Responsabilidad, la única salida para acabar con el confinamiento, además de la vacuna

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Responsabilidad, la única salida para acabar con el confinamiento, además de la vacuna

Aunque el Presidente de México cuando habla del COVID-19 diga que los mexicanos somos un pueblo ejemplar, la realidad dice que no es así, hasta ayer –6 de noviembre– había en México cerca de 995 mil 128 infectados y 94 mil 223 decesos, según el portal de Johns Hopkins University.

Un pueblo educado es Nueva Zelanda, que no sólo tienen uno de los mejores modelos educativos del mundo, sino que el mejor, y que con 4 millones 930 mil habitantes sólo ha sufrido mil 976 contagios y cuentan con 25 decesos por la enfermedad; lo afirma el portal de la mencionada Universidad.

Para que se dé una idea, en el Estado de Nuevo León hay 5 millones 606 mil 741 habitantes, 600 mil personas más que en Nueva Zelanda, y hay 56 mil 163 casos con 4 mil 065 decesos. En Coahuila hay cerca de 3 millones de personas y van 35 mil 526 casos y 2 mil 581 muertes. Todo esto con información de la Secretaría de Salud en su reporte de ayer 6 de noviembre del presente. ¿Qué comparación encontramos entre las cifras del país nórdico en relación con los dos estados mencionados? Así que los mexicanos educados, educados lo dudo.

La intención, como ya se dio cuenta, es para iluminarle el panorama con respecto a las grandes diferencias que se dan entre países, y en el caso particular entre un país con el tamaño de nuestros estados norteños, evidentemente sin tener en cuenta el nivel de aglomeración que existe en nuestras ciudades con respecto a la nación escandinava, e invitarlo a la reflexión sobre la importancia de poner atención a lo que está pasando.

Primero, le guste o no, la educación es un factor fundamental para entender a cabalidad lo que está ocurriendo y, en segundo lugar, que el cumplimiento de las normas y el sentido de la responsabilidad son fundamentales en una sociedad y más en una como la nuestra, que se caracteriza por actitudes y comportamientos muy rudimentarios con respecto a muchas áreas de la vida social y ahora incluyendo a la internalización de lo que implica el virus que estamos padeciendo.

¿Cuánto más va a durar el confinamiento? El tiempo que cada uno de nosotros decidamos. Por eso es importante dejar de especular si la enfermedad es real o provocada, en el mundo ya van 49 millones 433 mil de casos y cerca de un millón 250 mil personas muertas. ¿Es real o es un cuento?

Dejémonos de leyendas urbanas, como aquellas de que “a mí no me va a dar”, “de algo nos vamos a morir”, “todo es puro cuento”, de que el tema obedece a una conflagración mundial, de que hay intenciones de reducir el número de la población, de que es un tema de salud pública y la intención es que sobrevivan los más capaces, que es un tema que tiene que ver con el medio ambiente, en fin; donde sí somos campeones los mexicanos es, evidentemente, por la falta de argumentos, en la especulación, la suposición y el nivel mayúsculo de inferencias, que en cualquier tema –el que sea– estamos acostumbrados.

Lo cierto es que al momento el virus que nos tiene contra la pared ya lo hemos experimentado en círculos cercanos, con familiares, amigos o conocidos que han perdido la vida. Estamos otra vez ante un momento álgido, particularmente en el norte del País. Las camas y los respiradores en los hospitales en Chihuahua y en Durango comienzan a escasear.

Pero hay una constante: seguimos sin atender las instrucciones del Gobierno Federal y de los Gobiernos estatales. Seguimos asistiendo a lugares concurridos. Seguimos haciendo fiestas. Seguimos sin usar el cubrebocas. Seguimos dándole prioridad a lo económico. Y seguimos jugando con nuestra vida, y bueno fuera que sólo nuestra vida, el problema es que no hemos caído en la cuenta del riesgo que implica vivir en sociedad.

En una sociedad es importante el respeto a las normas aunque no hayan sido decretadas por una legislatura, su respeto es garantía para vivir en armonía, algo que no hemos contemplado, algo que muchos no han hecho. Si no respetamos algo tan simple como la sana distancia y el uso del cubrebocas, ¿qué respetaremos? Nos estamos arriesgando demasiado.

Los gobiernos tienen la autoridad y la capacidad para poder realizar estas acciones. Sino vean lo que ha ocurrido en países como Austria, España, Italia, Francia, Reino Unido y otros, donde ha habido rebrotes por la intransigencia y la testarudez de muchas personas, particularmente de jóvenes que no aguantaron el confinamiento y donde se canceló definitivamente el tránsito, llegando a requerir salvoconductos para poder ir de un lugar a otro.

Hagamos el egoísmo a un lado y pensemos en plural. Mostremos madurez y racionalidad para no seguir complicando la posibilidad de volver a circular por nuestras calles, asistir a los restaurantes, visitar a nuestros familiares, ir y venir a donde queramos. La única salida que tenemos para acabar con el confinamiento, a parte de la vacuna, es la responsabilidad. ¿Será mucho pedir? Así las cosas.