Rituales

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Foto: Archivo.

Mi alarma suena a las 8am.  Luego cada 15 minutos.  Sobre mi costado derecho, en la cama, con las cobijas revueltas, el sol filtrándose entre las ramas del pirul, las voces de las aves, y los restos del sueño que acabo de tener, me quedo.  Es un momento del día que atesoro.  Aún no necesito café.  Aún no tengo prisa.  Entra aire fresco por las dos ventanas.  Media hora, cuando menos, allí atravesando de un mundo hacia otro. 

Nuestros rituales son nuestros lugares seguros.  La manera de disponer la cama, la noche, la mañana, el café, la comida, el espacio de trabajo, la ropa, el baño.  Los buenos días que sé que me envían desde las 7am.  El teléfono en silencio.  Más tarde respondo, cuando estoy en movimiento.  “Buenos días, hermosa, ¡hoy va con todo!” “Dios te cuide hoy.”  “Bendecido jueves.”  “Qué tengas lindo día.”  “¿Cómo amaneciste?” “Cómo va tu día hoy?”  Me siento muy agradecida y honrada.

En el consultorio enciendo velas.  Pongo inciensos, riego plantas, visito la terraza y la selva-desértica que está junto a mi cochera.  Alimento mascotas, bueno, esos otros seres que viven aquí en casa conmigo.  Ordeno agenda.  Hago listas de pendientes.  Recuerdo. 

De mañana los recuerdos están muy presentes.  Me dormí pensando en alguien, seguramente, y es probable que soñé a alguna otra u otras personas.  Anoto el sueño. Lo comparto.  Es parte del ritual.  Tal vez te ha tocado que te comparta que te he soñado.  

Para mí, el mejor momento del día es justo éste.  La hora de los rituales.