en algunas veces la libertad”.

Nada que ver con el cacique de Parras, un déspota en estado coloidal, siempre caprichoso y voluble, en una condición permanente de minoría de edad no apta para gobernar.

Aún retumban en el Cabildo de Parras los insultos y los golpes sobre la mesa de Evaristo y el regidor Morales contra los diputados locales: “¿Su nombre? ¿Objetivo?... Benito Canales”. Pero en realidad no eran ellos los que gritaban, era la entonación, la inflexión de voz de Samuel Rodríguez, el emisario del pasado que cuida los intereses del antiguo régimen.