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¿Rumbo al Oscar 2022? Mario Cotillard regresa a los musicales con ‘Annnette’
Habiendo conseguido la fama del Oscar con la música de Edith Piaf en “La Vie en Rose”, Marion Cotillard vuelve al cine con otro musical totalmente diferente como la ópera “Annette”, que incluso inauguró con Adam Driver el Festival de Cannes para convertirse en una de las primeras preferidas de la próxima ceremonia del Oscar.
-¿Se parece en algo la fama de la cantante de ópera que interpretas en ‘Annette’ con la verdadera fama de Marion Cotillard?-
“Para mí, creo que la importancia tiene mucho más que ver con el reconocimiento que la fama, por todo lo que vive el personaje. Todos tenemos la necesidad de ser reconocidos, por nuestros padres y nuestros amigos, como una forma de encontrar nuestro propio lugar en el mundo”.
-¿Pero nunca te pusiste a cuestionar el valor de la fama a nivel personal?-
“Yo siempre me cuestioné en mi vida personal por qué necesitamos que nos quiera tanta gente que ni siquiera conocemos. Y también cuestiono como es que la fama puede construir en cierta forma tanta confianza en uno mismo, como destruirte también; en especial con las personas que no se aprecian ellos mismos. ¿Necesitamos vernos en un espejo con toda la gente que nos ama? No me parece lógico, porque puede destruirte todavía más. ¿Cuántas veces vimos caer a tantas celebridades, justamente por el lado malo de la fama? Por eso me parece tan interesante el aspecto del cine con ‘Annette’. Y fue muy interesante construir el personaje, porque yo tuve la experiencia de cierta clase de reconocimiento público, además de la necesidad del reconocimiento a nivel personal”.
Como la hija de los actores Jean-Claude Cotillard y Monique Niseema Theillaud, Marion Cotillard nació en medio de la fama, el 30 de Septiembre de 1975, en París. Incluso debutó en una de las obras del teatro del padre, aunque consiguió su propio reconocimiento gracias al personaje de Lili Bertineau en la producción “Taxi”. Por supuesto ya era reconocida en su propio país, cuando en Hollywood la contrataron para la dirección de Tim Bruton en “Big Fish” y Ridley Scott en “A Good Year”. Hasta el director Olivier Dahan ya la había elegido para cantar en “La Vie en Rose” mucho antes de conocerla, por haber visto una similitud entre sus ojos y los de Edith Piaf. Y como resultado, Marion ganó el Premio Oscar como Mejor Actriz.
-¿Siendo la hija de actores como Jean Claude Cotillard y Monique Niseema Theillaud, siempre supiste que ibas a seguir el mismo camino familiar?-
“Desde muy temprano en mi vida, descubrí que mis padres tenían la habilidad de hacer llorar o reír, contando historias emocionantes, viviéndolas al mismo tiempo, como actores. Mi padre era un mimo que viajaba por todo el mundo con mi madre y su ‘troupe’. Me acuerdo que un día volvieron de un viaje por Perú, vestidos con sus trajes... fue mágico verlos. Y cuando me di cuenta que nuestra profesión es una forma de expresión, fue también un alivio, porque yo tampoco sabía cómo expresar lo que yo sentía antes”.
- ¿Con qué estilo de cine creciste?-
“Soy una gran admiradora de Greta Garbo y el cine de su época. Ese era el cine con que yo nací. Mis padres también eran fanáticos del cine de Hollywood de la década del 40 y 50, con Greta Garbo, Audrey Hepburn, Ingrid Bergman, Katharine Hepburn. Y es el cine que yo veía con ellos. Incluso en mi adolescencia mi estilo de cine favorito era ‘Philadelphia Story’ con Katharine Hepburn y ‘Camille’ con Greta Garbo. Yo soñaba con ser actriz, como ellas”.
-¿Y a la hora de trabajar en cine, hay alguna diferencia al momento de actuar en tu propio idioma, en francés, en comparación con el inglés?-
“Yo empecé a hablar inglés a los 10 años y te aseguro que fue muy tarde. Bueno, no es tarde si vas a vivir a esa edad a Inglaterra o Estados Unidos, pero cuando aprendes el inglés a los 11 o 10 años con una profesora francesa que te enseña a hablar inglés con acento... francés... es A) demasiado tarde o B) un verdadero desastre (Risas). Cuando filmé ‘Public Enemies’, Michael Mann quiso borrarme por completo mi acento francés y tuve que trabajar seis meses, todos los días, con los sonidos de la R y la L, pasando horas frente al espejo llorando, tratando de educar mi mandíbula, mi lengua, mi paladar, mis dientes, todo mi rostro. Fue una locura”.
-¿Nunca te pasó de haberte arrepentido después de haber aceptado algún rol en particular?-
“Una vez que acepto un personaje, se dispara todo un proceso que ya no pasa por mí. Es un poco como cuando te enamoras de alguien, aunque no seas consiente, piensas todo el tiempo en esa persona, todo se relaciona con esa otra persona. Y una vez que yo empiezo a trabajar en algo, todo pasa por ese trabajo. Tampoco tengo un método específico. Todo depende de la película, la preparación cambia con la historia o el director con quien me toca ensayar. Hay directores que te hablan mucho y otros ni siquiera quieren hablar pero todo pasa por el trabajo personal, pensando en el personaje, tratando de prestarle mi vida para darle alma propia a un rol”.
