¡Sabia virtud! El tiempo absorbe sin dejar vivir plenamente

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¡Sabia virtud! El tiempo absorbe sin dejar vivir plenamente

Ilustración: Vanguardia/Esmirna Barrera
La tecnología no ha liberado al hombre porque éste no ha sabido organizarse
“No tenemos un tiempo escaso, sino que perdemos mucho. La vida es lo bastante larga y para realizar las cosas más importantes se nos ha otorgado con generosidad, si se emplea bien toda ella. Pero si se desparrama en la ostentación y la dejadez, donde no se gasta en nada bueno, cuando al fin nos acosa el inevitable trance final, nos damos cuenta de que ha pasado una vida que no supimos que estaba pasando”, estas palabras de Séneca sí que nos llegan hondo en estos tiempos que andamos tan distraídos.
 
Contemporáneos 
 
Somos contemporáneos de una época repleta de contradicciones. Por ejemplo, somos eficientes en desarrollar mejores métodos de trabajo, pero no tenemos el tiempo suficiente para dedicarnos a construir aquello que fortalece el alma, eso que nos haría vivir plenamente. 
 
Es difícil encontrar minutos para rehacer mucho de lo que, durante nuestras jornadas de trabajo, deshacemos sin desearlo. Es difícil encontrar tiempo para descansar, para compartir en familia, para gozar una buena lectura, para dejar que se enfríe un café mientras saboreamos una cálida conversación con un buen amigo. 
 
El espíritu carece de espacios para reponerse. No tiene descanso, reposo. Insistimos en vivir de prisa, angustiados por las sombras y miedos que habitan junto a las agitadas sendas por las cuales andamos. No por nada la depresión es la enfermedad de este siglo, no por nada las personas carecemos del bien más deseado: el tiempo. Y no por nada, en lugar de disfrutarlo y gozarlo, lo lloramos, lo desperdiciamos, lo sufrimos, lo añoramos.
 
El octavo día
 
Ante tanto ajetreo, tal parece que hemos inventado un octavo día: “el día de mañana”. No conformes con los siete días de la semana, ahora imaginamos un día inexistente. El día de mañana lo utilizamos frecuentemente: ¿Cuándo empiezo esa dieta? ¡El día de mañana!; ¿Cuándo pongo en orden esos desordenados cajones? ¡El día de mañana!; ¿Cuándo dejo de fumar? ¡El día de mañana! Así es, dejamos para el día de mañana lo que hoy deberíamos hacer. 
 
Pero ese día nunca llega. Es ficticio. Es consecuencia, en muchas ocasiones, de la irresponsabilidad e incapacidad de disfrutar el presente, de insistir en lo urgente, más no en lo trascendental.
 
Ese octavo día lo hemos concebido por la discapacidad de manejar adecuadamente el tiempo, por la costumbre de postergar, por no hacer un alto para balancear la existencia.
La clave para controlar el tiempo está en el uso diario de una agenda. Apuntar y monitorear lo que se tiene por hacer, es un recordatorio permanente”.
Carlos R. Gutiérrez Aguilar, consultor.
Tiempo desperdiciado
 
Inclusive las personas que deberían utilizar efectivamente su tiempo –por “el nivel de conocimientos que poseen”– no lo hacen adecuadamente, como se pudiera pensar. Así lo demuestra el resultado de una encuesta que se realizó en Estados Unidos, la cual reveló que el 48 por ciento de los estudiantes universitarios trabajan menos de 30 horas a la semana. 
 
El estudio, irónicamente, evidenció que el problema para los estudiantes universitarios es que tienen demasiado tiempo y no saben qué hacer, ni cómo manejarlo. Muchos de ellos viven en el “día de mañana”, ignoran la manera de balancear el tiempo del estudio con el personal, con ese que hay que dedicar a la familia e, inclusive, con la diversión. 
 
En una sociedad altamente tecnificada, paradójicamente, entre más tiempo tenemos menos tiempo tenemos. Supuestamente la tecnología debió haber liberado miles de horas para dedicarlas a vivir más tranquilamente, pero no es así. 
 
El concepto del tiempo
 
Es bueno saber que los griegos tenían dos conceptos del tiempo: Cronos y Kyros. Al hablar de Cronos se referían al tiempo sin dirección, en el cual la persona infructuosamente trataba de ganarle al tiempo y jamás terminaba sus tareas. Cronos se identifica con la persona que camina en círculos, sin dirección específica, con la que no tiene prioridades. Cronos secuestra al ser humano, lo hace vivir en el temor obligándolo a postergar sus responsabilidades. Cronos suele decir: “primero el placer”.
 
