Retrasar tiempo y recordar futuro

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Retrasar tiempo y recordar futuro

Se acerca el cambio de hora.

El sábado próximo, en la noche, se retrasarán los relojes una hora. 

Parecerá que tendremos un día de veinticinco horas. Muchos no lo aprovecharán porque tratarán de dormitear una hora más, retrasando la levantada mañanera.

Es buena oportunidad para seguir empezando el día igual y así, según la hora ya invernal, se iniciará la jornada una hora más temprano. 

A pesar de los cambios automáticos en las computadoras y teléfonos portátiles, no faltarán quienes sigan con el horario anterior, sin advertir que, a las 12 de antes, apenas son las 11 de ahora. Así practicarán una hiperpuntualidad  de crecida anticipación que los hará esperar una hora hasta que se abra la puerta y  su mundo se ponga en movimiento. 

La tendencia generalizada es manejar el tiempo disponible como una rutina. Se  hace lo mismo todos los días a las 
mismas horas y en los mismos lugares. Así los días van pareciendo todos iguales.

Personas hay de gran creatividad e imaginación. Todo resulta como recién estrenado. Hacen ejercicio y caminan en diferentes plazas de la ciudad.  Desayunan, esto o lo otro, aquí o allá . No recorren siempre las mismas calles. 

Tienen y emplean muchas opciones y escogen rutas variadas. A todo le van dando un tinte original, una variación inusual. Inventan recorridos nuevos, buscan encuentros y experiencias no repetidos. 

De por sí, cada día ya tiene un diseño, distinto en tareas o prioridades, que le dan su originalidad. Buscan estas personas lo nuevo, lo desconocido, lo sorpresivo. Les encanta hacer lo que no habían hecho, ir a donde no habían ido y conocer y tratar gente en nuevas relaciones. Desarrollan una capacidad de disfrutar las situaciones inesperadas y de adaptarse a lo imprevisto.

Se piensa ahora la conveniencia de solo trabajar tres días muy intensos a la semana para tener tiempo disponible para humanizar la vida en convivencias familiares, en ocio cultural, espiritual, deportivo y ocupaciones voluntarias. 

Muchos expertos aseguran que una distribución temporal en esas proporciones causaría un trabajo de más calidad y una producción mayor.

Una nueva actitud y mentalidad podrán darle al tiempo un contenido siempre valioso. La concentración en el momento presente es un signo de madurez  y de salud existencial.  El hábito de hacer primero lo primero. De echar por delante lo esencial. De asegurar, desde temprano, lo constitutivo, lo central y aun lo que parezca más arduo, evita demoras y aplazamientos, negligencias y retrasos.
   
La fe en un destino trascendente logra que el tiempo se proyecte a la eternidad. La esperanza de bienes definitivos -en inacabable plenitud-  genera una gran fortaleza al vencer obstáculos y aprovechar vientos contrarios para ascender.

Un cambio de hora puede significar que, además del tiempo utilitario: “cronos”, se pueda vivir ese otro tiempo sin reloj: “kairós”, un tiempo que proyecta y sublima y salva el acontecimiento  porque lo llena de verdad y de amor, conectándose con el hoy sin fin...