Saltillo y cómo lo sufren los discapacitados, en voz de atlelta

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Saltillo y cómo lo sufren los discapacitados, en voz de atlelta

Calles, edificios y comercios están llenos de obstáculos para las personas ‘especiales’, revela atleta; quien no se arredra

Texto: Sandra Naal/Fotos: Omar Saucedo-Orlando Sifuentes

Rubén es un transformer más, él así lo dice, porque es capaz de “correr”, jugar basquetbol y practicar natación sin problemas, a pesar de que su cuerpo está paralizado de la cintura para abajo.

A sus 42 años, Rubén Sánchez tiene en sus brazos una fuerza incomparable y en sus manos a sus mejores aliadas, por ellas va de aquí para allá sin problemas, o casi…

Si bien no poder caminar no es una traba, enfrenta situaciones desagradables. Ante estos obstáculos, Rubén ha encontrado la manera de seguir con su vida, para no dejarse caer.

Moverse con cuidado. Algunas de las rampas de la ciudad estáninservibles; otras están mal hechas y son un peligro.

En el Estadio Olímpico, Rubén entrena todos los días en su silla de ruedas deportiva para carreras sin problemas, sin embargo, lo que se le complica es llegar a la pista. Y es que las rampas de este inmueble no sirven para que una persona discapacitada suba por sí sola. La pendiente lo vuelve imposible y necesita que lo impulsen. Además, la puerta no es adecuada para que quepa una silla de ruedas.

Rubén es dueño de un vehículo que adaptó para manejarlo sin usar sus piernas,, con unas varillas que colocó en el freno y en el acelerador, consigue avanzar sin problemas.

En la parte trasera coloca su silla para carreras, abre su auto, se pasa de la silla al asiento del conductor con mucha facilidad, la costumbre lo ha vuelto un experto; ya estando dentro del auto, desarma su silla de ruedas, la sube y, a andar se ha dicho.

Para Rubén no hay obstáculo insalvable, de hecho conduce su auto.
Yo antes pensaba, a mí no me puede pasar nada, pero los accidentes pasan, un día podemos caminar y al otro ya no”.
Rubén Sánchez, deportista discapacitado de la Plaza Acuña.

Cuando llega al Estadio Olímpico no encuentra un cajón para discapacitados, y es que no hay, a veces no sabe dónde estacionar su carro, porque los cajones cercanos a la rampa ya están ocupados, así que se las ingenia y se coloca en algún sitio, baja su silla de ruedas, la arma y se pasa del asiento del conductor a la silla, y allá va… lo difícil es por empezar.

La rampa tan grande e inclinada, es para Rubén una montaña.

CARRERA DE OBSTÁCULOS
De su automóvil se desplaza hasta el inicio de la rampa, se prepara y empieza a subir, de tan difícil que es, ya se inventó una técnica que le ayuda a subir rápido, pero con dificultad, hace un zigzagueo para evitar irse para atrás, cuando al fin ha logrado su cometido, se encuentra con otro obstáculo. La puerta por donde debe pasar a la pista, es pequeña y a veces ni siquiera está abierta, entonces Rubén necesita ayuda, por fortuna casi siempre lo acompaña su entrenador, él es su apoyo para brincar esa parte del portón que es difícil. Si su entrenador no está presente no ser así, no falta quién le eche una mano.

Para que entre su otra silla, tienen que desarmarla.

Freno a superar. La ciudad y sus obstáculos para las personas especiales fomenta habilidad

LAS DESAFIANTES ENTRADAS
El Olímpico cuenta con dos entradas, ambas son un problema. Mientras que una rampa es muy larga e inclinada, la otra aunque es más pequeña, está lisa y esto hace que las sillas resbalen, además hay unas rejillas donde la silla se atora. En esa rampa, Rubén aplica de nuevo el zigzagueo.

Aunque ya no se le dificulta, dice que hay personas que llevan a sus hijos con parálisis cerebral y que lograr pasar la rampa es complicado, ya que los niños no pueden apoyar al momento de subir, debido a que no tienen movilidad o fuerza.

EL DIARIO PEREGRINAR
Rubén todos los días hace lo mismo, se esfuerzo por poder acceder a la pista y entrenar para sus competencias.

Al andar, detecta que no hay sitios aptos para personas con discapacidad, dice que en el centro de la ciudad no hay más de cuatro cajones de estacionamiento para ellos, y que casi siempre están ocupados por personas que realmente no los necesitan.

