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Roberto Campa, primer funcionario en Nochixtlán tras balacera
Asunción Nochixtlán. En lugar de botellas de agua o vasos, son casquillos de bala y cartuchos vacíos los objetos que adornan la mesa para recibir, diría el viejo cronista, al primer dignatario federal que pone un pie en esta tierra, a casi tres semanas de la muerte de al menos ocho personas en una balacera que involucró a policías federales y estatales.
Roberto Campa Cifrián, subsecretario de Gobernación, viene a cumplir una función que lo ha distinguido en estos años: dar la cara, por el gobierno, ante familiares de víctimas o las víctimas mismas –como aquí hace con los hombres vendados o enyesados de caras tristes que lo reciben- a nombre del gobierno federal.
Antes de la llegada del subsecretario, dirigentes de la sección 22 hablan frente a la prensa y luego frente a los lesionados y sus familiares que se animan a acudir. En la mesa los acompaña una comisión que representa a los presidentes municipales de la zona que respaldan al movimiento magisterial.
Jerónimo Martínez Ambrosio, responsable de asuntos jurídicos de la sección sindical, dice que las ofertas de programas de desarrollo y otros apoyos del gobierno no pueden aceptarse en tanto no se resuelva la “reparación integral del daño” en Nochixtlán.
Isabel García, responsable de prensa de la sección magisterial, dice que su movimiento puede tardar “días, semanas o meses” y que no concluirá hasta que se abrogue la reforma educativa.
Campa llegó por tierra a Nochixtlán desde el aeropuerto de Oaxaca –los helicópteros del gobierno federal no tienen muy buena fama en estos días por aquí- y en medio de consignas de “¡asesinos!” lanzadas por los maestros reunidos frente a la escuela donde se realiza la reunión.