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Riquelme, Manolo y la seguridad
En pleno décimo informe de gobierno y celebrando de nueva cuenta su triunfo electoral, López Obrador nos repite esa mentira de que este es un país en paz y sin masacres, aunque la evidencia está ahí para mirarla en Tamaulipas, Zacatecas, Jalisco, Michoacán, Guanajuato, Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Guerrero y otras entidades que, a diferencia de la nuestra, viven hoy esa pesadilla que tan bien retrató Luis Estrada en su película “El Infierno”, cinta que fue una crítica al entonces presidente Felipe Calderón. Una ficción muy violenta pero muy lejana de nuestra realidad actual en Coahuila.
Y es que la película fue un duro golpe a Calderón ante el evidente fracaso de su guerra contra el narco. Una política pública que en su tiempo era la columna vertebral de un sexenio fallido, como ahora vemos que falla la Cuarta Transformación con su aberrante estrategia de los “Abrazos, no balazos”, una gran estupidez que ha empoderado al crimen organizado.
¿Un México en paz y sin masacres? La verdad es que este columnista no es adversario del Presidente, pero le dice que miente porque en este País no hay paz y se masacran a cien personas día tras día, homicidios que en su mayoría quedan en la impunidad, cualidad negativa que alienta las masacres.
¿Recuerda usted al “Cochiloco” de la película “El Infierno”? Pues así se topará usted con miles de sicarios bien armados, uniformados y bien drogados en amplias regiones del País donde estos violentos son amos absolutos: Aguililla, Reynosa, Laredo, Zapopan, Matamoros, Silao, Fresnillo, Miguel Alemán, Uruapan, Celaya, Tijuana, Juárez, Obregón, Irapuato y Ensenada, consideradas, estas últimas seis como las ciudades más violentas del mundo.
Homicidios, cuerpos colgados, desmembrados, cabezas en cunetas, encobijados, calcinados y, lo que faltaba, cuerpos crucificados. “El pan nuestro de cada día, acuérdese que estamos en guerra”, se lo dice una mujer a Damián Alcázar en su papel de Benny en “El Infierno”, mientras observan el cadáver de un narco tirado tras una balacera. Una ficción inocua frente a la realidad actual de las sangrientas masacres que a diario acontecen y que para AMLO no existen.
Y es aquí donde cabe resaltar lo más valioso que tenemos hoy en Coahuila, en Saltillo y en sus regiones; paz y seguridad. Porque Coahuila es el estado de la frontera norte más seguro del País. Saltillo es de las capitales más tranquilas de México. Nuestras ciudades fronterizas son las más seguras. Y la región Laguna, que era un polvorín, hoy está pacificada.
Cuando Armando Guadiana perdió la contienda por Saltillo, respirando por la herida, salió a decir que el gobernador Riquelme había sido un porro estudiantil. Y mire usted cuántos estados hoy no quisieran un “porro” así que fuera una garantía de paz, tranquilidad y gobernabilidad a pesar del maltrato de la Federación.
Asimismo nuestro joven alcalde, Manolo Jiménez Salinas, nos ha demostrado tener oficio político, sentido social y mucho equilibrio en la gobernanza para elevar a Saltillo al cuarto lugar de percepción de seguridad en todo México. Qué privilegio es vivir con tranquilidad.
“Abrazos, no balazos” es el epítome del vacío de poder. Un vacío que los delincuentes llenan con su poder brutal y anárquico. Eso pasa en otras partes. Qué bueno que vivimos en Coahuila. Mejor si estamos en Saltillo.