Rendido ante su majestad

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Rendido ante su majestad

Pronto, muy pronto el PRI nos volvió a decepcionar. Cuando apenas celebrábamos que Morena perdió la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, un nueva traición a la confianza ciudadana nos pretende jugar el partido tricolor.

Confieso que en la madrugada del lunes celebré solo, y frente al televisor, al saber que cientos de miles de mexicanos votamos en contra de un proyecto destructor de nuestro futuro. Gracias a nuestra participación ejemplar en las urnas, el Presidente ya no es omnipotente, y no debería rendirse a la tentación de imponer reformas constitucionales a las que no se les mueva ni una sola coma. Sin embargo, olvidé una vez más la lección que nos han enseñado presidentes como Salinas de Gortari, Vicente Fox o Peña Nieto: en política no hay felicidad duradera. 

Un día después de la elección, López Obrador dijo encontrarse feliz, feliz, feliz, pues los resultados electorales garantizaban la continuidad del “proyecto transformador” emprendido por su administración. Los asistentes a la conferencia mañanera se miraron entre sí perplejos y llenos de consternación: acababan de ser testigos, una vez más, de que nuestro Presidente está chocheando.

¿Acaso podría estar feliz, feliz, feliz, luego de perder la mayoría calificada en la Cámara de Diputados? ¿En verdad le alegraba el hecho de que ya no podría imponer reformas constitucionales en ramos como el energético?

Sin embargo, la duda muy pronto se disipó cuando López Obrador explicó que la mayoría calificada sería posible si una parte de los legisladores del PRI, además de los del PT y del Verde Ecologista, se unieran a Morena en la búsqueda de la tan anhelada Cuarta Transformación.

Eso bastó para preocupar a más de uno, sin embargo, y para colmo de males, el líder nacional del PRI Alejandro Moreno, ni tardo ni perezoso, acudió al llamado presidencial sembrando la alarma y la decepción en quienes dimos nuestro voto de confianza al partido tricolor.

“Si nos convocan al diálogo, ahí estaremos con ellos para dialogar, para construir y para ver por el bien de México”, dijo Alito plegándose servilmente a la voluntad de su eminente majestad Andrés Manuel.

No es una casualidad que luego de que Layda Sansores ganara la contienda por la gubernatura de Campeche, Alejandro Moreno se pusiera a temblar pues no han sido pocos los señalamientos de actos de corrupción cometidos durante su administración.

Por tanto, bien vistas las cosas, no suena ilógico que ante la urgente necesidad de salvar el propio pellejo, busque traicionar a los cientos de miles de mexicanos que confiamos una vez más en el PRI.

Pero aquí entre nos, no me arrepiento de haber votado por Chema Fraustro y por Jericó Abramo y, si me lo hubieran permitido, también le habría dado mi confianza a Jaime Bueno, quien es uno de los políticos coahuilenses con más futuro por ser quizás uno de los más queridos por la gente.  Además de representar las mejores opciones para los destinos de Saltillo y de representación de Coahuila ante el Congreso, es menester reconocer la buena labor de Miguel Riquelme Solís como nuestro Gobernador.

Llama la atención que el mandatario coahuilense fue uno de los pocos que descalificaron al líder nacional tricolor: “(Alito) No puede generalizar. Los diputados del PRI en Coahuila que obtuvieron la mayoría responderán a los coahuilenses. Debemos entender que salió la sociedad a votar para obtener un verdadero contrapeso en la Cámara Baja, y esa confianza que depositaron en las urnas miles de ciudadanos que votaron por el PRI en esta entidad federativa no se va a defraudar”, enfatizó.

Riquelme puso el dedo en la llaga al decir: “No estoy de acuerdo en el diálogo que marca Alejandro Moreno, presidente de mi partido, con el Ejecutivo federal como franco y abierto, y obvio mucho menos en lo oscurito”.

En la pasada elección cientos de miles de mexicanos pintamos nuestra raya con el régimen totalitario de López Obrador. En otras palabras, le cortamos las alas al maximalismo presidencial y frustramos los sueños de trascendencia del Presidente.

Los mexicanos hemos sufrido los primeros años de una administración tan nociva como destructiva de la esperanza nacional. Por ello nos volcamos a las urnas y dimos nuestro voto útil al partido que mejor pudiera derrotar las intenciones reeleccionistas del caudillo mesiánico. No se engañe ahora Alejandro Moreno al celebrar los buenos resultados de la oposición. Si continúa en su afán de negociar, difícilmente el PRI recuperará de nuevo la confianza que ahora, por mero voto de castigo, miles de mexicanos le dimos.