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Retrato hablado

Mañana tendrá lugar el segundo de los debates entre quienes aspiran a convertirse en Presidente de la República durante los próximos seis años. El ejercicio tendrá un relevante elemento difereciador con el anterior ejercicio: en él habrá sólo voces masculinas.

No faltará quien considere nimio el detalle y aduzca además un hecho incontrovertible en torno al mismo: si la única mujer en la contienda ya no estará presente en este segundo encuentro es porque ella decidió, en ejercicio de sus derechos, retirarse de la contienda.

La afirmación es, sin duda, cierta. Sin embargo, vale la pena considerar al respecto algunas de las razones expuestas por la propia Margarita Zavala al anunciar en la semana su decisión de abandonar la contienda presidencial:
La más relevante de estas fue, sin duda, la inequidad en el acceso a recursos de todo tipo y no sólo financieros. Zavala retrató bien el tema relacionado con el dinero público, pero también señaló de forma puntual la inequidad en la distribución de los tiempos de radio y televisión.

También fue al punto al plantear la razón fundamental por la cual la contienda resulta sumamente inequitativa cuando se comparan los recursos a los cuales tienen acceso los partidos políticos y aquellos destinados a los candidatos independientes: los partidos políticos son los dueños del pastel, de la regla con la cual se mide el tamaño de las rebanadas, de la pala con la cual se cortan las rebanadas y hasta de los platos en los cuales se sirve a los convidados.

Más allá de las repercusiones concretas —inmediatas o futuras— derivadas de su renuncia a la candidatura, las declaraciones de Margarita Zavala en el programa Tercer Grado son importantes porque constituyen un buen diagnóstico de nuestro sistema electoral y sus vicios.

Habrá quien replique a esta afirmación llamando la atención respecto de un detalle relevante de esta historia: hasta hace poco, la exprimera dama vivía dentro de dicho modelo, pues formaba parte de un partido político, y en no pocas ocasiones se benefició personalmente de un sistema al cual hoy solamente le ve defectos.

Nuevamente se dará en el blanco al hacer tal señalamiento, pero nuevamente será necesario plantear cómo, aún cuando a la Zavala se le pueda tachar de incongruente, eso no diluye la veracidad de sus afirmaciones.

Un elemento adicional del diagnóstico realizado por la hoy exaspirante presidencial, es el relativo al ultra pragmatismo desde el cual se toman decisiones en los partidos políticos.

Las alianzas formadas por los nueve partidos políticos en esta contienda, bien pueden caracterizarse como la evidencia de la muerte de las ideologías y el ingreso a la época en la cual el pudor dejó de formar parte de los resortes éticos de la política.

Respecto del diagnóstico realizado por Zavala, es necesario señalar una cosa: siempre será importante conocer estas radiografías de boca de quienes han pasado una vida en la actividad político-electoral del País y, de acuerdo con sus propias declaraciones, no tienen intención de abandodar esa trinchera.

Porque más allá de si su actuación no se compadece de su propio pasado, el tránsito realizado de la vida partidistas a la lucha política “independiente” constituye necesariamente una mudanza en el discurso y, en alguna medida al menos, una determinación por luchar contra la perversión del sistema de partidos.

Lo aclaro pronto para no generar percepciones equivocadas: no alineo en las filas de quienes consideran a los “candidatos independientes” el relevo deseable al sistema de partidos. Creo, más bien, en la posibilidad de transforma el sistema de partidos a partir de una sacudida generada desde las candidaturas independientes incubadas dentro de los propios partidos.

¿Encarna Margarita Zavala esa posibilidad? Tampoco estoy afirmando eso. Mi señalamiento sólo llega al punto de intentar llamar la atención respecto de cómo su diagnóstico es correcto y retrata a nuestro modelo democrático con la crudeza necesaria.

Voy un poco más allá: el antídoto a los excesos en los cuales ha caído el sistema de partidos, me parece, está en el propio sistema. En ese sentido, las defecciones de los partidos podrán aportar, en el futuro inmediato, elementos realmente útiles para combatir sus perversiones.

Tal aportación, en el caso específico de Zavala, se vuelve más importante en la medida en la cual decidió abandonar la contienda y no transitarla hasta el final, pues eso puede volver más poderoso su discurso y más relevante su contribución a la reflexión colectiva.

Enfatizo el matiz de la afirmación: en este momento hablamos solamente de potencialidaes. Ya dirá el tiempo si tales expectativas se transforman en realidades tangibles.

Por lo pronto, anticipo el pronóstico para el debate de mañana: la defección de Margarita la convertirá en una ausencia muy presente a lo largo del ejercicio.

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3
carredondo@vanguardia.com.mx