Revoltijo decembrino

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Revoltijo decembrino

Primero se cantan villancicos y luego nace el Niño.

El árbol de Navidad se arregla en el Adviento, en que lo que debe brillar no son series y esferas, sino las sucesivas cuatro velas de la corona.

Se adornan calles con brillos adelantados y en las tiendas hay ofertas navideñas desde el moribundo noviembre, que ya vivió su propio revoltijo. El de calaveras y catrinas, jalouines de brujas y víspera de todos santos con ángeles y príncipes. Revuelto el día de muertos con lo macabro y lo festivo de altares y sepulcros floridos. 

El revoltijo de diciembre resulta más confuso. La simbología mezcla trineo, renos, panza y barba nórdicos de un San Nicolás mitificado, de cuyo nombre quedó solo el Claus, pero con cambio de género en la santidad.  Le llaman “santa” a pesar de las botas y la barba. Belén, el Niño  y los peregrinos quedan como desafinación en los cascabeleos que vienen del Polo Norte.

El morado litúrgico de tiempo de Adviento queda trenzado con el rojo del Christmas importado. Y las cenas -que llaman navideñas- se salpican en todo el tiempo de espera y a algunas les llaman posadas, aunque no halla peregrinos ni cantos. 

En la misma sala se suele ver el pino, ya desde antes del día doce guadalupano. Al pie, el  nacimiento sobre el musgo (a veces ya con niño y todo) y, en la pared, el reno de nariz roja, jalando -con otro-s el trineo volador del hombre rojo de las carcajadas.

Lo navideño se traga comercialmente al Adviento de un solo mordisco invasor. Juan Bautista, Isaías, María, José, grandes personajes del Adviento ciertamente destellan en la espiritualidad de los practicantes y asistentes peregrinantes, en ascensión hacia la cumbre navideña.

Regalos, cena y  adornos y ya menos las tarjetas, a no ser las de internet, son la tarea  más atendida por quienes buscan vivir el gozo comunitario de la temporada. Es creciente el número de quienes evitan contaminaciones y dejan puro el sentido del
Adviento y el de la Navidad. 

Todo a su tiempo. Viven la austeridad y sencillez del tiempo preparatorio, sin adelantar nada. Desde su fe, tienen propósitos y logran victorias de reconciliación, de dejar vicios, de adquirir virtudes y hacer obras de misericordia al mismo tiempo que, en familia, tienen su liturgia doméstica de luz y de oración, frente a la corona de Adviento.

Ya desde el día 16 hacen posadas verdaderas con sus cantos, rezos, recorridos y entrada feliz, con piñata y aguinaldos deliciosos. 

Las imitaciones extralógicas extranjeristas, traídas de los cabellos, no logran sofocar el resplandor de la celebración auténtica que da la bienvenida al Salvador

Dentro de la impaciencia comercial y la ajena virulencia cultural, que hacen el revoltijo decembrino, puede descubrirse, como un diamante: el limpio manantial de la fe viva, la tradición genuina y la comunidad agradecida...