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Sally Potter entusiasma a Berlinale con su ácida comedia "The Party"
A la décima fue la vencida. El Festival de Cine de Berlín tuvo que esperar hasta cruzar su ecuador para encontrar una película que entusiasmara de forma unánime: los 71 minutos que dura "The Party" han sido toda una fiesta para la crítica.
La directora británica Sally Potter consigue crear un delicioso cóctel de interpretaciones con las estadounidense Patricia Clarkson y Cherry Jones, los británicos Thimoty Spall, Kristin Scott Thomas, y Emily Mortimer, el alemán Bruno Ganz y el irlandés Cillian Murphy. Todos ellos son un grupo de amigos que se reúnen para para celebrar que una de ellas, Scott Thomas, acaba de ser nombrada ministra.
Murphy es un banquero adicto a la coca, que ha sabido que su mujer le traiciona, mientras que Ganz (Hiter en "El hundimiento"/"La caída"), da vida a un hippy trasnochado que saca de sus casillas a su pareja (Clarkson), una mujer de lengua afilada. Además, las amigas lesbianas (Mortimer y Jones) aprovechan la ocasión para anunciar su maternidad, pero durante la velada también salen otras confesiones que harán estallar todo por los aires.
Potter, ovacionada también en la rueda de prensa, a la acudió con parte de su equipo, desarrolla toda la trama en apenas tres estancias de una casa y consigue atrapar al espectador con diálogos tan brillantes como inteligentes.
La directora de 67 años, conocida sobre todo por lanzar a la fama a Tilda Swinton en "Orlando", es también la que firma el guión en el que no sólo se abordan conflictos personales, sino que se cuestionan los ideales políticos y las contradicciones.
Durante la concurrida rueda de prensa Potter definió su película como una "comedia política", una "mirada ligera y cariñosa de un Reino Unido roto".
El desencanto de una generación que creyó en utopías, el cinismo que destila la amarga ruptura de los sueños rotos se palpa en unos personajes que Potter comenzó a idear antes de las últimas elecciones generales en Reino Unido y acabó de configurar en un rodaje que coincidió con el referéndum sobre el "Brexit", la salida de la Unión Europea.
"Ahora las cosas han cambiado, se han polarizado, pero lo central es que entonces la gente estaba perdiendo la sensación de qué es verdad en política. Es por eso que decir la verdad es importante siempre, en la vida política y en la personal", afirmó.
Uno de los puntos fuertes de esta historia es el ritmo con el que fluyen las tramas y las conversaciones entre los actores. Para Potter la clave de los buenos diálogos está en escuchar atentamente lo que la gente dice, pero sobre todo lo que calla. Y ahí está el personaje de Clarkson, que es la única dice que durante toda la velada habla sin tapujos, aunque duela.
La película, dijo Potter, aborda precisamente lo mal que pueden llegar a ir las cosas cuando la gente pierde sus principios y no dice la verdad. Política, remarcó, se puede definir de muchas maneras, hay política parlamentaria y también de relaciones personales y en todas ellas lo que se necesita es decir la verdad, ser sincero.
La cinta, además, está rodada en blanco y negro, una opción estética que en este caso viene a subrayar que las cosas nunca acaban siendo blanco o negro, siempre hay una infinidad de matices grises, sobre todo cuando se trata de amistades o relaciones.
La décima película de Potter es, además, la décima película presentada a concurso en una edición de la Berlinale en la que escasean títulos memorables.
En la jornada de hoy también se presentaron a la carrea por el Oso de Oro la alemana "Helle Nächte", sobre la difícil relación que mantienen un padre (el actor austriaco Georg Friedrich) con su hijo adolescente Tristan Göbel, al que hace años que no ve.
La muerte en Noruega del abuelo paterno, con el que Friedrich ya mantenía una distante relación, reúne a padre e hijo, dos personas que en realidad apenas se conocen y que pasan varios días juntas en un intento del padre de acercarse al hijo que ha estado ignorando durante demasiado tiempo.
La cinta ha sido acogida con unos pocos aplausos, a diferencia de la japonesa "Mr. Long", del director conocido como Sabu, en la da un giro a las películas de asesinos de la mafia mostrando las relaciones paternofiliales desde otro ángulo.
Cheng Chang encarna a un sicario de la mafia de Taiwan que es enviado a Japón a cumplir un encargo. Allí resulta herido y se esconde en unas casas abandonadas, donde le ayuda un niño cuya madre es drogadicta. El sicario desarrolla una relación con el pequeño al que le resultará imposible abandonar. La tierna historia del director de 52 años, que debutó en 1996 con "Dangan Runner", animó también la competición.