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Rudos contra técnicos
La convalecencia del presidente López Obrador a causa del COVID ha hecho patente que en una emergencia de mediano plazo, e incluso para el relevo del 2024, la 4T no tiene cuadros genéticamente “puros” que estén a la altura del reto de gobernar al País. Los únicos que tendrían la experiencia política y de gobierno, porque ya tuvieron cargos relevantes e incluso fueron gobernadores, son precisamente los que no superarían la pregunta: “y usted ¿dónde estaba en los tiempos malditos del neoliberalismo salinista?”.
Ante este cuestionamiento los tres tendrían que reconocer que fueron protagonistas estelares de este pasaje de la historia de México, que hoy es calificado como un pecado político, del cual ellos ya fueron absueltos por decisión presidencial.
Manuel Bartlett, quien hoy es protagonista de lo más radical de la 4T, no puede negar ser fiel representante del viejo y anquilosado priismo autoritario, anterior a la alternancia democrática iniciada en el año 2000.
Bartlett desde 1957 y hasta 2012 fue priista, lo cual suma 55 años dentro de ese partido, ocupando sus principales cargos durante la época más autoritaria de este.
Su paso por la secretaría de gobernación como titular de esta, está marcado por la sospecha de que la caída del sistema en las elecciones de 1988, que él controló, impidió al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas llegar a la Presidencia de México y le dio el triunfo precisamente a Carlos Salinas de Gortari. Estos 55 años de militancia priísta le marcan para toda la vida.
Marcelo Ebrard tendría que reconocer que de 1988 a 1992 fue secretario general del PRI en el DF, así como secretario general del Departamento del Distrito Federal de 1992 a 1993 y subsecretario de relaciones exteriores de México de 1993 a 1994.
Otro que tendría las credenciales para ser presidenciable sería Ricardo Monreal perteneció al PRI de 1975 a 1998.
Exceptuando a la secretaria de gobernación, la ministra Olga Sánchez Cordero, cuya trayectoria en la SCJN fue muy relevante, en el actual gabinete del presidente López Obrador no se ven nombres que antes de llegar a ese alto cargo hubiesen tenido una trayectoria brillante en la administración pública.
La novatez y falta de conocimientos técnicos de quienes hoy gobiernan, necesarios para asumir las funciones públicas de gobierno, son evidentes, pues actúan sobre la lógica del “ensayo y error”, lo cual está teniendo un alto costo para México.
Las decisiones que debiesen ser tomadas con visión de eficiencia y efectividad, se asumen con visión electoral y eso presupone nuevos riesgos. El perfil de la mayoría de los funcionarios de alto nivel jerárquico carece de vinculación y experiencia suficiente para el cargo asignado y a veces ni siquiera conocimientos en el tema bajo su responsabilidad.
La CNDH está en manos de una persona cuyo mayor mérito pudo haber sido una trayectoria como activista social, lo cual no le da la experiencia ni conocimientos como para dirigir una institución tan emblemática. La negligencia de la CNDH frente al caso del asesinato de los 19 migrantes en Camargo, Tamaulipas, lo comprueba.
La improvisación de funcionarios en cargos estratégicos tendrá alto impacto en el presente y el futuro de nuestro país.
Los organismos ciudadanos deben exigir se respete la “Ley del servicio profesional de carrera en la administración pública federal”, para evitar primeramente que los cargos públicos sigan siendo asignados como reparto de botín político, como está sucediendo, colocándose a gente inexperta, impreparada y sin conocimientos, habiendo funcionarios con mayor trayectoria que garantizan eficiencia y resultados.
Vemos que ante la degradación de la política, los partidos están a la caza de gente famosa que les garantice el voto.
Los políticos deben dedicarse a grillar y los funcionarios públicos profesionales a gobernar, pues no es lo mismo gobernar que hacer política. ¿Y a usted qué le parece?
@homsricardo