Cronos provoca que la persona dilate la solución de problemas personales, que postergue actividades recreativas en su tiempo libre, que retrase la decisión de mejorar las oportunidades en su profesión al no tomar cursos de perfeccionamiento o buscando mayores desafíos, cambiar su rutina de trabajo o tomar más riesgos, etc.  
 
También refleja pensamientos negativos: “Yo soy malo para hacer las tareas”. “Va a ser muy difícil para mí hacerla y posiblemente me va a quedar mal”. “Mejor lo hago mañana”.
 
Cronos busca las fechas límite, vive apresurado, en el lindero del precipicio, angustiado, es adicto a lo urgente, tiende a aburrirse. Se le escapa el presente. Cronos es el progenitor del octavo día. Del “día de mañana”. Del día en donde se depositan las excusas. Es una manera absurda de encarar la vida.
 
Esta situación se asemeja al experimento de las ratas en el laberinto. La rata no puede ver el problema que crea al utilizar el mismo método para escapar, por tanto jamás sale del embrollo. Luego el animal termina desilusionado y frustrado. En el Siglo 21, el viejo Cronos nos atrapa en ese fatal enredo y sin sentido.
Ante tanto ajetreo, tal parece que hemos inventado un octavo día: “el día de mañana”. No conformes con los siete días de la semana, ahora imaginamos un día inexistente”.
Carlos R. Gutiérrez Aguilar, consultor.
El control del tiempo
 
Por otro lado, los griegos consideraban a Kyros como el tiempo donde la persona tenía el control del tiempo. Kyros permite valorar cada momento y maximizar el potencial del instante: vivir a plenitud. Kyros valora el proceso de emprender una determinada labor, disfruta la comida, el descanso, el tiempo libre, cada época de la vida y cada estación del año. Kyros enaltece el momento presente.
 
Kyros no pierde tiempo quejándose de cuán ocupado está o cuánto le pesa hacer una determinada actividad. Hace lo importante cuando no es urgente, empieza con las tareas que le parecen desagradables. Es responsable. Es puntual. Es propositivo y asertivo. Es organizado. Kyros “nunca deja las cosas que son importantes a merced de las cosas que no lo son”. Sabe que el tiempo es el más valioso de los recursos. Que es irrecuperable.
 
Para tomar el control del tiempo (Kyros) es necesario contar con una misión de vida y metas ambiciosas, pero realizables, para luego priorizar las actividades necesarias para alcanzarlas; es decir, saber diferenciar lo significativo de lo secundario. 
 
Kyros define los distintos roles que se tienen en la vida para alcanzar esa misión personal, le otorga a cada rol objetivos específicos, claros, alcanzables, calendarizables y medibles. Así, por ejemplo, en el rol de padre la meta podría ser guiar, generar confianza, seguridad, respeto y armonía en las vidas de la familia, entonces tendría que establecer espacios para ello, destinando una serie de diligencias que permitan lograrlo como –por ejemplo– pasar el fin de semana en actividades específicas con la pareja y los hijos. 
 
Kyros exige un calendario para planificar anual, semestral, trimestral, mensual y semanalmente hasta desembocar en las acciones que diariamente hay que emprender para alcanzar esas grandes metas que, como expliqué, se derivan de los roles que la persona juega y de su misión de vida, previamente concebida. 
 
Tic tac
 
La clave para controlar el tiempo está en el uso diario de una agenda. Apuntar y monitorear lo que se tiene por hacer, es un recordatorio permanente, ayuda a la autorregulación y a ser responsables.
 
Kyros sugiere que aprendamos también a organizar las cosas (ordenar), desde los cajones hasta los archivos de la computadora, también implica “organizar” a las personas con las que nos relacionamos, especificando lo que podemos hacer y aquello que se requiere delegar.
 
Trabajar siendo amigo del tiempo no es una tarea fácil. Demanda reflexión, momentos para pensar, diseñar, organizar, planificar y voluntad para disciplinarse acorde a lo anotado en la agenda.
 
El reto es jamás dejar para mañana lo de hoy, pero partiendo de lo esencial. Si le creemos a Kyros nuestra vida entera se enriquecerá. Entonces el tic tac del reloj será un aliado, no un enemigo, seremos más productivos, pero sobretodo más gozosos, entonces habremos desaparecido de nuestras zarandeadas vidas ese imaginario octavo día: el que nunca llega. ¡Sabia virtud!... 
 
Carlos R. Gutiérrez Aguilar, consultor.
Programa Emprendedor
Tec de Monterrey Campus Saltillo