Saltillo: de la barbarie neoliberal ala esperanza de transformación

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Saltillo: de la barbarie neoliberal ala esperanza de transformación

Durante el siglo XX (más específicamente, en la década de los noventas), la caída del socialismo real detuvo el proceso de cambio en la organización de una sociedad global nueva en lo que se refiere a lo político y lo económico, aunque con algunas honrosas excepciones. Este socialismo real, a grandes rasgos, se contraponía al sistema capitalista patriarcal negando sus condiciones materiales, pero no las ideológicas para así poder continuar con el proceso histórico, pero su caída solo reafirmó las bases hegemónicas del capitalismo en su fase neoliberal, la que difuminaba los derechos conquistados por la clase trabajadora mundial.

En México, el régimen neoliberal dilapidó la vida pública y los derechos conquistados por la clase trabajadora, clase asediada por los intereses económicos de la oligarquía que dictaba las políticas públicas para mantener y aumentar sus privilegios, entrando así en una etapa de retrocesos contrarrevolucionarios por más de 3 décadas. En consecuencia, el proceso de cambio progresista que abandera la 4ta Transformación surge como negación de estas políticas, movimiento que, a pesar de sus limitaciones, es el de mayor organización y articulación en el país, donde pretende restablecer los derechos conquistados históricamente por la clase trabajadora y que fueron arrebatados por la barbarie neoliberal en los  siete sexenios presidenciales pasados.

El triunfo electoral de 2018, encabezado por el ahora presidente Andrés Manuel López Obrador, convocó a amplios sectores de la población; gente de diferentes etnias, creencias, generaciones y clases sociales, tanto patrones como asalariados, que compartían un bien común: la lucha contra la corrupción que engendró el período neoliberal. Y la búsqueda de ese bien común es una convocatoria bastante amplia donde caben todos los sectores de la sociedad.

Establecer un nuevo régimen político y económico post neoliberal de carácter popular que regenere la vida pública con políticas públicas más justas y equitativas para los estratos que desamparó, negó y expulsó el neoliberalismo sustentado en la misma estructura del capitalismo, es una de las principales metas de la 4ta Transformación. No obstante, la continuidad del proceso del cambio social no se detiene en la 4ta transformación, pues el avance debe ser con mayor profundidad y radicalización para la obtención de los derechos de las clases sociales marginadas y así establecer una sociedad que tienda a un sistema económico que busque la repartición de actividades productivas sin beneficiar a una clase social -la empresarial-. Sin embargo, las condiciones ideológicas aún no están dadas en la realidad para un cambio de esta magnitud, por lo tanto, se debe medir el pulso político para no caer en fabulas fantásticas de una “sociedad ideal” que plantea “la ultra izquierda revolucionaria” en este momento, pero nunca olvidar ni por un instante que la lucha debe ir encaminada al derrocamiento de la sociedad capitalista patriarcal.

 Se debe ubicar en el contexto actual, tomando las condiciones dadas en el país para verificar cuál es el ritmo político que establece el antagonismo de clase en la sociedad, como actualmente es el movimiento progresista de la 4ta transformación es la lucha con procesos de mayor relevancia revolucionaria en el país.

Este proceso electoral de renovación de diputados federales y locales, gobernadores y alcaldías, se presenta como el más importante de la historia contemporánea de México por la relevancia de los intereses que se disputan: por una parte, la continuidad a la esperanza de la transformación, y por el otro lado, el rezago del oscurantismo neoliberal. No obstante y aunque a nivel federal se haya instaurado la 4ta transformación con políticas de corte popular en ciertas regiones del país, se siguen perpetuando las practicas neoliberales a tajo y destajo, como en el caso del estado de Coahuila, que es el último bastión del priismo en México (particularmente en su capital, Saltillo). Esto es posible gracias a que es la máxima expresión del dominio hegemónico del Revolucionario Institucional, siendo casi absoluto en el ayuntamiento con un control de 92 años con algunas alternancias de forma y no de fondo con el Partido Acción Nacional -que por mucho tiempo se manifestó como la verdadera oposición del PRI- pero en esencia mantuvo idénticas políticas públicas que se asemejan a las del priismo local.

La penetración de los principios de gobierno de la 4ta transformación ha alcanzado a romper las barreras hegemónicas del control político priista en Saltillo, además de que ha dejado ver el hartazgo de la ciudadanía por las prácticas utilitaristas, clientelares y corporativistas del PRI.  Esta inserción de los principios de la 4ta transformación ha originado condiciones inmejorables para conquistar los espacios públicos en beneficio de los estratos marginados de la sociedad saltillense y para que se instaure el movimiento progresista de la 4ta trasformación a nivel municipal como el proceso revolucionario de vanguardia y así lograr un cambio real en la vida pública de Saltillo.

Ahora el partido Morena en Saltillo -y en todo el país- deslumbra fortalecido, articulado, organizado y unido con un amplio apoyo de la ciudadanía para encarar al partido oficial en el estado y a sus cómplices (el PAN, PRD y MC).

Con esto, la postulación del senador con licencia y empresario minero Armando Guadiana para contender por la alcaldía de Saltillo causó polémica en los sectores de izquierda y diferentes movimientos progresistas locales, pues surgieron preguntas: ¿cómo es posible que Morena postule a un empresario minero y taurino? Así mismo, yo recibí cuestionamientos por apoyar su postulación a la alcaldía de Saltillo, porque me asumo de izquierda y era inconcebible apoyar a un empresario a la presidencia municipal.

Tienen razón: Armando Guadiana no pertenece a la clase social trabajadora, tiene acceso a bastantes privilegios por su posición económica y a diferencia mía, no compartimos los mismos intereses de clase, económicos, sociales y culturales; él es un empresario minero que vive al norte de la ciudad -área de las clases altas del municipio- y yo soy un joven profesionista que vive en la zona sur de Saltillo -área considerada de la clase trabajadora- que lo único que puede ofrecer es su fuerza de trabajo al mercado laboral. Sin embargo, en lo único en que coincidimos es en desterrar la corrupción en el país y particularmente en el municipio de Saltillo con tres principios: “no robar, no mentir y no traicionar al pueblo”, siendo el bien común concreto por el que se lucha para trasformar la vida pública de Saltillo, y a su vez, es el movimiento más revolucionario que existe hoy día.

Así pues, en cada proceso revolucionario en la historia de la humanidad, las clases sociales antagónicas coincidían en una lucha política particular para erradicar un régimen obsoleto; por ejemplo, en la Rusia zarista, el proletariado y la burguesía se aliaron en la Guerra Civil en 1905 para derrocar al régimen autocrático zarista que detenía el curso de los procesos productivos, sociales, culturales y políticos.

O también la Revolución Mexicana, que convocó a amplios sectores de la población que representaban distintos intereses (campesinos, hacendados, burgueses, indígenas y proletariados) para luchar contra la imposición del dictador Porfirio Díaz, que secuestró la democracia del país por años.

Por lo tanto, el proceso político que vive Saltillo deslumbra un panorama peculiar para lograr una alternativa real con vísperas a la transformación. Armando Guadiana tiene todas las condiciones para romper la larga noche de la barbarie neoliberal de corrupción en el ayuntamiento saltillense y así instaurar un gobierno de transición a la transformación.

No obstante, nunca debemos de olvidar que la lucha no se detiene en desterrar la corrupción; es necesario demoler la estructura del sistema económico capitalista patriarcal e imperialista para tender a la búsqueda por la socialización de las actividades productivas y políticas para beneficio de toda la sociedad.