-¿Nunca llegaste a odiar alguno de tus personajes?-
“Bueno, una siempre trata de entender al personaje, para darle vida, más allá de las palabras. Es necesario entenderlos para construir su personalidad. Algunas veces, incluso necesito saber hasta la música que les gusta, necesito imaginar la forma en que sonríen, como se mueven, como caminan o como vivieron su infancia. Es muy importante para cualquier actuación. Y cuando no tengo esa información, la imagino, la creo. Siempre dejo correr mi imaginación, hasta el punto de incorporarla en la historia. Recién después, la historia aparece como buscándome, para darme ciertas claves, cosas que a lo mejor ni siquiera sabía sobre mí. Es difícil de describir el proceso porque me abro por completo para esa persona. También es como una historia de amor, donde te abres a una persona diferente, paso a paso, tratando de entender cada vez más a esa persona, descubriendo siempre algo nuevo. Es algo muy misterioso, pero igual de fabuloso”.
-¿La necesidad de imaginar la infancia de tus personaje tiene alguna relación con tu propia infancia?-
“Sí, por supuesto. Yo necesito saber lo que le pasó a la infancia de todos mis personajes. Siento que es lo que también genera las mejores claves para entender cualquier persona. Todos nos formamos por lo que nos pasó en nuestra infancia, cuando éramos muy inocentes, cuando éramos como esponjas y queríamos aprender y descubrir el mundo”.
-¿Hasta que se pierde la inocencia?-
“Depende la persona. Después del año y medio, al menos yo, ya no era para nada inocente. A mí me encanta la idea del niño inocente. Es el momento en que tomamos también ciertas decisiones. El mundo nos lleva con la marea cuando somos totalmente inocentes y a través de esa experiencia nos convertimos en una verdadera persona. Es lo que te forma como persona. Ahora, yo nunca me puse a re-leer o reconsiderar mi propia infancia. Al contrario, trato de entender una persona diferente. No trato de establecer ningún paralelo con mi vida personal, pero yo también tuve suerte. Mis padres siempre me permitieron hacer lo que yo quería, dejaron que fuera una persona realmente independiente. Y aunque tenía que trabajar, siempre sentí que era una mujer totalmente libre”.
Con la dirección del francés Leos Carax en su primera producción de cine en inglés, Marion Cotillard esta vez le da vida en el cine al rol de una cantante de ópera, casada con un provocativo comediante que interpreta Adam Driver, con un total cambio en sus vidas, al momento de tener a la hija ‘Annette’ que además es el gran título de la película.
-¿Se puede comparar la música de ‘Annette’ con el Oscar que ganaste interpretando a Edith Piaf en ‘La Vie En Rose’?-
“No se puede comparar el cine. No creo que se pueda comparar. El punto en común de las dos producciones es que están repletas de excelente música”.
-¿Ya está disponible el álbum con la música de ‘Annette’?-
“Sí, ya salió uno que se llama ‘Edición Cannes’ con quince piezas, aunque tengo entendido que pronto van a sacar la banda sonora completa, con todas las piezas. Y creo que son 42 en total”.
-¿Te gusta la ópera a nivel personal, como a tu personaje?-
“Para decir la verdad, antes de filmar ‘Annette’, no estaba familiarizada con la ópera. A los 15 años, me acuerdo que me gustaba escuchar Carmen. Incluso vi la versión en cine, me encantaba la música. Y para la preparación de ‘Annette’, cuando empecé a ver tanta ópera me emocionaban las voces, por algo que ni siquiera puedo explicar. Los cantantes de ópera tienen una relación especial con las emociones, porque la transforman con la voz, canalizándola por la voz y nada más que la voz. Una cantante de ópera no puede cantar y llorar al mismo tiempo. Todo pasa por la voz. Y lo mismo pasa con el espectador. Es un sentimiento muy poderoso. Y recién ahora puedo decir que aprendí bastante sobre ópera”.
-¿Cómo fue la preparación para volver a cantar en el cine?-
“Tuve que llegar al estudio muy bien preparada, porque las partes musicales, están filmadas en vivo. Y por eso fue tan importante entrenar durante la preparación. Por lo general, cuando filmas un musical, grabas las canciones en un estudio y después, en el rodaje, haces como si cantas, aunque todo está grabado. Pero esta vez fue todo, en vivo. Significa que cada sonido, al cantar, cambia con cada movimiento de mi cuerpo. Y había muchísima acción mientras cantaba. Por eso la preparación fue bastante diferente que cualquier otro proyecto musical. El entrenamiento pasó por cantar moviéndome mucho, caminando, corriendo o acostada. Fue una forma bastante interesante de vivir la música. Pero lo increíble fue explorar los pequeños accidentes de no poder respirar o no poder cantar apropiadamente, cuando más lo necesitaba (risas)”.
-¿Y después de haber ganado un Oscar, habiendo conquistado Hollywood, Cannes y el mundo entero, cuál es el siguiente plan?-
“No tengo ningún plan en mi carrera. La única meta pasa por el deseo de trabajar con gente talentosa, participar con guiones de calidad. Ya tuve la oportunidad de trabajar en Estados Unidos, como mis ídolos, Charlie Chaplin o Gene Kelly, pero también amo el cine francés. No quiero pensar en el futuro, prefiero aprovechar el presente, sin pensar en controlar nada. Me encantan las sorpresas”.