Fomenta habilidad. Las rampas mal diseñadas hacen que el ingenio se active

PONEN EL EJEMPLO Y TRANSFORMAN VIDAS
Rubén Sánchez forma parte de un equipo de basquetbol, se hacen llamar Los Transformers, no es tanto por aquella película, donde los robots cambian de forma, sino porque transforman su vida y las de los demás.

El Gimnasio Municipal es donde a diario Rubén y otros 11 compañeros juegan basquetbol, con la práctica han logrado coordinar el andar en silla de ruedas y al mismo tiempo controlar el balón, recientemente fueron a un torneo a Zacatecas y resultaron vencedores.

Cada jugador tiene una silla hecha a su medida, así que no deben subir de talla; éstas tienen un costo de alrededor de 12 mil pesos.

Ingenio. Rubén ha adaptado su vehículo a sus necesidades; frena y acelera con las manos.

En el equipo hay personas con distintas discapacidades, algunas, al igual que Rubén tienen una lesión medular completa que los mantendrá sin poder caminar de por vida, otros sufren de amputaciones de una o más extremidades, pero cada uno de ellos se siente motivado por no dejarse vencer.

Marco Salazar, el entrenador de Rubén y de todo el equipo, dice que no sólo en Saltillo hay dificultades o discriminación para las personas con discapacidad, ya que en otras ciudades a los que han acudido a torneos, siempre se topan con situaciones donde la gente los mira raro, les grita cosas o la infraestructura no es la adecuada para que ellos puedan tener acceso.

‘LEVANTA TU ESPÍRITU’
Compartir un día en la vida de Rubén, te deja mucho, porque reflexionas sobre lo difícil que es la vida para personas “especiales”.

Con el equipo, Rubén triunfó en un campeonato disputado en Zacatecas
Que que nos miren con lástima, eso no lo necesitamos, lo que buscamos es que nos digan que le echemos ganas”.
Rubén Sánchez, deportista discapacitado de la Plaza Acuña.

Cuando se enteró de que ya no podría caminar, estuvo encerrado tres meses, no quería salir, no quería ver a nadie, estuvo sumido en la depresión, pero llegó un momento en el que supo que era suficiente de auto compadecerse y que quedándose en cama no conseguiría que las cosas cambiaran, aceptó su realidad y se adaptó a ella.

Invita a las personas que al igual que él sufren de discapacidad, que se acerquen al Gimnasio Municipal y se unan al equipo, además de practicar deporte, este grupo de luchadores acude a escuelas y a instituciones que albergan a “niños problema”, y a donde se los soliciten, a dar pláticas.

Rubén dice que lo que hace falta es conciencia, porque la gente que no tiene una discapacidad piensa que nunca les va a pasar.

Tenaces. “Las limitaciones las pone uno y Dios”, dice Rubén, quien pese a padecer una lesión medular completa, juega basquetbol y practica otros deportes.

“Yo antes pensaba a mí no me puede pasar nada, pero los accidentes pasan, un día podemos caminar y al otro ya no, la vida es una rueda de la fortuna, a veces estamos arriba y luego podemos estar abajo”, dice.

Rubén dice que en la calles, especialmente si son muy transitadas, no tienen rampas o si las hay están rotas o es imposible subir por ellas debido a que están mal hechas, además de que las personas no respetan a aquellos que tienen discapacidad y les gritan que se muevan rápido.

Dice que las personas al ver a alguien en silla de ruedas, lo primero que hacen es sentir compasión, cuando es lo que ellos menos necesitan. “La gente no debería de ver a alguien con discapacidad y darle una moneda, lo que necesitamos es que nos digan: ¡Vamos, tú puedes!, ¡sigue adelante!, que nos den un abrazo, no que nos miren con lástima, eso no lo necesitamos”.

Rubén y sus compañeros de duela muestran al mundo que compadecerse no es el camino y que levantarse es el verbo que se debe conjugar

Discriminados
>No sólo en Saltillo hay dificultades o discriminación para el discapacitado, en otras ciudades o estados a los que han acudido a torneos, se topan con situaciones desagradables.
>La gente los mira raro, algunos les gritan cosas o la infraestructura no es la adecuada.

El dato
Cada jugador tiene una silla hecha a su medida, así que no deben subir de talla; éstas tienen un costo de alrededor de 12 mil pesos.

Vanguardia