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Rubén, animal político
Rubén Moreira es un animal político acabado, un consumado zoon politikon. Su carrera despuntó al acaparar el poder en el gobierno que encabezó su hermano Humberto.
Cualquier persona medianamente informada acerca del acontecer político durante aquel sexenio, sabe del enorme poder que Rubén ejerció sobre el equipo de gobierno y el control de que hizo gala sobre los factores reales de poder en Coahuila.
Humberto tenía tanta confianza en su hermano que, literalmente, lo dejó cogobernar. Esa confianza llegó a su culmen en la sucesión. Desde la cúspide del poder, como Presidente del CEN del PRI, que para entonces traía muy azorrillado al PAN, Humberto eligió a Rubén para sucederlo en el Gobierno del Estado.
Nadie dudaba entonces que el bailarín Humberto poseía y posee la gracia y carisma que lo hizo popular; y que tanta falta hacen a Rubén que era y es hosco, sin gracia y severo. Lo suyo es intimidar, asustar e incomodar a su interlocutor, y de ello presume. Rubén es un lector y sabe sacar provecho a sus lecturas.
Pronto llegó el infortunio para Humberto. Haya sido como haya sido, Rubén fue el primero en abandonarlo. Ya como Gobernador de Coahuila señaló a su hermano como responsable del desastre financiero que heredó. No tuvo empacho en soslayar la gran cantidad de culpa que le corresponde, repito, literalmente co-gobernó con Humberto. No pocos dirán que Rubén fue un poquito más que Go-gobernador de Coahuila.
Tras la sacada de piso que le asestó Rubén, cayó sobre Humberto el descontón de Peña Nieto quien, metido en la carrera presidencial, no iba a ponerla en riesgo, así que no le tembló la mano para traicionar a Humberto, a quien, meses antes, reconoció y encumbró entregando la presidencia del CEN del PRI.
Defenestrado, abandonado por su hermano y por su amigo, llegó a su fin la carrera del otrora todopoderoso gobernador, el más popular y populachero de México. Es emblemática la foto en la que aparecen dos empleados del CEN del PRI, retirando su foto del salón de ex Presidentes del Partido. No se ha visto saña de ese calibre en otras caídas en desgracia, nunca antes se acompañaron de un simbolismo tan contundente.
Mucho del poder de Rubén, está construido con las cenizas de su hermano y encima de ellas. Rubén ha sabido aprovechar distintas circunstancias: el calendario electoral, que coloca el cambio de poder en Coahuila en el penúltimo año del sexenio federal. La toma del poder dentro del PRI, en dupla con su consorte hidalguense y la aparatosa caída del PRI frente a la marea lopezobradorista.
Todo ello facilitó a Rubén salir del gobierno del Estado sin mayor aspaviento, dejar a su delfín en el Palacio Rosa y controlarlo tras bambalinas, e irse calladito a operar en la Ciudad de México can su propia baraja y con la de Carolina Viggiano, sumar fichas y ganar en un partido que se cotizaba a precio de remate. Carolina, como Secretaria General del priista más cercano a López Obrador y Rubén, como operador político.
Los resultados habrían de verse y se vieron en 2021, aunque no son tan halagadores, pero si son suficientes para que un animal político con la experiencia de Rubén, juegue a la dictadura de la minoría, inclinando la balanza en el Legislativo de acuerdo con su propia conveniencia.
Es así como Rubén se hace del liderazgo de la tercera fuerza política en un Congreso partido por la mitad, en un momento en el que el Jefe del Ejecutivo requiere de mayoría para aprobar los tres presupuestos anuales que tiene por delante, algunas leyes y, por qué no, una que otra reforma constitucional.
Ideológicamente, poco une a Rubén con la centro derecha del país y de su partido, su corazón, o su discurso, laten por las causas progresistas, pero la real politik, la tranza y los arreglos bajo cuerda se cuecen en otros carriles. Para probarlo, ahí está el registro de su votación al lado de Morena, o del Partido del Trabajo.
Así sedujo y controló al PRD en Coahuila. Su compadrazgo con Mary Thelma era y es un detalle irrelevante dentro de un juego mucho más complejo y turbio.
La “clase política” se arregla, se acomoda, salva la figura, eso es el sistema “PRI, México, Morena”, la ciudadanía, la sociedad civil, la democracia real y los demócratas juegan un papel meramente secundario.
Prestaron Los Pinos por 12 años al PAN, porque era preciso destapar la olla de presión de un régimen agotado, desgastado y presionado por sus propios excesos, errores y abusos. En el sistema siempre han convivido dos bandos: los que tendían a la apertura económica y los que apostaban por el control del Estado, la corrupción ha jugado siempre en paralelo, como lubricante, como instrumento transaccional que les ha permitido acordar, complicidad que afloja las convicciones o preferencias de uno y otro bando.
El flamante coordinador de la bancada del PRI llegó al cargo como se llega en el PRI: por designación, sin consultar a nadie entre sus compañeros de bancada. Desde ahí, Rubén podrá apoyar a López Obrador cuantas veces quiera a cambio de recursos para los gobernadores priistas. Podrán también dejarse ver como demócrata cuando le convenga acalambrar al inquilino de Palacio Nacional, o mantener encendida la vela del frente opositor.
El juego de Rubén será de ganar-ganar de aquí al 2024, momento en el que el PRI tendrá que decantarse por la Cuarta Transformación; o por la oposición “democrática”. Ya veo, ya imagino a la cúpula panista de Coahuila, aplaudiendo a su verdugo en jefe. Total que la causa todo lo purifica y todo lo justifica.
Jesús Ramírez Rangel
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