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Reuniones de trabajo… en pijamas
El mundo está repensándose, las formas de trabajo, de estudio, de socialización y hasta de hacer ejercicio se están replanteando en el actual escenario de contingencia por el COVID-19. La mayoría de la población está en casa y ha tenido que hacer uso de las tecnologías de información y comunicación para continuar con sus responsabilidades laborales y educativas.
Si analizamos las ventajas del home-office en un escenario normal y no sólo donde hay restricciones de movilidad, sin duda, la flexibilidad de horarios y espacios genera grandes beneficios personales, de productividad y en el medio ambiente.
En primera instancia, a nivel laboral nos obliga a fortalecer la autonomía y capacidad de organización por proyectos o tareas más específicas, por lo tanto, se trabaja más por resultados. Esto permite evaluar la productividad del trabajador y su eficiencia, promueve el establecimiento de metas y autodisciplina, que resulta en mejor rendimiento laboral. También deja ver qué tan organizados están los centros de trabajo en cuanto funciones, perfiles y qué tan bien está diseñada su planeación de actividades.
También se aprovecha mejor la tecnología con que ya se cuenta y no se utiliza todo su potencial. No todos los trabajos se pueden realizar a distancia, pero sí muchos, o al menos llevar a cabo más reuniones virtuales que presenciales.
A nivel personal nos libera mucho tiempo que normalmente se ocupa para prepararse y salir corriendo, porque hay que demorar en el tráfico o recorrer una distancia larga. ¿Cuánto tiempo pasamos fuera de casa si sumamos la jornada laboral más el tiempo de traslado? Los horarios quebrados, son definitivamente peores para consumir tiempo en traslados. En reuniones virtuales basta con sentarse cinco minutos antes frente a la computadora y listo, incluso en pijamas si así lo quieres, ahora el centro de atención son los resultados o avances que se presentan, no cómo vistes.
Se reducen gastos de desplazamiento, de pagos por cuidados de hijos, de comidas fuera, porque el tiempo nunca alcanza para regresar a casa y comer tranquilo y además nos ahorramos el gasto en transporte público o en gasolina para el automóvil. Ni que decir del estrés que se reduce por andar de prisa.
En general se utiliza de forma más eficiente el tiempo, y con lo que se ahorra, se puede atender mejor a la familia, asuntos personales, hacer ejercicio, o descansar, que bastante hace falta en una sociedad que ha normalizado padecer altos niveles de estrés.
Todo esto en general, reduce la huella ecológica, es decir el impacto ambiental de nuestras actividades. Primero que nada, con la movilidad urbana, se reduce el tráfico de vehículos y con ello hay menor consumo de gasolina, menor generación de emisiones atmosféricas y por tanto mejor calidad del aire.
En mi experiencia personal en esta cuarentena, las reuniones de trabajo en promedio ahora duran 30 minutos, son más claras y efectivas, frente a dos horas que normalmente duran las presenciales, más 40 minutos de dos trayectos para trasladarse al punto de encuentro.
En general el home office genera grandes beneficios, sin dejar de considerar que también tiene grandes desafíos (o desventajas), pero si aprovechamos esta transición a una nueva normalidad donde aprendimos de los errores, sin duda se debe impulsar y fortalecer formalmente laborar a distancia, al menos de manera parcial y estructurada. Así podremos tener una mejor valoración del trabajo, más tiempo para la vida personal, menor impacto ambiental y mejor calidad de vida.
Reconexión Natural
Gabriela De Valle